35° FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE MAR DEL PLATA: RESEÑAS DÍA V

Competencia Argentina, por Benjamín Héctor Minevitz

  • Un crimen común, de Francisco Márquez (2020)

La oscuridad y las imágenes de monstruos irrumpen en la pantalla para dar inicio a Un crimen común, la sexta película del grupo de diez que se han presentado a la Competencia Argentina en Mar del Plata, con guion de Francisco Márquez y Tomás Downey, producción a cargo de Luciana Piantanida, Andrea Testa y Francisco Márquez, fotografía de Francisco Lastra y música de Orlando Scarpa Nieto. La dirección estuvo a cargo de Francisco Márquez, quien ya había codirigido con Andrea Testa el muy interesante thriller La larga noche de Francisco Sanctis (2016)

En realidad, los monstruos aparecen en la oscuridad del inocente túnel del tren fantasma del parque de diversiones, pero preanuncian el clima de la película. Cecilia es una mujer joven, vive con su hijo, es docente de alguna materia relacionada con las ciencias sociales en la Universidad. Enseña Althuser, Marx y demases. El titular de la cátedra la prohíja. Ya en el parque de diversiones le pasan cosas, un muchacho es empujado por la policía porque no tendría el boleto para ingresar al juego. Es el mismo muchacho que aparece luego en su casa como hijo de la señora que trabaja en quehaceres domésticos.

Unos días más tarde, el joven golpea la puerta de Cecilia por la noche, mientras es perseguido por la policía. Horas más tarde nos enteramos de su muerte, en el marco de un episodio de represión policial. La protagonista trata de acompañar a su empleada con su dolor, pero un abismo las separa, las realidades de ambas son distintas. Cecilia recela, alberga miedos. Comienza a mirar para atrás. Entra en pánico. Sabe algo y no se anima a contarlo.

Un crimen común es un thriller psicológico y político. Como corresponde a un buen relato con suspenso, Márquez muestra bastante para contar poco. El espectador tiene que construir parte de la historia. Nada sabemos del pasado de Cecilia. En el presente dicta una materia que cuestiona el status quo de la sociedad, cuyo titular es un viejo profesor que habría tenido actuación política en los 70. Ella orilla los cuarenta, su hijo es un niño en edad escolar y ambos viven en una casa confortable. Cecilia tiene una amiga que tiene un hijo de la misma edad. No hay muchos más datos.

La presencia de lo amenazante se hace cada vez más cercana a Cecilia. El miedo la va cercando. Los fantasmas se apersonan… o tal vez son realidades.

La película maneja muy bien el suspenso con secuencias largas, movimientos equilibrados, sonidos sutiles y una buena administración dela música como sugerencia.

Buena película, para valientes.

Competencia Internacional, por Anna Ciaffi

  • Red Post on Escher Street, de Sono Sion (2020)

El tan prolífico como extravagante Sion Sono está de vuelta. Red Post on Escher Street reúne una decena de personajes en un lugar tan extraño y tan familiar como lo es un set de cine. El film, se centra en cómo los personajes, todos actores principiantes, llegan la audición de un joven director de culto. Todo el proceso de selección de los intérpretes está abordado con una suerte de estilo de narración rashomónica, desde los diversos puntos de vista de los personajes, que también van hablando de las vivencias personales que cada uno trae.

Un relato coral que es tan grande, que los personajes se desdibujan en uno solo, a la vez de que cada backstory se graba en la cabeza del espectador por su ternura y su gracia.

Estéticamente, la película resalta por la excelencia de sus planos frontales, las paletas de colores vivos y complementarios, la frescura de una cámara en mano bien hecha, mezclada con los planos estáticos y vacíos, en una puesta en escena que de tan orgánica no parece medida, pero en su montaje y organización se nota que lo es.

En resumen, la última película de Sion Sono es indescriptible e inspoileable por partes iguales, pero su buena factura y por la alegría que transmite se la recomendaría a cualquiera. Un relato coral de japonesas que gritan, detrás del cual se esconde la revelación de que el amor existe y la muerte también. Y ambos dos se llevan bien con el cine.

Competencia Latinoamericana, por Fabio Vallarelli

  • Como el cielo después de llover, de Mercedes Gaviria (2020)

Mercedes Gaviria es una sonidista joven de la escena nacional. Para su corta edad, 28 años, se ha desempeñado en varios proyectos muy interesantes y ha recibido varias distinciones por su trabajo técnico-expresivo sonoro. Además, Mercedes es la hija del destacado cineasta colombiano Víctor Gaviria.

La ópera prima de Mercedes es una suerte de ensayo sobre sus deseos de ser cineasta y la forma de pensar qué tipo de películas quiere hacer y cómo. Para ello, gran parte de la acción transcurre durante el rodaje de la última película de su padre, La mujer del animal, en la que Mercedes trabajó como asistente.

Las imágenes de la filmación de la película se mezclan con el archivo familiar de la infancia de la directora y también con un registro cotidiano de algunos espacios de Buenos Aires, lugar donde reside Mercedes desde hace varios años cuando vino a estudiar cine en la FUC.

Se trata de una película que más que responder incógnitas intenta plantearlas, y en la cual su directora busca, o por lo menos eso se propone, reflexionar sobre el quehacer cinematográfico y cuál puede ser su lugar en el ambiente del cine. La mirada de y hacia su padre funciona como un espejo, tanto para tomar distancia, como para establecer referencias, y allí surgen algunas conclusiones que tienen el interés suficiente para dejar de ser una mera catarsis entre padre e hija.

Debo confesar que hay algo de este tipo de relatos que me resulta agotado y con lo cual me cuesta conectar. En el caso de esta película, si bien hay muchas cuestiones muy interesantes e imágenes muy bellas, la directora no parece poner nunca en verdadero cuestionamiento sus privilegios con relación al cine y con relación a la posibilidad de tener un nivel socioeconómico que le permita hacerse todas las preguntas que se formula en pantalla. Sin embargo, no deja de ser una película honesta y sincera, y eso siempre es bienvenido.