Loco y estúpido amor: las comedias románticas en el Hollywood actual

Hollywood ama las comedias románticas, ¿y quién no? Son esas películas goofies las que nos levantan el ánimo, o las que elegimos mirar cuando queremos ver algo liviano, no tan complejo. Los géneros aportan las fórmulas que rigen a la producción y funcionan como elementos clasificadores y categóricos. Pero ¿por qué la gran industria sigue apostando a este género? Una de las razones y la más importante es la monetaria. Las comedias románticas son películas que representan un menor gasto en producción, lo cual las hace sumamente atractivas y rentables para las grandes productoras. No hay efectos especiales, transcurren por lo general en locaciones accesibles y el único lujo suele estar puesto en la contratación de alguna estrella de turno. Ahora bien, ¿Yy para la audiencia? ¿Qué las hace tan atractivas? En la tradición aparece la idea del final feliz y también cierta idealización de un realismo. Las comedias románticas están protagonizadas en muchos casos por personas que no son nosotros, pero que simulan serlo. A ellos les ocurren sucesos quizá ordinarios, pero que se muestran de forma extraordinaria, lo que nos permite empatizar y creer que algo así también nos podría suceder en nuestra vida monótona.

Esto por supuesto ha ido cambiando a lo largo de los años. Como todo, el mercado ha adaptado la forma en la que representa la hegemonía cultural. La comedia romántica, en el Hollywood de los últimos años, se ha replanteado el rol de la mujer, la maternidad o la diversidad sexual, para seguir existiendo.

La cruda verdad

¿Qué entendemos por comedia romántica? ¿Un film con ideas noveleras y tintes humorísticos o una comedia con pinceladas románticas? Pueden ser ambas, en este caso el orden de los factores no altera el producto.

La comedia romántica es considerada un subgénero, parte de la comedia como así del romance, pero su establecimiento dentro de la industria y la audiencia la han llevado a consolidarse como todo un género institucional. “Los filmes de género son películas producidas después de que un género haya sido reconocido y consagrado a través de la sustantivación”, define Rick Altman.

Las vinculaciones entre géneros en el mundo cinematográfico no son simplemente consecuencia del azar, sino productos de los realizadores y la industria. Altman suele afirmar que “los géneros aportan al desarrollo de los proyectos y aseguran beneficios económicos”; si trasladamos esto a la actualidad, podemos ver cómo las grandes productoras hollywoodenses intentan sacar el máximo provecho posible a un film. Es por esto por lo que en un tráiler no nos queda claro si la película es comedia, drama, romance, porque la industria en su afán de vender pretende atraer a la máxima cantidad de espectadores posibles.

Cuestión de tiempo

La obra El sueño de una noche de verano (1595), de William Shakespeare, aparece como una de las primeras comedias románticas en la historia, de ahí en adelante la mutación del género hasta nuestro tiempo ha sido confusa e intrincada. Un género que pasó por todo tipo de prejuicio, tildado en algún momento de cosa de chicas o ingenuo. Hoy en día ciertos obstáculos han sido superados, la comedia romántica ha evolucionado y ha aprendido a reírse de sí misma. Tiene, a su vez, algunos directores/as y guionistas de renombre, espectadores de toda clase y una vasta cantidad de estrellas que han despegado gracias a este esquema narrativo.

La perspectiva sobre este género ha ido cambiando a lo largo de la historia cinematográfica (cine clásico, moderno y posmoderno), no solo lo afecta el contexto histórico sino también su audiencia y recepción. Haciendo un breve repaso de cómo cambió el panorama según la época, encontramos que durante el periodo clásico el componente principal es el encuentro casual entre dos personajes, aparentemente hechos el uno al otro, pero que por alguna circunstancia se encuentran separados, por ejemplo, Vacaciones en Roma (1953) o El apartamento (1962). En el cine moderno la premisa se complejiza, no solo nos encontramos con el discurso clásico de dos personas que se enamoran. Surge el descubrimiento de estas personas como sujetos, es decir, se trasciende de la idea del flechazo inicial y los personajes pasan a ser más complejos, e incluso en algunas películas el desamor comienza a ser un resultado posible. Espejo de estos ejemplos son Annie Hall (1977), Cuando Harry conoció a Sally (1989) Pretty Woman (1990), My Best Friend’s Wedding (1997). Finalmente en el periodo “posmoderno” o de los dos mil, el género se destaca por el encuentro interior de los personajes y una cierta exploración de la individualidad subjetiva. Ya no solo se trata de dos personas que se aman y terminan juntas, sino que también hay espacio para el amor propio y la expansión del término a otros ámbitos: el amor por la familia o los amigos; el viaje que afrontan estos personajes para llegar a ese final feliz de estimarse a sí mismos para también poder querer a los demás, los protagonistas dejan de ser perfectos y se muestran tal cual son, como en Miss Simpatía (2000), Alta fidelidad (2000) o El diario de Bridget Jones (2001).

En la actualidad más cercana las comedias románticas también han ajustado el discurso. Películas vinculadas a temáticas de género y LGBTQ+ han puesto otro tipo de protagonistas en los relatos. No solo ha cambiado la forma de ubicar a la mujer, sino también sus gustos y su physique du rol. Films como La boda de mi mejor amiga (2011), The Spectacular Now (2013), Long Shot (2018), The Half of It (2020) o Plus One (2020) preservan cierta idea del amor romántico tan puesto en disputa en el último tiempo, pero al mismo tiempo han aggiornado sus perspectivas y tratamientos temáticos. En otras palabras: pasatistas y divertidas siguen siendo, pero se corresponden con otras formas de pensamiento de la sociedad.

La gran enfermedad del amor

La estructura convencional actual de las rom-coms se ha extendido fuera de la estructura convencional y tradicional, se ha movido a otros territorios, mezclándose con otros géneros, en algunos casos el drama o en otros con las famosas stoner movies. Con los años, los films de este género han sido cada vez más populares entre hombres y mujeres por igual. Como decíamos, muchos de los realizadores de estos films han modificado los paradigmas dentro de esta categoría genérica.

Judd Apatow es un gran exponente, quizá el más importante de lo que es el género hoy en día, tanto por sus películas como por su influencia en los nuevos comediantes. El director explora a lo largo de su filmografía diferentes temáticas enmarcadas dentro de las relaciones humanas. Knocked Up (2007) trata sobre los embarazos no deseados, en The 40-Year-Old Virgin (2005) y This Is 40 (2012) habla sobre las crisis de mediana edad y las expectativas del mundo adulto; en Trainwreck (2015) invierte los roles y el personaje femenino personifica lo que en el pasado podíamos ver representado por un típico personaje masculino. Y no solo eso, Apatow se anima a más, en eso que hoy es tan popular como el dramedy (dramas con tintes de comedia), hace dos grandes películas con un fuerte sello personal como Funny People (2009) y The King of Staten Island (2020).

Richard Curtis es director y guionista, a veces ambas cosas, en varias películas emblema del género de los últimos años como lo son Bridget Jones’s Diary (2001), Love Actually (2003) y About Time (2013). Cada una de estas películas introduce una peculiaridad, la narrativa de Love Actually con su formato coral de múltiples historias cruzadas que abordan diversos tópicos sobre las relaciones humanas, o el empoderamiento de Bridget Jones, apartándose de los estereotipos y cultivando el amor propio.

El director de Chasing Amy (1997), Kevin Smith, es asiduo a romper las reglas, resultado de esto se puede ver en esta película en que el realizador reflexiona acerca de los prejuicios a la vez que discurre ciertas apreciaciones sobre la sexualidad humana. Otro caso es el de Zack and Miri Make a Porno (2008), quizá su última gran película, en la que una vez más la sexualidad está en el centro del argumento.

Jason Reitman se consagró con la ¿comedia romántica? Up in the Air (2009), una película que muestra la soledad de un soltero empedernido que viaja a través de Estados Unidos para despedir gente. Sí, suena un poco dramático, pero tiene su lado romántico mucho más realista. También sucede algo muy parecido con su película previa, Juno (2007), que aborda la temática de los embarazos adolescentes con cierta idea y estructura de rom-com.

David O. Russell filma Silver Linings Playbook (2012) y ofrece una mirada poco presente en el mainstream como es la de enfermedades mentales, pero con un toque irreverente y una idea y estructura clásica de comedia romántica. Accidental Love (2015), quizá su película fallida (la firmó con el pseudónimo de Stephen Greene), es una comedia romántica con ciertos tintes políticos.

Forgetting Sarah Marshall (2008) es esa película que nos hace amar a la “villana”. Aborda la ruptura y el desamor pero con un tono mucho más ácido y picante. El director es Nicholas Stoller, y tiene en su filmografía otras comedias como Yes Man (2008) y The Five-Year Engagement (2012).

Jonh Carney filma comedias románticas en que la música y la historia de vida de los personajes son lo más importante. Once (2007), Begin Again (2013) y Sing Street (2016) son películas atravesadas por estos factores en que, además, hay algunos temas más subyacentes, como por ejemplo la cuestión vinculada a las clases sociales y al sueño de una vida mejor que aparece en Once.

Jonathan Levine va un poco más allá en el cruce de géneros y hace Warm Bodies (2013), una comedia romántica pero con zombis. Y no solo eso, en cuanto estructura y narración es una versión moderna de Romeo y Julieta. Levine antes había hecho una rom-com en que el eje más que en la historia de amor entre chico y chica estaba focalizado en la amistad masculina; 50/50 (2011) es una buddy movie en la que Joseph Gordon Levitt y Seth Rogen interpretan a dos amigos que se acompañan mientras uno de ellos debe realizar un tratamiento para curarse del cáncer. Pero no solo eso, en Long Shot (2019) también invierte los roles clásicos, Charlize Theron interpreta a la secretaria de Estado de Estados Unidos que intenta candidatearse para ser la primera mujer presidenta de la historia y para eso recurre a Seth Rogen para que la ayude a perfilar su estilo. A diferencia de otro tipo de relatos, acá el personaje fuerte y sobre el que gira toda la trama es la mujer. Levine arma una gran película justamente alrededor de esta idea, los estereotipos y las relaciones interpersonales.

Hay realizadores que coquetean con el género y hacen su aporte de manera tangencial. Uno de estos casos es el de Edgar Wright en películas como Shaun of the Dead (2004) o Baby Driver (2017), que son historias de amor en un contexto diferente.

Otro caso interesante es el de Kumail Nanjiani y su esposa Emily V. Gordon y The Big Sick (2017), ambos escribieron esta comedia romántica con base en su historia personal y un momento importante en sus vidas. Muy parecido a lo que hace Pete Davidson en la ya mencionada The King of Staten Island de Apatow.

La propuesta

En la contemporaneidad, las plataformas de streaming han agarrado la posta y llevan en gran medida el estandarte de las comedias románticas y adolescentes al frente. Netflix quizá sea la plataforma que ha dominado mejor el uso de este género a su favor. Como mencionamos, son producciones muy rentables y bastante populares. El sello ha producido una vasta cantidad de comedias románticas de todo tipo y temática. Ha sumado a sus filas a varias realizadoras, las cuales tuvieron la chance de demostrar que también podemos contar historias y ampliar el espectro de los tópicos. Entre ellas se destacan Amy Poehler, Susan Johnson, Claire Scanlon y Stephanie Laing, entre otras.

Por supuesto, esto no es suficiente. Esperemos que sean muchas más las que se sumen no solamente dentro de las plataformas, sino dentro de la industria en general. En muy poco tiempo su influencia, sea por convicción o por presión social, ha modificado la forma en la que los estudios cuentan este tipo de historias.

Este género es uno de los más blasfemados, quizá por una profunda ignorancia y su ninguneo pasatista. Los mejores realizadores del cine norteamericano de todos los años han pasado en mayor o menor medida por la realización de este tipo de películas. De Howard Hawks o Billy Wilder a Peter Bogdanovich, solo por mencionar algunas citas de autoridad y, por supuesto, sin evocar a los cineastas de otras latitudes no hollywoodenses. Hablamos, en definitiva, de un género que ha traído un sinfín de nuevas aristas y tópicos a la industria cinematográfica, muchas veces otorgándoles a cineastas marginales (como John Waters) la posibilidad abrirse un camino propio e instalar nuevos discursos y problemáticas.

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