35° FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE MAR DEL PLATA: RESEÑAS DÍA IV

Competencia Argentina, por Benjamín Héctor Minevitz

  • Mamá, mamá, mamá, de Sol Berruezo Pichon-Rivière (2020)

Otra ópera prima se presenta ante el Jurado de la Competencia Argentina. En esta oportunidad se trata de Mamá, mamá, mamá, película dirigida por Sol Berruezo Pichon-Rivière y producida por Laura Mara Tablón. El guion es de la directora, la dirección de fotografía es de Rebeca Rossato Siqueira, el sonido de Lucas Larriera y la música original pertenece al pentagrama de Mauro Mourelos. Se trata de un largometraje de corta duración: 65 minutos. La directora ganó el primer premio del concurso Ópera Prima del INCAA. Esta película tuvo su estreno en la Berlinale, festival en el que obtuvo la Mención Especial del Jurado Internacional en la sección Generation Kplus.

Salvo por el aporte de un par de técnicos y el concurso de algunos actores como extras, Mamá, mamá, mamá es una película de mujeres, hecha sobre mujeres y con mujeres. El tema es la mujer independientemente de su edad y condición. En el film encontramos personajes (no hay género femenino para la palabra “personaje” sino lo usaríamos) de 4 o 5 años, niñas preadolescentes, una niña adolescente, mujeres mayores jóvenes y una abuela. Madres y niñas dueñas de casa o visitas tal vez y madre trabajadora doméstica y su hija. Los hombres que se ven en el film no cumplen ningún papel determinante en el relato, salvo… un muchacho que ayuda en la tarea de cercar una piscina y mira con ojos interesados a la adolescente de la casa. Casi nada pero bastante para el papel reservado a los hombres, tanto en cuanto a actores se refiere como a personajes, en ningún momento del devenir de la trama se mencionan padres, ni hijos, ni esposos o amantes, ni abuelos. Solo hijas, madres, sobrinas, tías, abuelas.

Una historia simple: una niña se ahoga en la pileta de natación. Su hermana Cleo, de 12 años, queda al cuidado de su tía porque su madre, desgarrada por la tragedia, no puede aportar presencia. Cleo tiene tres primas que la acompañan a las que se agrega la hija de la señora que hace trabajos domésticos. Suceden juegos, charlas, fantasías, rituales de iniciación, relatos de desapariciones. Las fantasías eróticas de las niñas se hacen presentes en las confidencias. ¿Qué sucede cuando las madres son requeridas y no responden? La presencia de la muerte de la pequeña, de la que no se habla, es insoslayable. Frente al dolor se evita la mirada hacia la tragedia: la pileta de natación se oculta con una tela negra alrededor, no se puede usar más. El miedo está latente, pero surge.

Sol Berruezo Pichon-Rivière utiliza planos cortos y encuadres en los que los cuerpos aparecen muchas veces de modo parcial, sin mostrar los rostros, recurso que le permite mostrar un estado de rareza en los personajes.

Buena fotografía y música adecuada que acompaña el relato.

  • Las ranas, de Edgardo Castro (2020)

Las ranas es el tercer largometraje de Eduardo Castro. Luego de La noche (2016) y Familia (2019), presenta esta nueva producción en la Competencia Argentina, fruto de su propio guion. Es un film de corta duración, 77 minutos, pero de peculiar intensidad. Contó con la dirección de fotografía de Yarará Rodríguez, el montaje de Susana Leunda, el sonido de Gabriel Barreda y la producción general del propio Castro asociado con Hernán Glatsman.

Barbie es una piba joven, madre de una chiquita de más o menos un año. Vive en algún lugar del Oeste del Gran Buenos Aires, más bien en los límites, lejos, muy lejos de cualquier lugar céntrico. No se sabe bien con quién vive ni con qué condiciones. El lugar es muy precario. Hay un hombre del cual tampoco se sabe quién es. Ella sale a vender medias de mujer por “la Capital”, por los barrios, casa por casa.

Periódicamente va a visitar a una unidad penitenciaria a quien podría ser su novio, seguramente el padre de la nena. Es un lugar de detención con un régimen poco rígido. La primera vez la vemos hacer la visita con la nena, la siguiente sola, aunque ya comparte viaje y hotel con otras mujeres. Al muchacho también lo visita su familia, pero Barbie no es de la partida en esa oportunidad. En la jerga carcelaria se les dice “las ranas” a aquellas mujeres que llegan para visitar a los internos, sus novios. Barbie es una rana y como muchas de ellas se arriesga llevando en su cuerpo cosas prohibidas: celulares, pastillas… Que como todas brindan afecto y sexo.

Serios, los personajes siempre lucen serios, no tienen nada de qué reírse. La cámara los sigue muy de cerca, casi podría decirse que es parte de ellos, comparte su intimidad pero no los invade, los respeta. Está con ellos en los trenes, caminado por las calles, vendiendo por las casas, cuando se bañan, en el penal. Los acompaña cámara en mano, al mismo ritmo, con su misma música.

El modo de vida de mucha gente se cuela por la lente: el choripán, la venta de cigarrillos sueltos, en amontonamiento en el tren, las luces cancinas del anochecer, la promiscuidad de la pobreza.

Las ranas no juzga, vive al mismo tiempo que los que retrata. No es un documental, no es una ficción que desentraña un conflicto. Las ranas es un relato en forma de imagen.

Destacable trabajo en el tratamiento del sonido directo. Interesante propuesta.

Competencia Argentina de Cortometrajes, por Anna Ciaffi

  • Los arcontes, de Agustina Pérez Rial y Natalia Labaké

¿Ficción o documental? Una obra dentro de la observación de una ciudad y archivo.

Los Arcontes, de Agustina Pérez Rial y Natalia Labaké, cuenta la realidad de los inmigrantes de Rusia, Ucrania, Polonia y demases durante la Guerra Fría, que eran perseguidos por la policía dentro del marco del mismísimo Festival de Mar del Plata por acusaciones de izquierdismo conspirado.

Los planos, pensadísimos en su bella y geométrica estética, narran un relato extraño pero cohesivo que vuelve el cortometraje un punto de interés y reflexión importante dentro de la categoría.

Competencia Internacional, por Anna Ciaffi

  • Las mil y una, de Clarisa Navas (2020)

El segundo largometraje de la correntina Clarisa Navas cuenta la historia de Iris, una muchacha amante del básquet, inocente, abstemia, casta y -medio en secreto, medio en público- lesbiana. Es entonces la historia de Iris y cómo ella se enamora, más de forma platónica que otra cosa, de Renata, su primera chonga, muy diferente a ella.

Renata trabaja de striper y prostituta en el único boliche del lugar y, según dicen las malas lenguas, tiene sida y es drogadicta.

Iris se irá apegando de a poco a ella a ella, un poco intentando cambiarla, para encontrarse con que Renata, sin apurarla ni forzarla, la terminará cambiando a ella.

Una película en la que los personajes secundarios lo son todo, dándole calor y corazón al film, y en la que la estética un poco documental, desprolija y espontánea está tan bien hecha que logra hacer que el espectador olvide lo difícil de dicha construcción.

Como crítica, mencionaría lo extraño de querer demostrar que un lugar es homofóbico solo mostrando personajes LGBT, esto no funciona del todo. También, lo difícil que resulta querer al personaje principal: es tan tímida y con tan poca fuerza, que vuelve más fácil empatizar con la situación y el escenario que con ella misma.

Para ver y  juzgar por uno mismo.

Competencia Latinoamericana, por Fabio Vallarelli

  • Fauna, de Nicolás Pereda (2020)

Fauna es una película que podría pensarse desde dos ópticas. La primera, vinculada a la interpretación y el trabajo de la puesta en escena a partir del lo lúdico de las actuaciones; de alguna manera es una exploración sobre el verosímil y el abanico de posibilidades que existen para construir un personaje. La segunda, podría ser una suerte de relectura de la realidad sociopolítica mexicana, desde una crítica a la representación espectacular del narcotráfico en ese país.

El relato nos presenta a una pareja de actores que viajan a conocer a los padres de ella, y a partir de allí las situaciones de ficción van abriendo la película y generando diferentes capas narrativas, donde los personajes van entrando en diferentes diégesis, interpretando diferentes papeles, retornando muchas veces a sus personajes originales.

Es una película que a pesar de parecer muy compleja, está estructura con mucha consistencia interna, gracias al gran trabajo de guion y de montaje y que además ofrece una forma muy interesante de abordar las ideas de la representación y la interpretación. El tono en clave de comedia ayuda a que la película sea amena.

Vale mucho la pena.

  • Piola, de Luis Alejandro Pérez (2020)

Tengo poco y nada muy bueno para decir de este film vendido como la Amores perros chilena. Piola explora la vida de una serie de adolescentes, a partir de un montaje alterno de diferentes situaciones que se irán entrecruzando. Técnicamente la película es impecable, por momentos la fotografía no tiene nada que envidiarle a las mejores producciones industriales del continente, algo similar ocurre con el desarrollo dramático de la puesta en escena, ciertos encuadres y los movimientos de cámara. No sería nada extraño que dentro de muy poco se incorpore al catálogo de Netflix, solo por mencionar un servicio de streaming.

Sin embargo, noto mucha superficialidad en la construcción de los personajes y un guion que no termina de ser convincente y que parece ser más una pose que una verdadera declaración sobre el mundo joven trasandino. En Piola, no hay discusión política, no se vislumbra absolutamente nada de un país en plena revuelta como es Chile. De hecho, en la única escena en la que aparece la policía, el relato nos hace empatizar con ellos, ya que actúan de una manera muy comprensiva (para una fuerza de seguridad) ante un conflicto y son provocados sin ningún tipo de justificación.

Entiendo que puede haber un público al que le agrade la película y la disfrute, no es mi caso.