Los invisibles #9: el McGuffin y otras yerbas

Van dos hombres en un tren y uno de ellos le dice al otro: –¿Qué es ese paquete que hay en el maletero que tiene sobre su cabeza? –El otro contesta–: Ah, eso es un McGuffin. –El primero insiste–: ¿Qué es un McGuffin? –Su compañero de viaje le responde–: Un McGuffin es un aparato para cazar leones en Escocia–. Pero si en Escocia no hay leones –le espeta el primer hombre–. Entonces, eso de ahí no es un McGuffin –le responde el otro.
De esta forma explicaba el significado el gran Alfred Hitchcock en una entrevista a François Truffaut en el gran libro-entrevista El cine según Hitchcock (1966). Pero pasando en limpio ¿a qué nos referimos cuando hablamos de un McGuffin?
El McGuffin es un elemento de suspenso que hace que los personajes avancen en la trama. Es una excusa argumental para iniciar las acciones de los principales personajes y hace referencia a un objeto, recurso (también puede ser una persona o algo abstracto) que es de suma importancia para los personajes, que los empuja en su búsqueda, pero en sí mismo, dicho objeto/McGuffin carece de importancia o relevancia para la historia. Puede ser intercambiado por cualquier otro objeto o persona.
Genera un constante engaño que provoca giros argumentales que, aunque esté basado en aquel elemento x, redirige la atención hacia otro objeto que puede ser muy distinto, también para cambiar el ritmo. Permite a lxs guionistas ir tejiendo de manera planeada o no tanto el argumento como el crecimiento de lxs personajes.
Puede haber McGuffin de objetos, personas o abstractos. Por lo general, se utilizan más los de objetos, son los más fáciles de usar y distinguir. En Star Wars (1977, George Lucas), los planos de la estrella de la muerte que tiene en su memoria R2D2 desatan la cadena de eventos que conocemos de Luke y Han Solo. En Charlie y la fábrica de chocolate (2005, Tim Burton), la búsqueda del boleto de oro es el objeto por buscar. Este tipo de McGuffins es muy habitual en películas de acción, aventura, espionaje. Pueden ser planos, un arma secreta, una evidencia. En El gran Lebowski (1998, hermanos Coen), una alfombra orinada, en Indiana Jones y los cazadores del arca perdida (1981, G. Lucas) el McGuffin aparece en el título, al igual que en toda la saga.

El McGuffin es el puntapié inicial para que avancen las acciones, pero luego nos olvidamos de él porque ya nos metimos en la historia. Pasa con la alfombra orinada, o con los McGuffin de Indiana Jones, en especial en La última cruzada (1989, G. Lucas), donde el Santo Grial es una excusa para tejer y conocer la relación padre-hijo de los personajes interpretados por Harrison Ford y Sean Connery. Algo similar sucede con el contenido del maletín en Pulp Fiction (1995, Quentin Tarantino).
En Titanic (1997, James Cameron), el collar es un McGuffin que nos introduce en la historia y que luego olvidamos, y el mejor ejemplo es el del maestro de los McGuffin con el dinero robado por Marion Crane en Psicosis (1960, Alfred Hitchcock). Nos centramos tanto en esa acción y en el suspenso que corre alrededor del escape que en un maravilloso giro estamos dentro de la historia de Norman Bates en su Bates Motel. Sobre el jefe y el dinero robado, ¿alguien se pregunta al final?
Un McGuffin también puede ser una persona como en Rescatando al soldado Ryan (1998, Steven Spielberg); llegado el momento, nos interesa más el devenir del pelotón que lo buscó. Perdida (2014, David Fincher), Shutter Island (2009, Martin Scorsese), en ambas buscan a una mujer perdida, y en Los sospechosos de siempre (1995, Bryan Singer) la acción avanza por descubrir quién es Keyser Soze.
Quizás los McGuffin más complejos sean los abstractos como en Gladiador (2000, Ridley Scott) en busca de la venganza, o en Batman inicia (2005, Christopher Nolan) se persigue una justicia valedera y superadora. Al ser abstractos, es más difícil de identificarlos, pero allá están como en Patch Adams (1998, Tom Shadyac) o Despertares (1990, Penny Marshall) con tratamientos a pacientes fuera de los paradigmas médicos del momento.

En fin, el McGuffin puede estar o no, pero es una herramienta sumamente útil para iniciar las acciones que despegan la trama, y una buena excusa para conocer más a fondo a nuestros personajes. Es algo que desean todxs. También se puede usar como McGuffin falso con el fin de engañar al público y a quien desea obtenerlo.
Claro que es una herramienta más entre muchas. Y algunas que pasan sin pena ni gloria o de las que se hablan menos es el deus ex machina, o su contraparte diabolus ex machina.
Deus ex machina es un artilugio con el cual se resuelve el conflicto de una historia por alguna necesidad del guion, una causa externa que no tiene nada que ver con la lógica interna de la historia. En pocas palabras sería “se resolvió por arte de magia/divina”, como sacado de la galera. El término viene del teatro griego clásico, donde los conflictos se resolvían por la aparición de un dios del Olimpo (claro que un actor, eh) colgado de una grúa. Hoy en día, como espectadorxs, claro que esperamos más laburo de parte de lxs guionistas y que no nos den un final tan fiaca.
Uno de los deus ex machina más conocido es en Romeo y Julieta, de William Shakespeare, donde la historia se resuelve por la mediación del príncipe. Pero el cine no quedó ajeno a este recurso, y lo vemos en Jurassic Park (1995, Steven Spielberg), cuando nuestros personajes se encuentran atrapados por los velociraptor y se mete el T-Rex para “salvarlos de casualidad”. O en Superman (1978) cuando muere Lois Lane y de la nada al de azul se le ocurre volar alrededor del planeta e invertir el centro gravitatorio, y así volver unos momentos el tiempo atrás para salvarla. Lo mismo en Señales (2002, M. Night Shyamalan), cuando al final sabemos que el agua es el elemento con el cual podemos vencerlos. Una especie superinteligente que elige un planeta que es más agua que tierra, ¡dale, el Macri marciano era su líder! Se aconseja evitar este recurso, pero cuando se lo utiliza de manera correcta o sutil, puede llegar a funcionar, como en Avatar (2009) cuando la fauna autóctona de la nada ataca a los militares o en El Señor de Los Anillos: El retorno del rey (2003) con Gandalf que vuela en las águilas gigantes y salva a los hobbits.

El diabolus ex machina es la contraparte del deus. No aparece para solucionar las cosas de manera inesperada, sino para empeorarlas. Cuando estamos en una historia con la sensación de que el conflicto ya se resolvió o se está por resolver, aparece un objeto, habilidad, personaje o lo que sea para arruinar las cosas. En Carlito’s Way (1993, Brian De Palma) se complican las cosas cuando el personaje está por lograr su escape tan ansiado. En La vida de Oharu (1952, Kenji Mizoguchi), entre las distintas idas y venidas que tiene en su pesar, en el momento que parece establecerse recibe un revés tremendo de la nada. Por lo general, es un recurso más utilizado en el manga y los cómics.
No es necesario usar todos estos recursos, pero sirve saber reconocerlos. En un buen guion pueden pasar inadvertidos, pero si son muy latentes y perceptibles es porque algo hicimos mal. Las ex machina son recursos a los que recurrir cuando estamos empantanados en la historia, alguien diligente preferiría reescribir toda la historia, pero quien está en un deadline quizás metería la salvación inesperada. El diabolus puede darse más por inexperiencia, muy pocas veces es buscado intencionalmente, salvo que uno sea Mizoguchi, que es un capo y en las pocas películas que utilizó el recurso quedaron muy bien.
¿Cómo llegué hasta acá? No sé, arranqué con el McGuffin, lo lindo de escribir. Quizás en el próximo me explaye más sobre los plot devices, plot armor, asspulls, veremos, o el formato de guion. Quién sabe. La escritura guiará.