The Mandalorian II: hay que endurecerse sin perder jamás la ternura

Hagamos unas líneas rápidas y con spóilers inofensivos sobre The Mandalorian: Favreau lo hizo otra vez. Nuevamente nos recordó que el universo Star Wars es una fiesta y que el fanservice bien hecho se agradece. Los ocho capítulos de la última temporada son transparentes desde sus títulos, The Mandalorian es una serie de aventuras cuya premisa narrativa más recurrente sería algo así: “Mando necesita algo, un personaje x en un planeta x se lo ofrece a cambio de ayuda, mientras Baby Yoda come cosas tiernamente”. Y si fuera solo eso, bastaría, digamos la verdad. Pero, pero… con todo ganado la serie igual sigue jugando y más o menos a la mitad de la temporada empieza a darnos, para nuestra sorpresa, todavía más.

El punto de partida es The Mandalorian, o Mando (emocionante Pedro Pascal), que huye con Baby Yoda y deja a Cara Dune (Gina Carano) y Greef Karga (Carl Weathers) en un planeta, con un supuesto Moff Gideon (Giancarlo Esposito) derrotado/muerto. Los primeros tres capítulos numerados como continuación de la temporada anterior no aportarán mucha más novedad, excepto por algunos personajes nuevos como Bo-Katan (Katee Sackhoff), una mandaloriana “distinta” que abre el juego para complejizar la trama. Sobre todo en las primeras tres entregas, la serie se hace cargo de su pertenencia a la narrativa de género tomando prestados recursos y homenajeando otras literaturas masivas como el, ya visitado, western, la ciencia ficción y las historias de piratas. También creo que pueden leerse algunos guiños a obras puntuales, como Dune o Alien. La música, la fotografía, el diseño de criaturas y la dirección de cada capítulo siguen siendo fascinantes.

A partir de la aparición de Ahsoka Tano (bella Rosario Dawson) en el capítulo 13, queda clarísimo que vamos a un in crescendo de emoción imparable. Ese episodio en particular, junto con el final, fue de mis momentos preferidos, porque además de mucha acción, buenas coreos de peleas, tensión, etc., tiene la profundidad a la que puede llegar el universo. Todo el tema con la Fuerza, pero, además, el lazo que Mando y… se viene spoiler fuerte… Grogu han construido es el piso en el que se sostiene toda la espectacularidad que tiene la historia. Sin meternos en la filosofía acerca de la Fuerza, creo que las lecturas que se pueden hacer de ese vínculo son riquísimas: hasta dónde nuestras creencias, credos, estructuras, pueden sostenernos aislados de quienes amamos. La importancia de dejar las armaduras para hacer un real contacto. La enseñanza y la paciencia, el asombro y la ternura como el camino de los vínculos. Me pongo sensible.

Por si no vieron los últimos capítulos no digo mucho más, solo que los títulos no esconden pero igualmente cada episodio tiene mucho para sorprendernos. El 14 tiene el regreso de un personaje muy querido de la saga, futuro protagonista de uno de los próximos spin off y de Fennec Shand (Ming-Na Wen). El quiebre en “profundidad”, si se quiere, se da definitivamente en el capítulo 15, cuando Mando toma una decisión que nos resignifica la frase this is the way, y también permite el ingreso de la cuestión política del universo, que en la mayoría de los capítulos permanece bastante lateral. El 16 tiene todo, ya cuando estamos a minutos del final será difícil que contengamos las lágrimas, no solo por la presencia de cierto personaje sino por la escena entre Mando y Grogu. Que Pedro Pascal haya logrado tremenda conmoción actuando con un muñeco habla de la fuerza ficcional The Mandalorian. Es casi seguro que haya una tercera temporada, quedó más de una cuestión sin resolver. Quienes la vimos entera solo podemos hacernos una pregunta, que por delicadeza no voy a enunciar. Le pedimos a Papá Noel entonces un 2021 con Mando y Grogu y que Disney + no nos queme la gorra con miles de spin off desechables, no lo olviden: this is the way.