Los caminos de Cuba: eso me dijeron… y yo les creí
En estos momentos de pandemia y de cine exhibido fuera de los cines, se estrena por la plataforma Cine. Ar Los caminos de Cuba, una película dirigida y producida por Luciano Nacci, un joven realizador rionegrino egresado del Centro de Investigación y Experimentación en Video y Cine (CIEVYC) y de la Licenciatura de Enseñanza de las Artes Audiovisuales (UNSAM).
Los caminos de Cuba es un documental más que se agrega a la numerosa lista de estrenos de los últimos tiempos. Bienvenidos. Como su título lo indica, el tema del film es Cuba, pero no sus caminos en sentido de rutas de tránsito de vehículos, sino de elección de un rumbo como sociedad o como nación. Un objetivo, un fin. Fue filmada durante 2016, año de la muerte de Fidel Castro.
La película fue estructurándose a medida que Nacci y un amigo, cámara en mano, fueron deambulando por la isla. Las primeras imágenes son las clásicas del Malecón de La Habana. Pocos televisores, pocos celulares y la cuestión política y el bloqueo en boca de todos.
Buscando una mirada distinta, la cámara sale de la ciudad para hacer de discreta observadora de un momento en la vida de la gente de campo, en Viñales, en el oriente cubano. Verde muy verde y tupido en la vegetación, rojo muy terracota en los suelos. Generosos planos generales para mostrar el territorio. Primeros planos para los testimonios. Hombres de campo, mujeres artesanas, algún entrenador local de beisbol. Cada uno cuenta su pequeña gran historia, la de su vida, la de su comunión con el lugar. La política no es el tema, pero se acaricia en los relatos, en cierto orgullo que muestran los personajes, en la satisfacción por la medicina o la educación que tienen a mano. Las personas le hablan a la cámara sin apuro y sin pausa, y la cámara deja hacer. Si el documentalista les formuló preguntas, estas no se notan, el testimonio fluye. A veces cuesta entender esa tonada caribeña tan marcada. Seguramente a estos campesinos de Viñales les ha costado entender el castellano porteño tan italianizado de los realizadores.
La cámara retorna a La Habana para centrar su ojo y sobre todo su oído, en los músicos populares, en los soneros. Esta es una ciudad donde todos cantan, bailan, o por lo menos se mueven al ritmo del son. Pese a que esta sección del film está enteramente dedicada a la música popular cubana, que está presente constantemente en la banda de sonido, los protagonistas siguen siendo las personas, los músicos.
A lo largo de la película aparecen fotografías en blanco y negro, algunas con personajes históricos, parecen fotos de tres dimensiones con animación y movimiento. Este efecto se logró separando del fondo a los personajes, y se les dio movimiento para que parezca como si fuese un video. Un logro estético.
El realizador no tomó una posición abierta en favor o en contra de la Revolución, dejó que cada uno expresara lo que siente. Todos los entrevistados son personas comunes del pueblo, en general músicos populares o campesinos. La voz en off de Luciano Nacci dice: “eso me dijeron… y yo les creí”.
Los caminos de Cuba es un documental de una hora de duración, bien filmado, con muy buena fotografía y un buen clima de reportajes.