Black Box: y sin embargo, late

(La cosa viene con spoilers)
El proyecto de colaboración entre Amazon y la productora Blumhouse, llamado Welcome to the Blumhouse, hace una nueva entrega. En esta oportunidad una película mezcla entre drama, ciencia ficción y terror llena de buenas intenciones, pero no por ello deslumbrante.
Nolan (Mamoudou Athie) ha sufrido un accidente en el que perdió a su esposa. Además, las secuelas le han dejado problemas en su memoria, volviéndolo incapaz de recordar cosas simples como dónde guardar las tazas o cuidar correctamente de su hija Ava (Amanda Christine). Aconsejado por su hermano Gary (Tosin Morohunfola), Nolan consulta a la doctora Lillian Brooks (Phylicia Rashad), quien lleva adelante un proyecto de recuperación de memoria llamado, justamente, caja negra.

El nombre del protagonista tal vez quiera hacer alusión a ciertos puntos de contacto que esta película tiene con Inception (2010), de Chirstopher Nolan; ingresar al inconsciente mediante una máquina para arreglar o modificar ciertas partes de la mente parece ser el más obvio. Pero la indirecta puede servir como guiño, mas no como referencia directa, ya que Black Box presenta un escenario sin enredos y con un planteo más simple de recorrer.
Al respecto, pareciera que el problema que adolece al guion es revelar el giro más importante cuando aún nos quedan 40 minutos de película. Enterarnos de que en realidad los recuerdos que Nolan no reconocía como propios eran parte de las vivencias del hijo de la doctora Brooks, Thomas (Donald Elise Watkins) implica que el resto de la película sea un recorrido melodramático con toques de moral que diluyen el thriller a lo escaso. Al parecer, la señora había bajado el cerebro de su hijo a un pendrive y la caja negra en realidad no es la memoria ni la máquina, sino más bien un backup de datos para insertárselos después a algún ingenuo.

Por otra parte, hay una cuestión que personalmente me costó asimilar, y es la actitud de Ava frente a la enfermedad de su padre y a la reciente pérdida de su madre. La idea es generar una rápida empatía y ternura frente a los terribles hechos que la niña tiene que sobrellevar, pero las responsabilidades que toma y su forma de encararlos se parecen más a una persona increíblemente adulta. Uno puede recordar I Am Sam (2001) y como Dakota Fanning cuidaba de su padre, pero allí la cosa tenía más sentido desde el verosímil y lo estructural; en Black Box es una baratija.
Después podríamos ponernos finos y malos, y mencionar que el lugar donde está la caja negra se parece más a un consultorio odontológico que a un tratamiento de la envergadura apuntada. Sin embargo, si hacer una película no es como hervir un huevo (entendiendo que hervir un huevo es fácil a menos que seas Mariano Iúdica), cualquier director debutante querría tener un estreno así. No le sobra solidez ni tiene detalles para convertirse en un clásico, pero puede entretener a algún temerario. Y sin embargo, late.
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