Rebecca: una película olvidable

A los 12 tuve un accidente entre bizarro y grave que me dejó en cama con el brazo inmovilizado por alrededor de un mes. Fue una desgracia con suerte para el resto del mundo, pero no para mí, ya que en ese período me perdí el campamento anual con mis compañeros de escuela. Hoy, 16 años más tarde, no logro entender por qué estaba tan triste por no poder asistir si mis amigas de ese momento se la pasaban haciéndome bullying y tratándome pésimo. Pero esa es otra discusión.
Para aplacar mi dolor preadolescente, mi madre buscaba cualquier tipo de entretenimiento que captara mi atención. Las películas, alquiladas en el aquel momento super mega gigante Blockbuster, fueron fundamentales en ese mes de reposo fatídico. Allí entró a mi vida Rebecca (1940), la primera película de Alfred Hitchcock que vi y que se quedaría en mi cabeza como mi predilecta del director.
Toda esta introducción cuenta en esta nota porque al ver el tráiler de Rebecca (2020) no supe si alegrarme u horrorizarme. Seamos realistas, ¿quién de nosotros ve la remake de un clásico con buenos ojos? Ya sucedió con la vergonzosa nueva versión de Psicosis, seguida por la no tan vergonzosa serie Bates Motel. Dejar los prejuicios de lado es una de las cosas más difíciles que enfrenta cualquiera que quiera vivir de reseñar obras ajenas. Sin embargo, mi desafío personal fue encarar la nueva Rebecca, dirigida por Ben Wheatley y estrenada el pasado 16 de octubre en la plataforma Netflix, con ojos imparciales.

Fallé. O tal vez falló la película, o ambas. Lo primero que es necesario aclarar es que esta nueva versión no es una remake del clásico de Hitchcock. El film intenta apegarse más al material base, es decir a la novela homónima de Daphne Du Maurier. Esta declaración actúa como una especie de escudo preventivo a las críticas, pero falla estrepitosamente.
Ya durante los primeros minutos la película cae en picada. No porque la historia o el guion sean particularmente groseros, de hecho, no es una mentira que sea fiel a la novela, sino por la nula química entre los protagonistas que son quienes deberán llevar la trama en sus espaldas hasta el final. Armie Hammer se ve y escucha robótico, poco carismático y parece un personaje más bien secundario a pesar de que el argumento gire alrededor del misterio que oculta su personaje. Lily James parece querer compensar la baja performance de su compañero con una tremenda sobreactuación, exagerando al extremo las características de la joven e inexperta señora De Winter (segunda). Entre los dos no se enciende una chispa y esto causa que después de cuarenta minutos la película se torne larga y aburrida, a pesar de que aún falte algo como una hora y veinte para el final.
El papel del ama de llaves, Mrs. Danvers, interpretado por la genial Kristin Scott Thomas, merece un párrafo aparte. La siniestra ama de llaves es sin duda el personaje más complejo e intrigante en todas las versiones, y en esta la actriz no desilusiona, pero la dirección de la película es tan plana, tan desinteresada que la relación tirante, la tortura psicológica y los componentes de horror que pudieran haberse conseguido se pierden completamente después de un par de escenas compartidas. Flota una sensación de que Rebecca (2020) malinterpretó su material base. Pareciera que la única intención es mostrar una historia de amor con gente bonita y paisajes bonitos, y ahí termina la cosa.

Uno no debe comparar, sobre todo teniendo en cuenta que en ningún momento el director dice intentar hacer una remake del clásico de 1940, pero cuesta no recordar al legendario Laurence Olivier como De Winter, el odio que uno le tomaba a la Mrs. Danvers de Judith Anderson o la empatía que generaba la Mrs. De Winter (segunda). Todo el misterio que rodea a este viudo, a su exesposa fallecida en circunstancias extrañas, a esa casa repleta de simbólicos fantasmas llevan al film a un clímax espectacular. Un clímax que la nueva versión no consigue ni de cerca, ya que ni siquiera logra hacer comprender a la audiencia por qué este matrimonio se ama si tiene pésima química y por qué toda esta gente a la que ni se molestan en presentar está obsesionada con una mujer supuestamente ahogada dos años atrás.
Si estaban evaluando darle una oportunidad a esta película, recomiendo cambiar el rumbo y ver “Gambito de dama”, una miniserie que también está basada en una novela y que vale las horas que consume. O, ¿por qué no? Darle una oportunidad al clásico de Hitchcock si es que no lo vieron. Prometo que no va a decepcionarlos y va a satisfacer todas sus necesidades de historias góticas y tramas escabrosas.