Blade Runner: todas las películas, la película

Hace unas semanas, a partir del estreno del nuevo documental de Rodney Ascher, A Glitch in the Matrix, volví a dar con un video de Philip K. Dick que había visto hace algunos años. En ese extracto de cuatro minutos de una conferencia, el autor desliza la reflexión de que sería muy probable la idea de que vivamos en una realidad simulada, es decir, una suerte de matrix. Un mundo prestidigitado, quién sabe por quién, una deidad, un programa de computadora, una raza superior, no importa. Lo relevante sería, de comprobarse lo que dice Dick, que nuestros recuerdos y experiencias no son nuestras y que tampoco lo son nuestras decisiones. Viviríamos la vida que alguien más nos dice que vivamos.
Esto no es nuevo en la obra de Dick, muchas de sus historias bucean en discusiones sobre la ruptura de la vigilia, el libre albedrío y la posibilidad de una vida simulada: We Can Remember It for You Wholesale, Ubik, The Minority Report y, por supuesto, Do Androids Dream of Electric Sheep? (¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?), para muchos más conocida como Blade Runner, gracias a la adaptación que hiciera nuestro homenajeado en este número, Sir Ridley Scott.
Permítanme una breve digresión. Recuerdo con mucha exactitud la primera vez que vi Blade Runner y quedé fascinado. Durante muchos años, esa película y Avalon, de Mamoru Oshii, marcaron en mí una etapa de enamoramiento con la ciencia ficción. Se sumaron luego a la dupla otros autores y cineastas: Terry Gilliam, Ray Bradbury, Hugo Santiago, Julio Cortázar, Andrei Tarkovsky, Stephen King, Aldous Huxley, George Orwell y Alan Moore. Cuando comencé a estudiar cine estaba convencido de que quería hacer ciencia ficción. No cualquier tipo de ciencia ficción, no es que me interese la parte dura del género, más bien me había fascinado toda la cuestión existencialista y humanista que se desprende de esta categoría. Como ningún otro género, la ciencia ficción ha intentado responder muchas preguntas centrales de la filosofía: ¿quiénes somos? ¿Qué es lo real? ¿Para qué estamos acá? ¿Qué es ser humano? ¿Hacia dónde vamos?
Una segunda digresión. No es casual ese boom del género entre los 60 y 80, en pleno desarrollo y auge del posestructuralismo, movimiento epistemológico que subvirtió todos los conceptos en torno a la verdad y lo real. Ya lo he mencionado en otros artículos en la revista, pero valga la repetición, para estos autores, lo real es una categoría dinámica y no un hecho inmutable. No hay un solo relato respecto de los sucesos históricos, sino más bien múltiples percepciones. En el consenso entre esos discursos sobre lo real, aparece aquello que es aceptado como verdadero para las sociedades, pero eso no es estático, solo es válido en un tiempo y lugar y puede cambiar si los consensos se modifican. La caída de las torres gemelas puede ser un atentado terrorista de una organización extremista, un autoatentado orquestado por los servicios de inteligencia de Estados Unidos o un acuerdo entre sectores políticos para consolidar su poder y dominio sobre Medio Oriente y sus recursos.

Vuelvo a lo primero. Con el correr de los años, toda esta fascinación se quedó en mí, pero el enamoramiento con la ciencia ficción fue mermando. Hoy mantenemos una linda relación de amistad, quizá algún día nos volvamos a encontrar.
El asunto, y lo que explica todo este extenso prólogo, es que no es casual que Blade Runner haya sido una película tan peculiar como lo fue. Así como Dick estaba fascinado con esta idea de las múltiples realidades y posibilidades de realidades simuladas, la película basada en su obra presenta tantas versiones alternativas que es muy difícil saber cuál vio cada uno o si las vio todas.
La propia historia cinéfila de Blade Runner es casi tan interesante como la propia película.
Dangerous Days: Making Blade Runner
Cómo se crearon esas texturas y decorados; cómo se trabajó la fotografía, el sonido y la música; cómo fue el proceso de producción y el rodaje del film; y cómo se trabajó con los actores. Todo eso y más es lo que recorre el documental de más de tres horas y media dirigido por Charles de Lauzirika, colaborador habitual en el registro de los making off de Sir Scott.
La película se lanzó como acompañamiento de la salida del Final Cut de Blade Runner, la única versión que, veremos luego, estuvo bajo el control de Scott.

Si algo deja en claro este documental es que el rodaje de la película fue una proeza para la época, difícil de asimilar a cualquier cosa que se quiera hacer hoy por hoy e inimaginable para los tiempos que corren, donde la tecnología y las pantallas verdes han reemplazado los efectos prácticos en el set.
El documental es ideal para conocer más sobre la cantidad de personas involucradas en una producción de estas características y lo difícil que es realizar una película de esa magnitud. Entre mis partes favoritas están todo lo que se narra sobre la participación de Rutger Hauer en el film y su célebre monólogo “Tears in Rain”, que, si bien estaba incluido en el guion, el actor modificó sustancialmente horas antes de rodar. Por ejemplo, la última versión no mencionaba “Tears in Rain” ni tampoco la puerta de Tannhäuser.
Pero la cosa no se queda solo ahí. Hacia el final, Lauzirika retoma un último eje vinculado a la recepción que tuvo la película en el público. Esto es algo que se insinúa a lo largo de todo el documental, que básicamente intenta explicar que la película era tan imposible de filmar y requería tanto presupuesto que los estudios estaban más asustados de perder plata que un macrista de ser vacunado con la Sputnik V.
Todo ese temor de perder mucho, pero mucho dinero, hizo que para Ridley la producción de la película fuera muy complicada y que el montaje final se viera muy influenciado por el estudio más de lo habitual. De ese modo, para que George de Ohio no se perdiera en la historia mientras come una hamburguesa y se toma una coca en el cine, Ridley fue obligado a incluir una voz en off ridícula que explicita todos los pensamientos de Rick Deckard (Harrison Ford) a lo largo de la película. El documental tiene un momento muy simpático en el que Frank Darabont, realizador de The Shawshank Redemption y The Mist, cuenta cómo se agarró la cabeza en el cine con la explicación por demás subrayada en el final del film.

Como decía, todo ese recorrido no es casual. Lauzirika fue uno de los principales impulsores y colaboradores en la producción del final cut de Blade Runner y su película es un manifiesto acerca de cómo un estudio arruinó por miedo a las pérdidas lo que podría haber sido una de las mejores películas de todos los tiempos. Porque, acá hay otro dato para algún desmemoriado o jovencito, Blade Runner fue un fracaso estrepitoso que recién con el correr de los años y gracias a las otras versiones de la película que fueron apareciendo se convirtió en un film de culto y un clásico de la ciencia ficción. Bueno, además de la mejor película de este viejo tomador de whisky oriundo de South Shields.
Todas las películas, la película
Si son lectores jóvenes y entusiastas tal vez hayan seguido de cerca todo este escándalo reciente sobre el Snyder Cut y cómo la película de la Liga de la justicia pudo haber sido una cosa muy diferente en cines a la que fue en su estreno de 2017.
Lo cierto es que este escándalo no es novedoso y no nació de una película de DC. La industria del cine, por lo menos hasta mediados del siglo XX, era la industria de los productores. El director era solo un empleado, al igual que cualquier otro técnico, que iba, ponía la cámara y se iba. Recién a partir de la Segunda Guerra Mundial y el reconocimiento de los Estados Unidos a ciertos directores consagrados de aquella época para que fueran quienes registraran la visión nacionalista de la participación del país en el conflicto bélico y luego con la explosión de la figura del amateur europeo, los directores de cine pasaron a ser la estrella principal del negocio. Claro que así también se chocó la calesita cuando los realizadores del New Hollywood de los 70 se entusiasmaron un poquito de más y terminaron haciéndoles perder mucho dinero a los estudios por sus caprichos, pero bueno esa es otra historia. Quedará para el especial de Cimino.
Es muy habitual en la industria del cine norteamericano, donde la división de roles se respeta como religión, que el director no tenga el corte final de su película. Casi nunca es él quien edita el film y solo participa de intercambios con el montajista y los representantes del estudio. En la mayoría de los casos, el corte es consensuado, pero esto no siempre ocurre. Cuando no hay acuerdo es muy difícil que un director se pueda oponer al lanzamiento de la película, porque por lo general es el que tiene el menor porcentaje de los derechos. Si no me creen hablen con el bueno de Kenneth Lonergan, que filmó Margaret en 2005 y recién la pudo estrenar en 2011, luego de toda una serie de litigios con 20th Century Fox por el montaje final de la película.

Con el apogeo del consumo hogareño de películas, iniciado con el VHS y luego con el DVD, se volvió más común la posibilidad de contar con películas que presentaban múltiples versiones. La necesidad de darle algo extra al espectador para que disfrutara en su casa generó que los lanzamientos en DVD vinieran acompañados de metraje extra, escenas adicionales, etc. En la mayoría de los casos, los cambios no eran significativos, pero en muchos otros las películas eran completamente diferentes.
Así como le pasó a Blade Runner, podemos encontrar muchos ejemplos: Superman II, de Richard Donner, Robocop, de Paul Verhoeven, Apocalypse Now, de Francis Ford Coppola, Heaven’s Gate, del ya mencionado Michael Cimino o Donnie Darko y Southland Tales, de Richard Kelly, solo por mencionar algunos casos.
En la actualidad, el fenómeno de las franquicias parece haber matado la política de los autores en la industria. Hay pocos nombres y les cuesta hacer cine. Ya hablamos sobre ellos en el número 34, dedicado al nuevo Hollywood. Explicamos en aquellas páginas que la necesidad de llevar muchas personas al cine y brindarles una “experiencia” diferente ha llevado a que los estudios inviertan mucho en un número pequeño de grandes películas y muy poco en films independientes. El resultado es el final del cine de costo medio y una saturación de películas de superiores y sagas que como mínimo llegan a una trilogía. En ese mercado los cineastas vuelven a ser directores pagos por un estudio que ya tienen formateo y seteo de cómo deben ser las películas. Hay poco margen para innovar.
Más allá de todo esto, hay muy pocos casos como los de Blade Runner y Ridley Scott. De existir algo así como el récord Guinness de películas con más versiones oficiales, de seguro tendría asegurado el primer puesto.
Veamos:
- Existe un primer corte de la película, previo a su estreno comercial, que se mostró en 1982, como prueba para el público. Este corte, llamado “Blade Runner Workprint Cut”, incluía algunas diferencias con la versión comercial, la principal era la ausencia de una voz en off de Deckard que narrara toda la película. Además, como era un corte provisorio, faltaba la mayoría de la música de Vangelis.
- Luego está lo que se conoce como Theatrical Cut, que es el corte que salió en cines para su estreno en 1982. La característica principal de este corte es la presencia de una voz en off de Deckard a lo largo de toda la película y, por supuesto, un final distinto al que luego incluiría Ridley en sus dos versiones de director posteriores (el Director’s Cut y el Final Cut).
- Previo a las versiones de Ridley tenemos dos cortes más: el primero es el International Cut, lanzado en la edición especial de Blu-ray de 7 discos, y que es similar al Theatrical Cut, salvo por tres escenas de violencia explícita que se habían recortado para Estados Unidos y que luego Ridley sumaría al momento de armar el Final Cut. El segundo es la versión para Televisión de Estados Unidos de 1986, un corte hecho por la CBS que no creo que se consiga y que es medio difícil de sostener como “otra versión” de la película. Si bien lo es, es bastante normal que una película comercial sufra modificaciones de algún tipo, incluso de contenido, cuando se decide su lanzamiento en televisión.
- Casi cerca del final, pero no tanto, está la versión que se conoce como Director’s Cut de 1992, y que imagino que es la que vio la mayoría de las personas, o por lo menos, la más recordada porque fue la que luego más circuló en ediciones en VHS, Laserdisc (¿se acuerdan de este formato?) y DVD. El caso de este último noble formato es especial, dado que fue el más pirateado en los albores del nuevo milenio gracias al Ares, Emule, los Torrents y hasta los viejos “VCD”. Este montaje, si bien es un corte de Ridley, no es una película respecto de la cual haya tenido “el total control creativo”, sino más bien la realización de la película que él hubiese querido estrenar comercialmente en un acuerdo con Warner. El montaje estuvo a cargo de Michael Arick y se realizaron una serie de cambios importantes: se eliminó la voz en off, se cambió el final (en esta versión la película termina cuando se cierra la puerta del ascensor), y se añadió la famosa escena del unicornio que es bastante relevante porque resignifica todo el personaje de Deckard. Según trascendió, Ridley estaba un poco ocupado con sus obligaciones de Thelma & Louise, así que no le dio mucha pelota a lo que estaba pasando, más bien supervisó por arriba. Por eso, cuando se lanzó, si bien manifestó su conformidad, también explicó que no podía sentirla “como una verdadera versión del director”.
- La revancha definitiva apareció en 2007 de la mano de Charles de Lauzirika, quien a comienzos de los 2000 ayudó a Ridley, que estaba un poco desocupado, para recuperar los negativos, restaurarlos y planear una versión en la que el director tuviese la totalidad del control creativo del montaje. La idea original era lanzar el corte para el 2001, pero por una serie de disputas legales la cosa se demoró hasta 2007 y la película salió como parte de un boxset de 5 discos, llamado Five-Disc Ultimate Collector’s Edition, que incluía el Final Cut, el Theatrical Cut, el International Cut, el Director’s Cut, el Workprint y, además, el documental que mencionaba más arriba, Dangerous Days: Making Blade Runner. Más allá de algunos cambios medio tramposos, como por ejemplo los tonos de varias escenas y algunos cambios menores de duración de planos y escenas, lo central de este corte es que tiene la escena original del unicornio y las escenas de violencia explícita que solo estaban en el International Cut.
- Y la cosa no queda ahí. Existen algunos cortes de la película hechos por fans: The Nexus 6 Extended Cut y The White Dragon Cut. Estos sí que no los vi, los encontré en la entrada de Wikipedia.

Hace algunos años, le regalé a un querido amigo, que me parece que sigue siendo el director de esta revista, el boxset de la edición por el 30 aniversario de Blade Runner. Incluía todas estas versiones en formato Blu-ray y algunos extras más, por ejemplo, un hermoso Spinner en miniatura. Quizá él no lo notó en su momento, pero el embalaje no estaba sellado. Antes de dárselo, me embriagué con todas las versiones, hasta el corte internacional. Espero que no se me enoje, Deckard y Ridley lo valen. Philip Dick murió en marzo de 1982, unos meses antes del estreno de la película (o por lo menos, una de “las películas”). Jamás se enteró de todas estas versiones alternativas que rondan a la adaptación de una de sus obras más célebres. Como mínimo, se me ocurre que le resultaría un tanto divertido todos los detalles que acompañan el film y todas las realidades alternativas del multiverso Blade Runner que pueden coexistir. En parte, es un lindo homenaje.
Esta y más notas en el Nro. 36 de la Revista 24 Cuadros
