Entrevista a Laura Casabé, directora de Los que vuelven.

El jueves se estrenó por CineAr Play Los que vuelven, tercera película de la realizadora argentina Laura Casabé (El hada buena, La valija de Benavídez).
El film, ambientado a comienzos del siglo XX en la selva misionera, es una muestra muy interesante de la evolución de la producción del cine de género local y de cómo es posible relacionar sus aspectos argumentales con las costumbres y tradiciones de nuestra sociedad.
Sobre esto y algunas cuestiones más conversamos con Laura.[1]
¿De dónde surge la idea de Los que vuelven y por qué la elección del tiempo y el lugar en los que transcurre la película?
La idea de Los que vuelven en realidad tiene como una génesis que es un corto que se llama La vuelta del malón, que hemos filmado en el 2010, junto con Lisandro Verá, que es el coguionista de Los que vuelven. En este momento nosotros habíamos imaginado como una suerte de fantasía de venganza de las comunidades aborígenes que volvían a recuperar aquellas tierras que habían sido expropiadas por la conquista del desierto, porque ya teníamos presente la idea de fusionar un melodrama de época con una película de terror, y nos interesaba esto de utilizar el lenguaje del terror para quizás hacer un relato social. En ese momento hicimos ese cortometraje, luego escribimos el guion que se llamaba Malón,y bueno, las vueltas de la vida y haber conocido a un productor misionero y la cantidad de años que han pasado en el medio, entre una cosa y la otra, hizo que pegáramos un volantazo y cambiáramos nuestra locación, nuestra cabeza y nuestras ideas, y pensáramos en esta historia, de la cual se mantienen muchas cosas que teníamos presentes en la historia original, pero que terminaron ambientadas en el monte misionero en 1919. Si bien la versión original era más pegada a la conquista del desierto, porque hacía referencia a los malones ranqueles, para lo que fue después Los que vuelven nos movimos un poquito más adelante en el tiempo, porque nos interesaba también contar la época de la instalación de los yerbatales en Misiones y el trabajo de los mensúes.
¿Cuáles fueron las referencias del género que tomaron para la película?
Tomamos varias referencias a priori. Hay muchas películas de cine de terror clásico que referenciamos: Yo caminé con un zombi, de Jacques Tourneur; por supuesto, la saga de Romero de Los muertos vivos; el cine de Carpenter también fue un poco una influencia para nosotros; y después quizás El bebé de Rosemary. Más adelante aparecieron otras referencias más contemporáneas como The Witch, de Robert Eggers. Por ahí fueron un poco las referencias temáticas y audiovisuales.
¿Cómo fue el casting y la elección de los actorxs?
La elección de los actores fue un poco variopinta, pero casi todos fueron elegidos por casting. En el caso del personaje Mariano, el estanciero, desde un principio se nos vino a la cabeza Alberto Ajaka. Le alcanzamos el guion y él nos hizo una devolución súper interesante. Después, con el resto de los personajes, sobre todo con las dos protagonistas que son Julia y Kerana, hicimos casting. Y luego, el resto del elenco es un elenco misionero. Son muy pocos en realidad los actores de Buenos Aires. En el caso de las chicas, nos dimos un poco la posibilidad de hacer casting para encontrar a la actriz que más nos gustara. Con el caso Juliallamamos a varias actrices que nos interesaban, hicimos un casting en Buenos Aires y así finalmente terminamos trabajando con María. Y con el caso de Keranafue un poco más complicado, porque nosotros queríamos a una chica nativa para interpretar al personaje. Hicimos un casting grande en la provincia de Misiones, pero la verdad que no la encontrábamos, tampoco acá en Buenos Aires, y un día se cruzó esta idea de Lali González, que se le ocurrió a una productora y ella justo pudo venir a hacer el casting y cuando hizo a Kerananos encantó y medio que nos enamoramos de ella. Con el resto de los actores, hicimos casting en Misiones, tuvimos una directora de casting muy interesante, se llama Laura Andino, y ella nos recomendó a los actores, yo hice una preselección, y en Misiones estuvimos haciendo casting en Iguazú y en comunidades guaraníes de la zona.

¿Cómo fue el rodaje y la producción de la película? ¿Cuánto tiempo les demandó desde que la escribieron hasta poder tenerla terminada?
El rodaje de la película, la verdad, nos llevó muy poquito tiempo, lamentablemente. Fueron apenas 4 semanas, y fue una producción muy difícil por las condiciones de filmar en la selva y filmar en el monte, que son muy complicadas. Pero bueno, fue también una aventura única, así que en ese sentido no me arrepiento de nada. Pero sí, fue muy poquito tiempo la verdad. Todo el proceso completo, desde la escritura a terminar la película, lleva mucho, pero en realidad es por cómo son estas cosas. El guion inicial del largometraje, que se llamaba Malón, lo escribimos en el 2011, creo que lo presentamos al INCAA y le declararon de interés en el 2013. En el medio hicimos La valija de Benavídez y tiempo después retomamos el proyecto que terminó transformándose en Los que vuelven. Entonces fue un proceso de muchos años, pero no concretamente trabajando sobre la película.
La verdad que cuando nos tocó filmar estábamos en una crisis profunda, fue cuando surgieron esas primeras devaluaciones del gobierno de Macri, que nos mataron y que fueron muy bestiales. Tuvimos que reducir el tiempo de rodaje y filmamos en cuatro semanas, que fue de bastante asesino.
¿Qué diferencias hay entre esta película y La valija de Benavidez o El hada buena?
Con La valija y con El hada, suelo decir que son como de la misma familia, pero puedo decir que Los que vuelven es completamente distinta. Creo que encuentro algunas cuestiones temáticas que se asemejan. Creo que son películas ambiciosas todas, eso sin duda, y eso ha hecho que me haya metido en muchos líos. Ambiciosas también para los presupuestos que teníamos, en ese sentido sí puedo decir que son iguales. Yo creo que en esta película se ve una gran diferencia en términos de guion, creo que hay una evolución en términos de relato, en la forma y sobre todo en la puesta de cámara, en las actuaciones, en la mirada, en los tiempos. Yo siento que esta es una película bastante distinta de las anteriores, pero sí creo que en algún punto algunas cuestiones temáticas comparten. Creo que son todas de una manera terror social, creo que hay algo de esto de que son parte de como una suerte de universos cerrados, con sus reglas, y que tienen algún tinte surrealista un poco las tres. Me parece que tienen también alguna suerte de clima claustrofóbico y algo catártico, quizás en el final. Pero sí siento que esta es una peli mejor que las anteriores en muchos aspectos. Y siento la evolución del paso del tiempo, la experiencia, el cambio de mirada y el aprendizaje.
¿Cómo ves la situación actual para estrenar una película? ¿Pensás que por lo que viene pasando con la cantidad de vistas de la plataforma CineAr puede tener más espectadores de los que hubiese tenido en una sala?
Realmente creo que está siendo muy positivo para el cine nacional lo que está ocurriendo con CineAr. La verdad que me entusiasma bastante, más allá de que por supuesto es extraño. Nosotros vamos a estrenar la película en el autocine del río, entonces habrá un color así de estreno en cines que procuramos tener. Pero más allá de todo eso, me parece que lo que se está generando es interesantísimo, es mucha la cantidad de público que están generando las películas nacionales, son números impensados para un estreno en salas. Una película independiente que puede tener entre 15.000 y 20.000 espectadores se considera un éxito, y ahora se habla de cifras mucho mayores. La verdad, me parece súper auspicioso lo que esta cuarentena, pandemia, confinamiento le está aportando al cine nacional en términos de público. Otra cosa que es muy linda es que viaja por todo el país la peli. Al estar en la plataforma gratis, la verdad que todo el mundo que tenga algún dispositivo tiene acceso a ella, y al estar en la tele también. De pronto que la película le llegue a la mayor cantidad de gente posible me parece que está buenísimo, se federaliza, y es muy positivo que tengamos la posibilidad de que se popularicen las películas nacionales y que el público se acerque. Al principio tenía mucho resquemor y muy pocas ganas de estrenarla online. Te digo en abril, cuando fue empezando todo, y quería también esperar un poco para ver cómo evolucionaba todo este relato. Pero ahora, con el paso del tiempo, lo que veo es algo más que interesante.
¿Cómo ves el panorama de la producción de cine de género en el país? ¿En que se modificó con la existencia de concursos o programas como el Blood Window? ¿Cuáles creés que todavía siguen siendo los principales desafíos para que estas películas encuentren más espectadores o tengan mayor difusión?
Creo que está en evolución y en alza. Y nos ha llevado muchos años también, porque es un cine hecho en los márgenes, y de un tiempo para acá la verdad que siento que se está de a poco prendiendo el prejuicio sobre el cine de género argentino, por dos cuestiones: una porque todos hemos madurado como realizadores y hemos trabajado muchísimo para que así sea. Y después, Blood Window ha sido clave y un empuje fenomenal y sensacional para los que nos dedicamos a esto, porque además nos ha acercado al mercado internacional y eso es una puerta que yo creo que fue clave y es clave para que el INCAA les haya dado aceptación en los comités a nuestras películas. Lo bueno de este momento del cine nacional es que es súper variopinto y con propuestas de lo más heterogéneas posibles, para que deje de haber una mirada hegemónica sobre qué es bueno o cool ver. Ahora hay un cine de género muy sólido, muy interesante, pero que, bueno, tuvo que ganarse ese lugar, que todavía está costando mucho. Creo que hay que seguir mejorando, el camino que ofrece Blood Window de permitir, por ejemplo, el enlace con festivales internacionales hace que nuestras películas hayan podido acceder a festivales, como en Corea el BIFAN, o Sitges, que si mirás en este momento debe haber cinco películas argentinas, una cosa así, y eso es genial. Blood Window allanó mucho el camino, fue una visión muy inteligente en su momento para detectar que existía un mercado de cine de género enorme, fuertísimo, en el exterior y para apostar al cine de género latinoamericano. Nos abrió el camino muchísimo y me han ayudado un montón.
Y claro que ha costado mucho. Es muy difícil hacer una película de género, en líneas generales suele ser más caro, porque se trabaja con efectos y con VFX. Y que ese tipo de cosas estén bien resueltas no sólo es mucha plata, sino que también es mucho tiempo, y el tiempo de rodaje es algo que siempre falta. Son películas ambiciosas por lo general, entonces llevan un cuidado extra. Y además el cine de género está asociado popularmente con el cine de género norteamericano y la comparación suele ser inevitable. Hay que estar un poco a ese nivel técnico y para eso se juegan muchos factores. Pero me siento muy contenta de cómo está avanzando, cada vez con mayor profesionalismo y garra.
¿Sentís algún prejuicio o ninguneo del medio local hacia la producción de cine de género? ¿Lo hubo en algún momento y eso cambió? ¿Por qué?
Creo que está un poco en lo que te decía antes. Me parece que sí, que existía un prejuicio y que todavía existe. Todavía sigue siendo un camino a desandar, pero cada vez menos. Y esto ha sido sin duda por haber evolucionado y profesionalizado nuestras películas; ser ambiciosos, tratar de lograr un nivel con la mayor calidad posible y tener ese lazo también con los festivales y con los mercados internacionales que habilitó Blood Window. Todo ese combo hizo que hoy el cine de género esté creciendo.
Se vienen impulsando desde diferentes sectores propuestas de reformas en la distribución del fondo de fomento para que este tenga una perspectiva más inclusiva y federal. ¿Sentís que existen estas desigualdades para acceder a realizar películas dentro del sistema de financiamiento del INCAA? ¿Cómo ves el lugar de las mujeres dentro de la producción local?
Sí, es cierto, se vienen impulsando y estoy completamente de acuerdo en que tiene que existir un cupo femenino en los comités de selección y que también tiene que existir un cupo femenino en los equipos técnicos, absolutamente. Estoy de acuerdo con que eso suceda, porque como sociedad es una deuda histórica y necesaria. Así como te digo esto, te digo que por lo menos en mi caso, lo que tiene que ver con el cine puntualmente y con el INCAA, no lo he sentido de esa manera. Sí, por supuesto, que trabajando en el audiovisual y siendo mujer he vivido un montón de situaciones machistas con casi 40 años. En lo relativo al cine, por el contrario, creo que ser mujer me ayudó más que otra cosa. Pero así y todo, eso es mi experiencia personal. Creo esto que te decía antes: que sí, absolutamente, tiene que haber un cupo femenino y federal. En ese sentido, estoy completamente de acuerdo con las propuestas de cupo, y los cambios que están sucediendo en este momento en los concursos y en los equipos también. Entonces sí, me parece muy importante que esto suceda.
El lugar de la mujer, la producción local, lo veo en alza y cada vez mejor. Los que vuelven se estrenó en la Competencia argentina de Mar del Plata en 2019 y eran, creo, que nueve películas y siete eran dirigidas por mujeres. Me parece que eso habla por sí solo. Y lo que me gusta es que todas esas miradas son distintas, femeninas, importantes y necesarias. Así que creo que en ese sentido es un gran momento. Y esto que te digo, lo que sucede en el Festival de Mar del Plata, es una muestra clara de que es un momento de crecimiento y que más que nunca nos establecemos y nos hacemos lugar. Nos validamos.
[1] Nota del editor: la presente nota es una versión un poco reducida de la entrevista completa, que será publicada en tu totalidad en nuestro próximo especial en PDF.