Se va a caer: un repaso por la influencia de las directoras en el Nuevo Hollywood y la representación de la mujer en el cine actual
Es una tarea casi imposible o de una negligencia evidente escribir sobre el Nuevo Hollywood sin mencionar a las mujeres que están haciendo historia a la par de sus colegas hombres. En estas últimas dos décadas la necesidad de representación, de productos hechos y protagonizados por mujeres fue creciendo y acomodándose como una parte importante del mercado. Ya lejos está ese tiempo en el que las mujeres debían esconder su identidad con un seudónimo masculino. Hoy en día las directoras de Hollywood son una fuerza que pisa fuerte, que lucha por sus derechos y su reconocimiento. Ya lo dijo la actriz Reese Witherspoon en su discurso al ganar el premio de Mujer del Año en 2015: Las películas con mujeres en el centro no son un servicio público o de calidad, son un commodity que balancea el mercado y produce ganancias.
En todas las posiciones de liderazgo dentro de la mayoría de las áreas de trabajo en la actualidad, las mujeres están poco representadas y en muchos casos afrontando una diferencia salarial con respecto a los hombres completamente infundada. Hollywood no es la excepción, y es fundamental mencionar a quienes están dando batalla porque esto sea diferente.
Cambiar la estructura
En su ensayo Women & Power, la escritora Mary Beard escribe que las mujeres no pueden simplemente adaptarse a una estructura codificada tan solo para hombres, que lo único que se puede hacer es cambiar esa estructura. Esta tarea puede resultar titánica en una industria que ha ignorado de forma consistente el trabajo de dirección de las mujeres, y no por falta de éxito. En 92 años de historia, solo 5 mujeres fueron nominadas al Óscar por esa labor y solo una logró llevarse el premio. Incluso el año pasado en que las películas dirigidas por mujeres representaron casi el 11% del top 100 de recaudación en taquilla mundial (el número más alto en la historia, subiendo de casi un 5% en 2018), eso no pareció haber sido suficiente para considerar a ninguna de sus directoras merecedoras de la estatuilla, ni siquiera a Greta Gerwig, cuya versión del clásico Mujercitas sí estuvo nominada a mejor película.
Es de público conocimiento que en la industria del cine los títulos valen, sino para la percepción de la audiencia, para obtener recursos económicos y de producción. Los festivales de premiación tienen esto en claro. De nada sirven los mensajes feministas o las declaraciones de apoyo si no vienen acompañados con el merecido reconocimiento. La nueva era de Hollywood nos ha dado directoras que han hecho películas influyentes internacionalmente, que tocaron la vida de millones de personas y fueron reconocidas por el público como obras maestras.
En 1993 la directora y guionista Jane Campion ganó el Óscar por mejor guion original por su película La lección de piano, y también se llevó la Palma de Oro de Cannes, lo que la convirtió en la única ganadora femenina de todos los tiempos. Kathryn Bigelow fue la única mujer que se llevó el Óscar como mejor directora por la película Vivir al límite. Sus trabajos redefinieron el género bélico, aportaron una mirada única sobre la representación del terrorismo en la pantalla grande y rompieron con los escepticismos sobre mujeres en la dirección de tramas de guerra, intriga y crimen. Es imposible dejar de mencionar a las hermanas Lilly y Lana Wachowski y Matrix. Esta trilogía de ciencia ficción no solo influyó en incontables producciones audiovisuales desde que se estrenó en 1999, sino que generó teorías filosóficas, obras literarias y hasta una nueva percepción de la sociedad en el nuevo milenio. A pesar de que grupos de extrema derecha resignificaron varios de los términos propuestos en estas películas, no se debe olvidar que es una historia escrita por dos mujeres trans sobre el sacrificio de descubrir la propia identidad y encontrar un grupo al que pertenecer en un mundo estandarizado repleto de imposiciones externas.
Los 2000 trajeron consigo a Sofia Coppola y películas como Vírgenes suicidas y Perdidos en Tokio, por la cual ganó un Óscar por mejor guion original. A pesar de que ella misma produce y financia la mayoría de sus proyectos, tuvo que lidiar con la prensa constantemente para revalidar su talento y salir de la sombra de su padre. Ser hija de Francis Ford podría haberle abierto una gran puerta como actriz, a la que ella renunció para dedicarse al rol detrás de cámara. Muchas de sus producciones desatan opiniones controversiales, pero es innegable que Sofia Coppola es una de los principales referentes cuando se trata de directoras en la actual era de Hollywood, e influye en muchísimas mujeres más jóvenes que siguen sus pasos. Este también es el caso de la ya mencionada Greta Gerwig, quien se está abriendo paso como un nombre prominente en la industria, actuando como una inspiración para incontables estudiantes de cine que esperan tener un futuro en la pantalla grande y chica.
Como se mencionó antes, el cine con mujeres detrás de cámara y en el centro también se rige por el mercado. La revolución de las megaproducciones de superhéroes y las películas animadas también las incluye, a pesar de que aún hoy sus nombres no sean prominentes o no se vean. Jennifer Yuh Nelson fue la primera en dirigir una película animada en la industria norteamericana, con Kung Fu Panda 2, en 2011 para la empresa DreamWorks. Fue indudablemente una pionera en este género y abrió las puertas a más mujeres en animación. Hoy en día es parte de la Academia y sigue en actividad. Otro nombre fundamental es Patty Jenkins, la directora de Monster y la saga de La Mujer Maravilla. El éxito de esta última película (cuya secuela se estrenará pronto) junto con el fenómeno de Capitana Marvel (dirigida la dupla Anna Boden y Ryan Fleck y cuya secuela se confirmó que tendrá una directora mujer) hace imposible dejar a las directoras fuera de la nueva etapa del cine de superhéroes.
Por último, no se puede dejar de mencionar a las directoras negras, que lamentablemente corren con aún más desventaja en comparación con sus colegas. Hollywood tiene una historia consistente en ignorar mujeres afroamericanas en todas sus áreas, no importa si se encuentran detrás o delante de la cámara. Melina Matsoukas es una directora afrocubana que viene del palo de los videoclips, pero su película debut Queen and Slim le ganó una nominación como mejor directora en los premios del Gremio de Directores en América. Su narrativa habla de la lucha contra la discriminación en Estados Unidos, de las batallas que la gente negra pelea de forma cotidiana. En un contexto mundial en el cual se protesta sin cesar por la igualdad de oportunidades para todos, es fundamental tener a estas mujeres más en cuenta que nunca.
#MeToo
Uno de los primeros pasos para cambiar la estructura establecida fue el gigantesco movimiento Me Too. Originado en 2006, pero popularizado con el hashtag oficial en 2017 con el inicio del caso Harvey Weinstein, esta movida en contra del abuso sexual y el abuso de poder hacia las mujeres en Hollywood fue primordial para romper las cadenas que las estigmatizaban dentro de la industria. El hashtag se expandió en forma viral hacia otras áreas de los medios audiovisuales, como la televisión, la música, ciencia y política. Su influencia tocó el cine en más de una manera. Impulsó la lucha de las mujeres por mejor representación y por la disminución de la brecha salarial. Las voces que antes eran ignoradas comenzaron a escucharse evidenciando un claro proceso de crisis cultural. Faltan mujeres detrás de cámara, faltan mujeres delante de cámara, y no por falta de talento sino por falta de oportunidades. El movimiento Me Too ayudó a dar visibilización a este hecho, junto con las voces de miles de profesionales que siguen hoy en día reclamando por un trato más igualitario. “Time’s up” decían las declaraciones y los hashtags: se acabó el tiempo. Se acabó el tiempo de callarse y de dejar al mundo pasarnos por encima.
Todos los movimientos sociales inspiran arte, y este no fue la excepción. Para nombrar algunas películas muy recomendables que tratan el tema directa o indirectamente se pueden destacar Intocable, de Ursula Macfarlane; La asistente, escrita y dirigida por Kitty Green; Nunca, raramente, a veces, siempre, de Eliza Hittman y la serie Inconcebible, creada por Susannah Grant, Ayelet Waldman y Michael Chabon.
¿Qué hacemos ahora?
A pesar de que el avance de las mujeres como directoras y productoras es innegable y se ha probado una y otra vez que el mercado para productos audiovisuales con mujeres en el centro está vigente ahora más que nunca, la lucha por el reconocimiento y la igualdad de oportunidades sigue en pie. Es vital reflexionar sobre esta situación y preguntarse qué hacemos ahora, cómo seguimos produciendo este cambio. La rueda está en movimiento y no puede detenerse. La estructura que siempre conocimos y que dejó a miles de personas atrás se va a caer.
Esta y más notas en el próximo especial en PDF de la Revista 24 cuadros