Errementari: había una vez un herrero endiablado

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Netflix me hace acordar mucho a aquellos bazares de Todo por 2 Pesos que proliferaron a fines del siglo XX. Esos locales misteriosos solían esconder tesoros entre sus incontables chirimbolos. Allí uno siempre encontraba algo valioso. Había no obstante cierto aire de aventura en esa búsqueda: por momentos, me sentía Indiana Jones eligiendo el verdadero Santo Grial. Pues bien, en estos últimos meses me he dedicado a bucear en las estanterías del terror de Netflix. Entre tanta baratija, tuve la suerte de encontrar esta pequeña maravilla. Bien me ha valido las mil veces que ha fallado mi instinto para elegir santos griales. La joya de la que hablo, modesta como la copa de un carpintero, se llama Errementari: El herrero y el diablo (2018).

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Errementari es el primer largometraje de Paul Urkijo Alijo, cineasta nacido en el País Vasco. La historia se prologa con un episodio ocurrido en el año 1835, durante la Primera Guerra Carlista que procura resolver la sucesión del rey Fernando VII. En Álava, un pueblo del País Vasco, un escuadrón de soldados carlistas detiene a un grupo de rebeldes cristinos, quienes transportan un cofre lleno de oro. Los soldados fusilan a los rebeldes en una escena que recuerda mucho un famoso cuadro de Goya. Entre los fusilados hay sin embargo un hombre que no sufre herida alguna. Entre las brumas del campo, el sacerdote que otorga la extremaunción entrevé al diablo. El teniente del escuadrón, sin embargo, ve a la muerte. Ocho años después, lejos ya de aquella guerra civil, Alfredo Ortiz (Ramón Agirre), comisario de la Diputación, arriba a Álava para averiguar el destino de aquel cofre lleno de oro. Los parroquianos de la taberna donde este funcionario se hospeda sospechan que el herrero Patxi (Kandido Uranga) esconde este tesoro. Temen sin embargo tener tratos con él. Su taller se localiza en lo profundo del bosque y está fortificado con muros y puertas cubiertos de cruces de hierro torcidas y largas púas oxidadas. Nadie se aventura hasta ese lugar salvo Usue (Uma Bracaglia), una huérfana que gusta de jugar en la soledad. Las circunstancias llevarán a Ortiz por un lado y a Usue por otro a traspasar las puertas del taller. Y el herrero Patxi se encargará de enseñarles el error que han cometido con ese acto.

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Mi principal recomendación es que vean Errementari en su idioma original. Está escrita en alavés, un euskalki o dialecto del euskera casi desaparecido. Este es el primer umbral a un mundo fantástico donde conviven un rancio cristianismo y un paganismo festivo. Paul Urkijo Alijo cosecha con amor no solo la lengua, sino también el folclore de su tierra natal. De este modo, Errementari es una adaptación de un relato oral de la zona que cuenta las aventuras del herrero Patxi, un hombre tan fecundo en ardides que hasta los diablos temían ir a recoger su alma para llevarla al infierno. Paul Urkijo Alijo toma al personaje de esta narración y lo sitúa en esta nueva aventura, una fábula oscura que abreva del barroquismo visual de obras maestras como Legend (Ridley Scott, 1985) y Labyrinth (Jim Henson, 1986). Apela incluso a la escuela de efectos especiales de esa época. En este sentido, no me parece casualidad que Alex de la Iglesia oficie de productor de esta joya. Es más: quienes gusten de esa mezcla de folclore y fantasía que Guillermo del Toro practica en El laberinto del fauno (2006), sentirán que entran en el mundo de Errementari como en su propio infierno.