Nasha Natasha: la Oreiro es argentina, papá

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Netflix pone a disposición para sus abonados un documental sobre la actriz y cantante Natalia Oreiro, el cual ya había sido estrenado en el año 2016 en el Festival de Moscú. Sin embargo, ahora presenta más de media hora de material adicional y, claramente, la posibilidad de verlo en nuestra casa sin viajar a Rusia.

La historia nace de una gira de casi dos meses por dieciséis ciudades rusas en la que presenta un show que incluye toda su música. A su vez, el documental se hilvana con la entrada y posterior consolidación de Natalia Oreiro en la televisión del enorme país euroasiático. El ojo del director, Martín Sastre, en todo momento pone el foco en ese fenómeno que a nosotros puede parecernos un tanto ajeno. Criados bajo el manto de la cultura occidental, es factible que Rusia nos parezca otro mundo.

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El film es auténtico y personal (de hecho, Oreiro oficia de productora), pero al mismo tiempo no hay grietas en un mundo que, si bien no es idílico, presenta poco o ningún conflicto que le dé a Nasha Natasha un provecho narrativo. Los dos apuros más notables son el extrañar a su hijo y la tirantez con el promotor que no quería que se presente. El impulso, el quid de la cuestión, se dispara con la gran cantidad de imágenes desconocidas en el viaje por los países de Europa del Este y, mucho más enérgicamente, por la Federación Rusa. Toda esa euforia de los fans genera un interés genuino en lo que vemos. Después, los momentos de mayor información se dan cuando mujeres rusas son entrevistadas y prestan su punto de vista sobre el porqué del fenómeno masivo en una Rusia post Unión Soviética, haciendo contacto con el rol femenino en ese país y las razones de una adoración anclada tanto en los personajes interpretados como en la música de Natalia Oreiro.

Por otra parte, si los primeros minutos nos parecen muy extraños, es cuestión de dejar pasar y seguir mirando. La voz del ruso Ruslan Tymokhin en los textos de Galeano con un tono críptico junto a imágenes grises puede resultar entre chocante y conceptualmente extraño. La Rusia dura y fría aparece en esos momentos como contrapunto de una Oreiro deslumbrante, apasionada y, como bien se destaca al final, llena de un fuego que no se puede mirar sin parpadear. Particularmente, un detalle innecesario pero atractivo, que ayuda a amalgamar el producto.

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Nasha Natasha es un documental que se encarga de evidenciar, sin artificios desmesurados, el profesionalismo y la entrega de Natalia Oreiro en todas sus actividades artísticas. La línea argumental del film se desarrolla entre bastidores y una intimidad que por momentos es un poco televisiva, como si en lugar de un documental estuviéramos viendo un especial de entre semana. Pero por más que acusáramos de falta de trama, el muestrario es intenso, interesante y entretenido. Además, detalle aparte, es imposible que te caiga mal Natalia Oreiro a menos que seas el mismísimo Josef Mengele resucitado.

Como nota final, diría que compro contento sin importar la nacionalidad de Natalia, la cual todos sabemos que es argentina. Como el dulce de leche, la birome, internet y la rueda.