Los ilusos #31: misceláneas varias

Hola, ¿cómo están? Espero que muy bien y muchxs de ustedes ya vacunadxs. Al parecer, contrario a lo que indican todos los informes de ocupación UTIS, estamos cada vez más cerca. Ojalá que esta vez sea así.

Esta semana vamos a volver con un formato más tradicional de la columna para comentar varias cosas de un modo más breve. No voy a mencionar Wrath of Man, de Guy Richie, ni Inside, de Bo Burnham, porque tenemos artículos para la web en camino. Entre las cosas más o menos nuevas para comentar están Cruella, Those Who Wish Me Dead y Army Of the Dead; por el lado de las misceláneas atemporales hay un foco de Christian Petzold en Mubi que me parece una gran excusa para hacer algunos comentarios muy breves sobre su obra; por último, también hay un libro para recomendar, en esta ocasión de un amigo de la casa.

Antes de iniciar, para hacer un mini update de la situación en el INCAA, habría que decir que nada ha mejorado. Al contrario, más problemas aparecen con una serie de fondos que podrían dejar ingresar al fondo de fomento después de diciembre de 2022. Quizá seria bueno que alguien dé la cara, que diga algo, que aclare y no oscurezca. Qué sé yo, un poco de presencia del Estado, la cosa sana.

Novedades: Cruella, Those Who Wish me Dead y Army of the Dead

A mí Craig Gillespie me cae veinte puntos. Hizo dos muy buenas (I Tonya y Lars and the Real Girl) y otro puñado bastante decentes (The Finest Hours, Million Dollar Arm y la remake de Fright Night). Ahora le encargaron hacerle una lavadita de cara a uno de los peores villanos de todo el universo “Disney”, Cruella de Vil. Sí ustedes podrán decir muchas cosas de las brujas de Disney, pero convengamos que no hay nada más malo que una señora que quiere secuestrar cachorritos de dálmatas para hacerse un tapado de piel. Además, a diferencia del resto, Cruella, podría ser real.

Entonces, el primer desafío para un relato como este es partir de la base de que no se pueden mostrar las cosas con un tono de seriedad dramática que hoy serían intolerables. Una película sobre una señora que quiere matar perritos para hacerse tapados de piel sería intolerable para el público infantil actual, incluso en clave socarrona, como fueron las live action de los 90. Hay una censura institucional y también una autocensura, en términos de Christian Metz, para el argumento y el verosímil del relato. 

El resultado, qué sé yo. Creo que la película es lo que pretende ser y en esa línea se maneja bastante bien. Hay algunas ideas interesantes de Gillespie, que es un tipo con bastante cabeza para cierto despliegue; Emma Stone está muy bien y no mucho más. La película tiene varios problemas de tono, también hay referencias forzadas y un ejercicio muy burdo, en línea a lo que comentaba antes, por justificar a un personaje injustificable. A diferencia de Joker, película de la que creo Cruella quiere copiar algunas cosas, acá no vemos al personaje hacer las cosas repudiables que la hacen ser quién es, algo que sí ocurría con el personaje de Joaquín Phoenix.

Innecesaria, totalmente. Una maravilla, seguro que no. Algunas cosas interesantes, sobre todo de la mano de su protagonista y el director, sí. Decidan ustedes.

Those Who Wish Me Dead es la tercera película de Taylor Sheridan, un actor medio pelo de Estados Unidos que saltó a la fama como guionista de algunas películas muy interesantes de los últimos tiempos: Hell Or High Water y las dos Sicario. Previo a esta película Sheridan había hecho Wind River, film por la que ganó la competencia Un Certain Regard (una cierta mirada) en el festival de Cannes de 2017 y que fue de las mejores cosas que se estrenó ese año. 

Con semejantes laureles sobre la espalda, la expectativa por su opus 3 era alta. Lamentablemente, la película no está a la altura. Entre los puntos destacables de Those Who Wish Me Dead aparece la decisión de narrar un film de acción casi en su totalidad descontextualizado. No sabemos mucho de los personajes, no sabemos mucho de sus motivaciones, solo los vemos accionar. Esto, si bien luego tiene varios problemas al momento de tratar de entender la estructura dramática de la película, constituye una decisión muy arriesgada para una película industrial de este estilo y más para un director que viene de escribir y dirigir obras con el vuelo del “prestigio”.

Como decía Those Who Wish Me Dead es un film de acción, puro y duro. Narra una persecución, en la que malos malísimos van apuestos a todo para matar a un padre judicial y su hijo por una investigación que tampoco termina de quedar muy clara. En el medio, una rescatista/bombera conflictuada (Angelina Jolie) de una amplia reserva forestal se verá involucrada en el conflicto.

A pesar de sus apuestas narrativas, la película tiene varios problemas de tono y narrativos y no termina de cerrar del todo. La suspensión del verosímil que hay que hacer para creerle a Jolie en su personaje es tanto o más grande como las que hay que hacer en una película donde Gerard Butler es un ingeniero nuclear. Un paso en falso si se tiene en cuenta el anterior trabajo de Sheridan, aunque, como dice el Pollo Vignolo, te puede acomodar.

La última de estas novedades «recientes» es The Army of the Dead, de Zack Snyder. Mucho se habló sobre ella, había cierta expectativa previa por el trabajo que Snyder había llevado adelante en la remake de Dawn of the Dead, pero 10 minutos del film alcanzan para evaporar cualquier posibilidad de redención. La película es espantosa, no se entiende nada y está mal filmada. Cuando digo mal filmada, no me refiero a cuestiones subjetivas, desde patrones técnicos como fuera de focos insoportables, hasta problemas de píxeles muertos (que quiero creer son del render que subió Netflix y no del proceso de rodaje), la película es vergonzosa. 

No hay nada para destacar. Solo espero que no haya una secuela. Zack, así no ayudás a que te defiendan, amigo. 

Misceláneas atemporales: un ciclo de Christian Petzold

A veces hablamos de algunos cineastas en la columna, me gustaría poder dedicarle una mirada más amplia y profunda que la que haré a continuación al cine de Christian Petzold. Su obra es tan diversa y extensa, que lo merece.

Christian Petzold nació en 1960, en Alemania. Desde sus 20 años estudió en Berlín teatro y filología. Más adulto, entre los 28 y los 34 años, estudió cine en la escuela de cine de Berlín, Deutsche Film-und Fernsehakademie (DFFB). Un año más tarde estrenó su primera película, Piliotinnen, que filmó como trabajo final de la carrera. De ahí en adelante ha sido uno de los cineastas más prolíficos de Europa. En una era donde es difícil encontrar cineastas con más de 10 películas, Petzold ha filmado a la fecha 13 largometrajes en 25 años de carrera, contando algunas producidas o estrenadas directamente en TV.Su primer hit fue Yella (2007), aunque previamente había conseguido el premio de la crítica en la Berlinale del año 2003 con su film Wolfburg. El éxito definitivo y el reconocimiento internacional le llegó en los últimos años con dos películas maravillosas como lo son Transit (2018) y Undine (2020). 

Gracias a esas dos últimas películas yo descubrí su cine y su estilo, y eso, a su vez, me llevó a querer entender un poco más sobre por qué filma cómo filma. Petzold es uno de esos cineastas con un estilo muy marcado y notorio. Leyendo sobre él, un dato que aparece enseguida es su vinculo con el cineasta y crítico de cine alemán Harun Farocki, que fue su maestro en la escuela de cine. A lo largo de su carrera y hasta el fallecimiento del director de El fuego inextinguible en el año 2014, las colaboraciones entre ambos cineastas fueron muy frecuentes. Videoarte, exposiciones y los guiones de Cuba Libre (1996), Die innere Sicherheit (2000), Gespenster (2005), Barbara (2012) o Phoenix (2014) son una clara muestra de la amistad que los unió.

Mentiría si dijera que vi todas las películas de Petzold, pero sí vi varias, y lo que podría mencionar como una constante en su forma de abordar la representación de la ficción es la utilización y subversión de los códigos y las convenciones de los géneros y el verosímil. 

En esa línea lo que hace en Transit al plantear una película con argumento de la Segunda Guerra Mundial ambientada en el presente es maravillosa. O el tratamiento de Undine, donde se toma el mito de una criatura mitad humana y mitad marina, pero también se lo inserta en el marco de una historia de amor que transcurre en el Berlín contemporáneo. Esa capacidad de acercarse a los géneros y luego despegarse es algo que también se nota muchísimo en Jerichow (2008), una de las películas que integra la pequeña retrospectiva que Mubi le ofrece al cineasta

Parece un noir, parece una comedia, juega con el thriller. No es ninguno de todos esos géneros y es los tres a la vez. El manejo de la puesta en escena con la construcción de climas y las interpretaciones es fundamental, diría que hace algo único ya que solo con eso construye los hechos dramáticos de los relatos. Parece que pasan cosas, pero pasan otras, hay todo un juego respecto a la representación que es notable y único. 

El ciclo de Mubi se completa con Seguridad interior (2000), Yella (2007) y dos cortometrajes -entiendo que de su época de estudiante- Ostwärts (1991) y Süden (1990).

Como les decía, me quedo muy corto hoy respecto de las posibilidades de pensar cómo dirige y construye sus películas Christian Petzold, quizá en algún otro momento podamos dedicarle una columna entera. Mientras tanto, ojalá que esto sirva para que vean sus películas. 

¿Qué estoy leyendo? Ruta al infierno; la saga de Mad Max, de Marcelo Acevedo

Como no podía ser de otra manera, la recomendación de esta semana es Ruta al infierno, la saga de Mad Max, de Marcelo Acevedo.

Marcelo es amigo, colega y colaborador de la 24, pero nada de todo eso me impide recomendar este tremendo corpus de textos sobre la saga Mad Max. Se podría decir que el libro está compuesto por cinco textos largos, a modo de análisis amplio, de cada una de las cuatro entregas de la saga de Romero, más un apartado extra dedicado a la implicancia de la saga en la cultura popular y, en particular, dentro del cine de explotación. 

Se trata de un libro para fanáticos, pero también para todo aquel que desee sumergirse en el análisis cinematográfico. Ver las películas y luego leer los artículos, puede incluso funcionar como una herramienta didáctica para entender cómo estructurar la escritura sobre cine.

Como si fuera poco, el libro tiene un hermoso y sentido prólogo de Leonardo Oyola. Se leé rápido, es atrapante y se consigue por un precio muy accesible. 

Esta vez no se los dejo en PDF para que lo descarguen, pero, pueden participar del sorteo en las redes de La 24 y llevarse un ejemplar.

Y bueno, gente. Eso fue todo. Nos vemos la semana que viene, o la otra, o en algún momento. Quién sabe. Cuídense mucho.