Ficción privada: …a veces pienso en ellos como si fueran personajes de una fábula.
Ya desde el título la película, Ficción privada, nos propone un juego, porque la ficción no lo es tanto, en la medida que propone el formato del documental, y tampoco es totalmente privada, dado que se refiere a las cartas intercambiadas entre Torcuato Di Tella y su primera esposa, Kamala Apparao, los padres del director. Si bien la narrativa está enfocada a la intimidad de la pareja, no escapa a la comprensión que Torcuato Di Tella tuvo actuación pública. En 1958 fundó el Instituto Di Tella y entre otras cosas fue Secretario de Cultura de la Nación, Embajador argentino en Italia y notable protagonista del mundo cultural argentino.
Abrimos un paréntesis: hace poco tiempo, en el marco del Encuentro de Cine Europeo, pudo verse la película austríaca Los soñados (Die Geträumten– 2016), de Ruth Beckermann, en la cual dos actores solo leen frente al micrófono las cartas que se intercambiaron el poeta Paul Celan y la escritora y traductora lngeborg Bachmann. No hay otra imagen que la de los actores en el estudio de grabación. Cerramos el paréntesis. Andrés Di Tella, el creador y director de Ficción privada pensó y llevó a la práctica un esquema totalmente distinto: no solo hay más de dos actores diciendo los textos plasmados en las cartas de Kamala y Torcuato, sino que además hay fotos y filmaciones que acompañan la lectura, el propio director y su hija intervienen con textos extracartulares y por momentos se convierten en relatores. Ambas películas fueron pensadas con estructuras totalmente diferentes, pero algo las aproxima: el lenguaje poético.
El film comienza con la imagen de un deambular por las calles de Buenos Aires en la cual se superponen fotografías antiguas en las que las imágenes representadas parecen desconocidas por quienes las contemplan, y cuyas voces en off, las de Andrés Di Tella y su hija, acompañan la secuencia. Son fotografías viejas como las que se encuentran en un cesto de basura o como las que se venden en los puestos de los mercados de pulgas. Ellos dicen que no saben nada acerca de lo representado…”lo que no sabemos lo tenemos que inventar”, las fotos trasmiten una “energía de muerte, están todos muertos”…
Torcuato fue el hijo de una familia rica, industriales muy poderosos. Kamala era una joven hindú, hija de poderosos terratenientes. Se conocen en Estados Unidos y viajan por diversos países, incluso viven un tiempo en un kibutz en Israel. Cada uno vuelve a su país pero luego Torcuato viaja a la India y se casan. Ambos son intelectuales de fuste, él estuvo ligado a las vanguardias que nacieron a la luz del Di Tella, ella se convirtió en una destacada psicoterapeuta. Se separaron en la década del 70. Fue una relación itinerante y compleja. “Yo no sería el que soy si no te hubiese conocido”. “Una correspondencia es una conversación con fantasmas”, escribe Torcuato.
Cartas, pinturas, filmaciones, diapositivas y fotos de viajes le ponen marco a la voz en off de las cartas, como un carrusel de imágenes que giran alrededor de un relato que les resulta extraño. En algún punto lejano, esta propuesta de Andrés Di Tella recuerda la estética poética de Margarite Duras, en la cual texto e imagen corren por andariveles diferentes. Estética de vanguardia para el hijo de un vanguardista.
Denise Groesman, Julián Larquier Tellarini, Edgardo Cozarinsky, Lola Di Tella y el propio Andrés dan vida a los personajes de esta historia.
Andrés Di Tella es un cineasta dedicado sobre todo al documental. Tiene en su haber nueve películas: Montoneros, una historia (1995), Macedonio Fernández (1995), Prohibido (1997), La televisión y yo (2003), Fotografías (2007), El país del diablo (2008), Hachazos (2011), ¡Volveremos a las montañas! (2012) y 327 Cuadernos (2015).
Resulta interesante Ficción privada (o será quizás, documental público)