Equinox: con el nombre de “la princesa”

Corre el año 1999. Astrid tiene tan solo 9 años cuando la división de estudiantes de la que forma parte su hermana Ida, de 18 años, está a punto de graduarse y, en un paseo en el que festeja esa circunstancia, desaparece misteriosamente en su casi totalidad.

Tras el extraño suceso, Astrid queda traumatizada y comienza a sufrir perturbadoras visiones sobre una cueva de niebla anaranjada en la que parecen estar atrapados los estudiantes desaparecidos, junto con su hermana Ida y el chofer del camión que los transportaba. Poco a poco, irá descubriendo además la presencia amenazante del soberano de ese “otro” mundo, el Rey de las Liebres. Preocupado por ese estado alterado de la nena, su papá Dennis la interna en un centro psiquiátrico, mientras que su mamá Lene parece conocer otras causas para los trastornos de la hija.

Pasan los años, Astrid se aleja de su casa, de su ciudad, de su familia y de su entorno infantil, y está separándose de su esposo David y resolviendo qué quiere hacer de su vida, incluso respecto de su pequeña hijita. Es el año 2020, cuando Astrid, que desarrolla un programa radial en el que trata el tema de la superstición, recibe una extraña llamada durante la emisión. Es un antiguo amigo de su hermana, Jakob, uno de los tres estudiantes que lograron sobrevivir al episodio en el que desaparecieron sus 21 compañeros de estudio. A las pesadillas de la infancia, que repentinamente han regresado, se suma esta sorpresiva señal de su pasado que la convoca a desentrañar lo que ha sucedido, aquello de lo que nadie más ha vuelto a hablar en mucho tiempo.

Ante semejante estímulo, Astrid se dispone a averiguar qué le sucedió a su hermana y al resto de los estudiantes y termina descubriendo una turbadora y tenebrosa verdad en la que ella misma está implicada de una manera inesperada.

De esta historia trata básicamente Equinox, la serie danesa que Netflix ha puesto en pantalla durante el mes de diciembre pasado. Está basada en el elogiado pódcast “Equinox 1985”, que lideró la lista local de iTunes. La producción corre por cuenta de Apple Tree Productions para la famosa plataforma mediante la productora ejecutiva y directora general Piv Bernth.

Dos cosas hay que conocer de antemano para comprender cabalmente el contenido de la propuesta.

  1. Por un lado, ¿de qué hablamos cuando decimos equinoccio (el equinox del título)? Se refiere al momento del año en que el día y la noche tienen la misma duración debido a que el sol se encuentra sobre el Ecuador del planeta Tierra. La palabra, como tal, proviene del latín aequinoctĭum, que vendría a traducir ‘noche igual’.

Muchos parámetros planetarios se perfilan de manera especial durante el equinoccio, generando un escenario potencial y extraordinario:

  • El sol alcanza su cenit, es decir, el punto más alto en el cielo, a 90° en relación con una persona en la Tierra. Esto significa que el paralelo de declinación del sol y el Ecuador celeste coinciden ese día.
  • Los dos polos terrestres se encuentran a una misma distancia del sol, de lo que resulta que la luz proyectada sobre la Tierra es igual para ambos hemisferios.
  • Y lo más importante, el equinoccio de primavera está relacionado con el renacimiento. Marca el inicio de una temporada de crecimiento y reverdecer de la naturaleza. Es por eso que en las tradiciones del hemisferio norte se pondera esta etapa con la fiesta de la Pascua, los huevos y los conejos, símbolos de fertilidad por excelencia, y esta cuestión está íntimamente vinculada con la leyenda de Ostara. Mientras que el equinoccio de otoño marca el retiro del sol, la caída de las hojas, el inicio de la temporada más fría del año, el fin de las cosechas y la migración de las aves, pero esto no influye en la historia de Equinox.

Las fechas correspondientes a estos eventos han sido celebradas desde siempre por la humanidad. Algunas culturas las han utilizado para su propia motivación como, por ejemplo, lo ha hecho la Iglesia católica al celebrar el nacimiento de Jesús Cristo, en una fecha muy cercana al solsticio de invierno correspondiente al hemisferio norte.

2. Por otro lado, ¿de qué se trata la mencionada leyenda de Ostara?

Es una festividad que comparten Ásatrú y Wiccanismo, que se celebra en el hemisferio norte el 21 de marzo y tiene que ver con la llegada de la primavera y su equinoccio. En el hemisferio sur, se celebra alrededor del 23 de septiembre.

Comprender un poco el folclore en torno a Ostara, la diosa de la fertilidad asociada al amanecer o del despertar de las fuerzas germinativas, una divinidad de raíces danesas y alemanas que tiene relación con los orígenes del conejo de Pascua, ayudará a entender y disfrutar más de la historia que cuenta este relato. De cualquier manera, el guion de la serie da información suficiente sobre el tema. De todas formas, es bueno conocer que, de acuerdo con la mitología, cuando todavía era humana, Ostara, durante el equinoccio de primavera, se enamoró locamente del Rey Liebre, factótum de la empresa de conejos, huevos y la pascua, a la que se refiere la leyenda, y que ese amor fue recíproco, porque el extravagante monarca quedó prendado de ella. Y esta fantástica historia decantó en la popular leyenda que papá Dennis le cuenta con simpatía a la pequeña Astrid, promediando la temporada.

A fin de caracterizarla de alguna manera, podemos mencionar que la serie tiene reminiscencias de películas de terror rural –con rituales paganos equinocciales– y se vale de elementos del género fantástico, además de estar engalanada con una fuerza visual ponderable, aportada por la dirección. Dicha fuerza visual se encuentra determinada, entre otras virtudes, por la luminosidad de las figuras y de los fondos y sus interacciones de distribución formal y de tamaño dentro de la composición en los encuadres. En este sentido, si bien en su lanzamiento se la comparaba con Dark, podría decirse que, tanto en lo estético como en la temática, presenta más similitudes con “El tercer día” (The Third Day), de Dennis Kelly, una coproducción entre Sky y HBO que también se encuentra inscripta en el folk horror, en su versión anglosajona.

Por otro lado, como suele ocurrir en los true crime (subgénero narrativo caracterizado por la investigación y reconstrucción de crímenes reales, ya sea de forma documental o de ficción), la historia no se dedica tanto a los que ya no están o sobre el o los responsables del crimen, sino que se desarrolla mucho más respecto de los supervivientes de la tragedia o directamente sobre los que investigan (como pasa, por ejemplo, con “El asesino sin rostro” –I’ll Be Gone in the Dark–, la miniserie documental de HBO, dirigida por Liz Garbus, Myles Kane, Josh Koury y Elizabeth Wolff).

Otro aspecto para señalar es que, desde el punto de vista cinematográfico, en Equinox se destacan la utilización de elementos simbólicos dentro de la estructura narrativa que le permite elevarse por encima del contenido meramente estético y la dota de una agradable dimensión artística e invita a una participación más activa del espectador a niveles perceptuales e intelectuales. Se destacan sobre el conjunto, el uso de espejos e imágenes espejadas, una alternancia dinámica entre dos líneas temporales, con excelentes y artísticas transiciones, y efectivos jump scares que, aunque no siempre son originales, funcionan eficazmente en todas las ocasiones en las que se los utilizan. También puede reconocerse cierta morosidad que, siendo necesaria para un desarrollo más profundo de los personajes y de sus dramas personales, sin dejar de lado la cuota de intriga y misterio que requiere el relato, puede conspirar contra el concepto de entretenimiento arraigado en buena parte de los espectadores que consumen series por streaming y, por ende, exige una predisposición y un compromiso que la serie recompensa en un balance final. Todo esto da como resultado un thriller pausado y serio en el que los elementos sobrenaturales y los alocados personajes con los que se encuentra Astrid en su investigación se tornan efectivamente perturbadores.

Ahora bien, será que a mí me gustan mucho las obras audiovisuales que se apoyan en la buena actuación de los protagonistas y que este aspecto está desplegado en forma satisfactoria en los 6 capítulos que nos ofrece la primera temporada de la serie (que esperemos que sea la única), y este aspecto positivo, para mí, hizo que nada de lo que pueda señalarse como déficit haya sido suficiente como para boicotear mi interés por seguir la trama de principio a fin. También debe haber incidido mi gusto preexistente por la ficción danesa.

La protagonista Astrid está interpretada, en su versión adulta por Danica Curcic y de pequeña por Viola Martinsen; ambas actrices nos ofrecen destacadas actuaciones y comparten la conmovedora presentación del personaje principal por partida doble, ya que en la estructura del guion se nos muestra en alternancia tanto su pasado (1999) como su presente (2020). Como si esto fuera poco, completan un buen elenco: Hanne Hedelund y Lars Brygmann (como Lene y Dennis, los padres de Astrid), Karoline Hamm (como Ida, la hermana de Astrid), Fanny Bornedal (como Amelia), Ask Emil Mossberg Truelsen (como Falke), los tres estudiantes sobrevivientes del trauma de la misteriosa desaparición y Alexandre Willaume (como Henrik). La serie cuenta además con la eficiente dirección de Søren Balle.

En conclusión, puedo afirmar que los que busquen encontrarse con una nueva versión de Dark, como prometió una embaucadora campaña de marketing en su lanzamiento, deben abstenerse de intentarlo. Sin embargo, los que estén en condiciones de abordarla sin prejuicios ni expectativas previas, no deben tener temores en verla porque, como yo, se encontrarán con más virtudes que defectos.