Mank: Fincher del lado de lxs guionistas

Quien avisa, no traiciona. La nota contiene algunos spoilers.
Mank (Gary Oldman) cuenta la historia de ego y poder detrás de la génesis de Ciudadano Kane. Recuperándose en una apartada casa en las afueras de California tras romperse una pierna en un accidente automovilístico, Herman J. Mankiewicz, Mank para lxs amigxs, recibe el encargo de escribir un guion para el “niño de oro de Hollywood”: Orson Welles, quien cuenta con la total libertad creativa de la RKO para hacer la película que quiera, cómo quiera y con la gente que quiera. Mank, en el ocaso de su carrera, acepta el trabajo y el plazo impuesto de 60 días, sumado a la condición de no figurar en los créditos.
Fincher, luego de Gone Girl (2014) y su atención centrada en las series House of Cards (2013-2018) y Mindhunter (2017-2019), vuelve a la pantalla grande para mostrarnos la historia detrás de la autoría de la obra maestra de Welles-Mank. A la hora de estudiar o hablar de cine es inevitable no nombrar al Ciudadano Kane (1941), la obra maestra en el séptimo arte dirigida por el gran Orson Welles. La factura técnica, la puesta en escena, el movimiento de cámaras, la profundidad de campo, la fotografía, el montaje, Rosebud, en fin, harto conocida por lxs cinéfilxs. Sin embargo, un dato del que mucho no se habla pero que cuando se habla se convierte en un picante debate es sobre su autoría, el bendito guion: ¿inspiración creativa de Welles o creación narrativa de Herman J. Mankiewicz?
“Cuenta la historia que conoces”
En 1940 Mank está en el ocaso de su carrera, desilusionado con la industria y ahogado por sus fantasmas con el alcoholismo y el juego, producto de una mente creativa desintegrada, pero que a la vez lo convierten en único como guionista, una especie de Charles Bukowski del guion. Siendo impredecible, el productor John Houseman (Sam Troughton) será el nexo con Welles y quien intente de alguna manera tener bajo control el ambiente propicio para que Mank escriba sin distracciones y en tiempo y forma. El gran Orson va al grano: “cuenta la historia que conoces”, pide a Mank en una de sus charlas telefónicas.

Mank está aislado y postrado por la lesión en la pierna, con la secretaria Rita Alexander (Lily Collins) para mecanografiar todo lo que se le ocurra, y alejado del alcohol muy a su pesar. La historia que conoce lo lleva al pasado, y la chispa creativa la encuentra en las reuniones sociales en la mansión de William Randolph Hearst: su Charles Foster Kane.
“No puedes plasmar toda la vida de un hombre en dos horas. Sólo se puede crear una impresión de ella”
En una queja de Houseman sobre lo confusa que encuentra la historia, con esas idas y vueltas en el tiempo que estructuran nuestra querida Ciudadano Kane, Mank responde con altura al remarcar que “la narrativa es un enorme círculo, como un espiral. No hay una línea recta que apunte a la salida más cercana”. La película trata sobre la autoría de Ciudadano Kane, y al mismo tiempo sobre Mank, o mejor dicho, en dos horas intentan darnos una impresión sobre la vida del guionista, quien, al igual que Kane, también es un hombre con el peso de los recuerdos y cuya vida vemos en fragmentos.
Con un toque precioso, cada flashback se marca como el encabezado de un guion: EXT-PARAMOUNT STUDIOS-DIA-1930 (FLASHBACK). Un guiño a la profesión, pero a todx amante del cine. Ya en otras transiciones, Fincher dejará ver los puntos del rollo fílmico, un recurso que ya nos mostró en Seven (1995).

La parte técnica es intachable con la fotografía de Erick Messerschmidt y el colorista Eric Weidt. Los tonos y la profundidad de campo que manejan rinden homenaje a Ciudadano Kane.
Pero, volviendo al tema: Fincher narra la historia plantado en 1940 mientras Mank escribe el guion y utiliza flashbacks para que comprendamos el por qué de su ocaso y la génesis de Ciudadano Kane. Cómo conoce a Hearst (Charles Dance) y su esposa trofeo Marion Davies (Amanda Seyfried), y cómo poco a poco se va desilusionando de Hollywood, mejor dicho, de la industria, la estructura de poder, la nula consideración de los capitalistas (los dueños de los estudios y los medios) para con lxs trabajadorxs y cómo moldean la creencia del público y la manipulan.
Estos flashbacks retratan la industria en Hollywood de los 30, previo a la Segunda Guerra Mundial y recién salidos de la Gran Depresión. Louis B. Mayer, dueño de la Metro Goldwyn Mayer, representa un plano secuencia sobre cómo se manejaba la industria en esa década: la emoción vende, y cómo grafica el productor, él siente emoción en el cerebro, el corazón, y en las partes íntimas para no irnos al carajo. Otro aspecto es el uso de lxs empleadxs técnicxs del cine, a quienes se les pide un esfuerzo y semanas sin cobrar por el momento económico que atraviesa el país. Como cualquiera en cualquier fábrica, lxs trabajadorxs del cine deben agachar la cabeza y aceptar el recorte, o irse sin un dólar.
“El valor es lo único que me queda”
La utilización de la industria del cine para moldear la opinión pública en las elecciones para gobernador de California en detrimento del demócrata Upton Sinclair es el punto de inflexión de Mank. El ver cómo el poderoso magnate de los medios Hearst utiliza el poder de Hollywood a través de Louis Mayer para favorecer al rival de Sinclair, a quien consideran comunista, asquea y frustra a Herman. Más teniendo en cuenta, no solo al perjudicado político, sino a lxs empleadxs obligados a filmar, guionar, montar y producir todo el aparato bajo la presión de “no volver a trabajar en la industria”, o “volver a la industria” en caso de negarse. Las consecuencias son funestas y afectan al protagonista del film sumiéndolo aún más en alcohol, alejándose de Hollywood paulatinamente, siendo más irascible con aquellos que “cortan el bacalao”.

En 1940, la actualidad de la película, cuando se corre del rumor sobre qué y quién está escribiendo, no faltan los intentos de censura y las propuestas de sus amigxs de que frene. Pero Herman está ante su obra maestra, y esta vez lo sabe.
“Eso necesitamos cuando Susan deja a Kane. Un acto de violencia pura”
Mank sabe que “Ciudadano Kane” es el mejor guion que ha escrito. Orson también lo sabe y por eso no quiere compartir créditos. Se dice que su talento sólo es superado por su ego y se lo enrostra a Mankiewicz. Orson, a pesar de ser el responsable de quitar las distracciones para que Mank escriba, de remarcar el peligro de no volver a trabajar en Hollywood por no cumplir con su palabra, no logra que Herman ceda en su posición. Pero como si fuera una premonición, el alemán dictamina “están cansados de mí (por Hollywood) y me lo he ganado, pero tú te crees el gran salvador del universo y sólo esperan a desecharte”.
“¿Cómo has estado, Mank? Entre películas”
David Fincher es un gran director, pero casualmente no escribe sus propias películas. Mank es un guion hecho por su finado padre Jack Fincher, periodista que tras jubilarse quiso probar con escribir un guion para cine. A finales de los 90, David intentó llevar el guion de su padre a la gran pantalla con el protagonismo de Kevin Spacey y Jodi Foster, pero ningún estudio veía con buenos ojos hacer un film en blanco y negro.
Tras la muerte de Jack en 2001, el proyecto durmió en un estante de oficina, hasta que al finalizar la segunda temporada de Mindhunter, David lo recuperó cuando en Netflix le preguntaron “¿qué querés hacer?”. Sin ganas de arrancar un proyecto de cero, y con las nueve versiones corregidas del guion de su padre, llegó el momento para Mank.

Esta película abre el debate de la teoría de Schreiber sobre que el guionista es el principal autor de una obra cinematográfica, aun por encima del director. Ya en los 70, la crítica de cine Pauline Kael escribió el ensayo “Raising Kane” sobre la película de Orson Welles y dando mayor relevamiento al trabajo de Mankiewicz. Muchos seguidores, entre ellos Peter Bogdanovich, descalificaron al ensayo como una gran falacia. En la película de Fincher, sabemos que Charles Foster Kane es una creación de Mank al conocer a Hearst, sin embargo, en el film RKO 281 (Benjamin Ross, 1999), producida por los hermanos Ridley y Tony Scott, nos muestran que Orson y Mank conocen juntos a Hearst. ¿Cuál versión será la verdadera?
Sin dudas que Mank escribió una gran obra y, por otro lado, Orson Welles habrá corregido y reescrito algunas o varias escenas. Como se dice siempre “un mal guion aunque tenga un gran director será una mala película. Pero un gran guion en manos de un mal director aún será una buena película”. Por lo menos en este round, David Fincher apoya el rincón de los guionistas.