Shirley, el terror tiene cara de mujer

¿Alguna vez te sentiste claustrofóbico en tu propio pueblo? ¿Alguna vez sentiste que cada paso que dabas estaba marcado por las miradas ajenas? ¿Alguna vez sentiste que toda acción que hacías, por más mínima que fuera, era juzgada, hablada y criticada hasta el hartazgo? En este asfixiante mundo, la directora Josephine Decker nos presenta la historia de Shirley.

La película, basada en la novela del mismo nombre de Susan Scarf Merell, está protagonizada por Elisabeth Moss (The Handmaid’s Tale) e imagina la vida de la escritora de terror Shirley Jackson junto a su marido Stanley Hyman vista a través de los ojos de una pareja ficticia que llega a vivir con ellos a su casa de North Bennington. Decker (Madeline’s Madeline, 2018) logró reunir un impresionante elenco. Junto a Moss en el papel principal, encontramos a Michael Stuhlbarg (Fargo, Blue Jasmin) como Stanley Hyman, el marido controlador y mujeriego de la escritora. A esta situación frágil como el cristal se suman los recién casados Rose y Fred. Fred (Logan Lerman) es el nuevo ayudante de cátedra de Hyman, mientras que Rose (Odessa Young) quedará relegada a ayudar a Shirley con las tareas domésticas.

Aunque se presente como una biografía de la renombrada escritora, Shirley se puede definir más bien como una historia sobre Jackson, contada en el mismo estilo de los cuentos góticos de la autora, aunque a veces se entretejen detalles de la verdadera vida de ella entre escena y escena. En pocas palabras, es una historia ficticia dentro de los mismos tonos y estilos de Shirley Jackson sobre ella misma. La directora consigue captar ese ambiente oscuro, terrorífico y sombrío sin la necesidad de caer en los clichés de los relatos cinematográficos de terror: una historia sin fantasmas, pero con infinidad de demonios internos acechando en cada esquina.

Es una estructura peculiar para una película, pero una que se siente adecuada con lo que uno sabe de la escritora Shirley Jackson: una mujer que consideraba tanto la realidad como las reglas de esta como algo verdaderamente aburrido. Es una película tan inusual como ella y Moss captura esta esencia a la perfección.

El centro de esta historia es, sin lugar a dudas, la relación entre Shirley y Rose: una relación que se complejiza a medida que la película avanza. Ambas mujeres se encuentran cautivadas por los aspectos negativos y positivos que ven en la otra. Para Shirley, Rose es una persona bastante simple e idealista, joven y hermosa. Mientras que, para Rose, Shirley es todo lo contrario. Ella la percibe como aterradora y cruel, con un genio indomable que no teme desafiar o humillar a cualquier persona.

La obra de Decker reconfigura la feminidad a medida que las dos mujeres se acercan cada vez más una a la otra: un juego mental que mezcla tanto el resentimiento como el deseo. Una relación que muchas veces se asemeja a la de artista y musa. Es por esta razón que el espectador no toma como sorpresa que Shirley por momentos llegue a visualizar a Rose como la protagonista de su nueva obra, Hangsaman.

En conclusión, Josephine Decker evoca en Shirley una historia digna de la escritora de terror. Una obra que se cuenta como un libro y en la que el espectador nunca está seguro de si puede confiar en lo ve en la pantalla. Es un estudio de personajes que no ofrece una resolución sólida de los eventos y quizás esto sea una de las mejores decisiones. Como la escritora, su vida tiene muchos ángulos y muchos aspectos que merecen ser explorados.