Los ilusos #13: quedan los artistas.

Hola, ¿cómo están? Otra vez acá, en una semana más de este maravilloso 2020. Estamos en octubre, sigue todo re picado. Creo que nadie imaginó que esto se iba a estirar tanto. Qué buenas aquellas primeras semanas donde se jugaba con la masa madre, se miraba The Office y todo esto parecía una oportunidad para salir mejores y menos enajenados.
Pero bueno, arriba ese ánimo. En CABA vuelven los shoppings, los gimnasios, el personal doméstico y, casi con seguridad, la escuela para los más pobres. Lo que no está claro es cómo va a volver el transporte público para que toda esa gente pueda viajar ¿Será el regreso de la gran subtrenmetrocleta? Quién sabe.
Esta semana tenemos una columna un tanto peculiar, vamos a hablar sobre perdedores y su representación cinematográfica. Ojo, no cualquier perdedor. Vamos a ocuparnos de casos “reales” de gente de la industria caída en desgracia que intenta, más o menos, demostrar que tiene algo más para dar.
Todo esto nace de haber visto una de las películas que más me gustó de este 2020: You Cannot Kill David Arquette.
¿Se acuerdan de ese paquete? Bueno, tiene ganas de aparecer de nuevo y lo hizo con una gran película. Además, vamos a repasar algunos otros films con una temática similar y no tanto: Seduced and Abandoned, I’m Still Here y JCVD. Todas obras que entran contacto con cómo la industria se maneja con un gran desprecio hacia las personas, usándolas y desechándolas cuando ya no le sirven.
Tengo también, por supuesto, un libro muy interesante que en alguito se vincula con todo esto.
Arranquemos, no sea cosa que los cuelgue cuarenta minutos como le pasó al gran Luis Machín.
Novedades: You Cannot Kill David Arquette
Estamos a mediados de los 90, plena decadencia de la estética visual y auditiva del mundo. Nos encontramos cerca del final de un milenio y, al parecer, el mundo se va al tacho. Las revistas para adolescentes adornan las piezas de las jóvenes. No hay #MeToo, ni nueva ola del feminismo. Abiertamente se instala la idea de los galanes y los príncipes azules en las películas. Leonardo Di Caprio, Brad Pitt, Matthew McConaughey, Stephen Dorff y otra serie de carilindos son la tapa de Vanity Fair, que no tiene ni idea qué carajos es la deconstrucción. Entre esos muchachos está David, el más joven de esa dinastía de hermanos actores medio de la B que son los Arquette. Por supuesto, hay que rescatar a Rossana y a Alexis (actriz trans, ya fallecida, que se animó a enfrentar al medio muchísimo antes de todo este presente un poquito más inclusivo).
David tenía todo para ser una gran estrella en el cine de Hollywood de esa década. Era más o menos fachero y ostentaba una expresión actoral un tanto desmedida, algo que en esa época cotizaba en alza. Sin embargo, la cosa se fue un poco al tacho cuando aceptó su papel más conocido y recordado: el policía Dewey Riley en la saga Scream de -me pongo de pie- el gran Wes Craven.
Digamos que su intepretación dio para los memes del momento: básicamente la ridiculización en sketches y películas satíricas como Scary Movie. Arquette cayó en un espiral de falopa que lo llevó a la lucha libre como parte de la campaña publicitaria de una película espantosa que protagonizaba: Ready to Rumble, de Brian Robbins. Una comedia bastante chota, como casi todo el cine los 2000.
La cosa es que todo este delirio publicitario hizo que Arquette se hiciera “luchador profesional”, “compitiera” y “ganara” el campeonato mundial de lucha libre de la WWE de Estados Unidos. Una suerte de 100% lucha con un poquito más de presupuesto, pero que sigue siendo igual de arreglada. A los fans de la lucha libre esto no les gustó mucho, se ve que el hecho de que ganara este marmota ya rompía un poco el verosímil de este “deporte”, y todo este asunto pasó a ser uno de los episodios más bochornosos y oscuros del catch norteamericano.
Pasaron 18 años de ese suceso, la carrera de Arquette no mejoró y solo sobrevivió a base de participaciones en TV, películas menores y alguna que otra serie que produjo.
Este es el punto de partida de You Cannot Kill David Arquette, documental producido por el propio Arquette y su esposa Christina McLarty Arquette, y dirigido por David Darg y Price James, que retrata la lucha por el actor para volver pelear en el circuito y demostrar que puede respetar y honrar su profesión de luchador.
La película, por supuesto, está toda paga y prestidigitada por su protagonista, y eso está perfecto. Si algo sabe este tipo es reírse de él mismo y de ser un fracasado; y eso es lo mejor del documental, que es muy divertido y, al mismo tiempo, permite pensar un poco como funciona toda esta industria que toma gente, la procesa y después la descarta.
Arquette sangra y lo golpean. Se prepara y baja a los submundos de la lucha libre independiente para tratar de volver al deporte. Se trata entonces de una muy bella historia de perdedores, con un intérprete que demuestra que en el papel correcto puede hacer las cosas muy bien. Vale muchísimo la pena, la encuentran en Stremio y demás medios non sanctos.
Misceláneas atemporales: Seduced and Abandoned, I’m Still Here y JCVD
Antes de empezar, un breve disclaimer: las películas que elegí son las primeras que se me vinieron a la mente y que pude asociar con el tema. De seguro hay más y mejores, si las recuerdan y las quieren dejar en los comentarios se agradece mucho.
Seduced and Abandoned es una película de 2013 y una suerte de documental –un tanto ficcionado- en el que James Toback, director de películas no tan importantes y destacadas, viaja junto a Alec Bladwin al Festival de Cannes de 2012, con la excusa de intentar vender una película que no existe. Esta película es interesante por dos motivos, uno voluntario, muy logrado; otro completamente involuntario, pero también muy logrado. Veamos.
En primer lugar, nos ubica a un tipo de Hollywood pero no demasiado renombrado como Toback, que hace con esta su mejor película, en un ambiente que ya no existe más en la industria cinematográfica: las películas de costo medio. A lo largo de todo el film, tanto Toback como Bladwin se entrevistan con una serie de directores, productores y gente de negocios, que muestran la cara B del festival de cine más importante del mundo y que dejan en claro cómo funciona el negocio: una película de menos de 10 millones de dólares es razonable, si cuesta más y no es una franquicia estás en problemas. Además, el director y el actor, sin hacerlo muy a conciencia, intentan celebrar esas películas que ya no existen: el bendito costo medio, que era el punto de equilibrio norteamericano entre el cine de autor y la gran industria.
El segundo punto, también muy logrado, pero de forma completamente involuntaria, consiste en mostrar toda la misógina, el machismo y lo hipócrita de la industria cinematográfica. La película se estrenó algunos años antes del #MeToo y retrata un momento y un espacio en el que mucho de los abusos que luego fueran hechos públicos estaban ocurriendo. Es curioso e impensado para hoy que el film sea una celebración de Él último tango en París (más allá de lo que podamos discutir sobre el incidente puntual), que ponga a Polanski en el lugar central que lo hace, las apariciones del propio Harvey Weinstein y Brett Ratner y ciertos pasajes en los cuales los productores se refieren a las actrices de un modo súper despectivo. Sin querer serlo, la película termina expresando una fotografía de una época y una serie cosas que sucedían con mucha naturalidad y eran un secreto a voces que todos permitían. Los mismos que hoy se espantan por Polanski son los que aplaudían y rogaban por el operativo retorno luego del Óscar a El Pianista. Sin ir más lejos, el propio Toback recibió más de 30 denuncias por acoso y abuso sexual.
Creo que por ambas razones la película vale mucho la pena.
Siguiendo con la ola de denunciados, I’m Still Here es el “documental” que filmó Casey Affleck sobre el supuesto retiro de Joaquin Phoenix de la actuación entre 2008 y 2010. La película es una tomada de pelo a la industria, a la propia carrera del intérprete y, al mismo tiempo, una falta de respeto total al hip hop y sus vertientes. Siendo bien intencionados, podríamos pensar que este último punto puede ser leído también como una sátira de la apropiación cultural blanca. Por supuesto, que ambas lecturas sean posibles y que todo sea tan ambiguo no hablan bien de la película.
Lo más interesante del film es que Phoenix haya aceptado llevar adelante esta mentira y puesta en escena a su vida personal, y que la haya sostenido durante algunos años, vendiendo una imagen performática pública de un modo real para toda la sociedad. Tiene momentos muy graciosos y también funciona un poco en línea al film de Arquette en el sentido de que el protagonista es tomado como un hazme reír para los medios y el público por intentar realizar otra disciplina en la que falla de manera contundente.
Imagino que todo esto solo fue posible gracias a un período muy oscuro de consumo problemático de sustancias ilegales de todos quienes participaron en la obra, incluido el propio Casey Affleck que fue denunciado junto con Phoenix por una productora y por la directora de fotografía de la película por una serie de conductas inapropiadas y abuso de poder en el set.
Me acuerdo que todos se espantaron por este hecho en 2017, cuando le dieron el Óscar a Casey. Este año lo ganó Phoenix y poco pareció importar nada del asunto.
Por último, me toca la que creo es la mejor de estas películas que voy a comentar: JCVD, esa gran obra en la que Van Damme (que creo que no tiene denuncias de acoso, solo algunos exabruptos homofóbicos dando vueltas por ahí), se anima a reírse de sí mismo y a demostrar que cualquier actor bien dirigido puede brillar.
Esta ficción nos presenta a Jean Claude, que hace de sí mismo, en un estado de derrota total: se está divorciando; sigue encasillado en un rol de héroe de acción, ya un poco venido a menos; y tiene mil problemas personales. La cosa se complica aún más cuando nuestro protagonista termina en el medio de un robo en un banco con rehenes y tiene usar su “renombre” para intentar dar una mano y calmar la situación.
La película es increíble. En un momento JCVD tiene un monólogo, sin cortar, de seis minutos, mirando a cámara, en el que, cual ejercicio de teatro, va pelando toda una serie de estados emocionales, incluido el llanto, que es maravilloso.
Obvio que toda esta crítica al sistema, a los héroes de acción y la mar en coche que hace acá el amigo Jean Claude mucho no le importó, y a la primera que le pasaron algo de cabida volvió a caer en la misma falopa de siempre con las secuelas de Soldado Universal y su papel en The Expendables. Pero bueno, quién te quita lo bailado.
¿Qué estoy leyendo? Dialéctica del trabajo creador del actor, de Raúl Serrano
Raúl Serrano quizá sea uno de los mayores y mejores teóricos y formadores de actores que tiene el país. El método de las acciones físicas es su caballito de batalla y una fuerte irrupción en pensamiento de la interpretación muy marcada por ese binomio antagónico que son Stanislavsky/Meyerhold. Probablemente diga alguna burrada o inexactitud aquí, ya que no soy un experto en la materia, pero lo que propone Serrano entiendo que ha sido esencial para romper la disyuntiva entre la interpretación anclada en buscar recrear lo “real” (el llamado método de Stanislavsky), y el alejamiento total de eso, que pretende solo un trabajo de expresividad física que prescinde de lo emocional (la biomecánica de Meyerhold).

Para Serrano poco importa que un actor pueda saber exactamente cómo es matar a alguien, jamás lo ha hecho, ni lo hará. Lo central es que pueda, mediante las acciones físicas, recrear de forma verosímil para el público ese hecho.
Todo esto, sumado a otras cuestiones muy interesantes sobre la interpretación y la construcción dramática de los personajes, aparece reflejados en este gran libro que es Dialéctica del trabajo creador del actor, que se consigue en PDF y que también encuentran a un precio muy razonable por internet. Se los recomiendo muchísimo si les interesa saber algo más sobre todo este asunto.
Les dejo esta entrevista, que está muy mal filmada y que se escucha peor, pero que es muy interesante para comprender mejor la teoría de Serrano:
Y bueno gente, eso fue todo.
Antes de irme dos avisos parroquiales:
- Continúa el ciclo de cine argentino recuperado los domingos en el MALBA, es un planazo. Consulten la web del museo para seguir la programación.
- El viernes arranca de forma virtual y gratuita el mítico FestiFreak de La Plata, uno de los mejores festivales de cine de Buenos Aires que este año llegará a todo el país de la mano de FestHome Tv. Hay muchísimas películas para ver, consulten la programación y el cronograma en la web del festival.
La semana que viene no habrá columna, aviso de forma anticipada. Tampoco es que esto les cambie mucho la semana y que lo esperen con tantas ansias, pero vi que la gente importante lo hace, así que por las dudas yo también lo hago. No sea cosa que me quede afuera de la pomada.
Cuídense mucho.
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