Hannah Gadsby: “Nanette” y “Douglas” La deconstrucción del humor
El humor de stand up tiene su propio código entre quien hace la comedia y su público. Hay alguien que se para en un escenario vacío, con un micrófono, un banquito y un vaso de agua para hacernos reír sobre problemas de la vida cotidiana que podrían llevar o no a reflexiones más profundas, pero siempre en el tono del humor.
Malena Pichot, en el especial que hizo para Netflix nos lleva al límite de las situaciones a las que nos enfrenta el patriarcado al hacernos preguntar si no fuimos violadas todas alguna vez, al pensar en todas las veces que entramos a la casa de un tipo que nos gustaba, que nos había entusiasmado pero que, al momento de estar a solas en el ascensor y pensándolo dos veces, hubiésemos preferido irnos; sin embargo, el miedo al rechazo, al enojo a “pasar un mal momento” hizo que termináramos acostándonos con el tipo en cuestión. En realidad, cuando lo cuenta ella, es gracioso.
El hecho de poder reírse ante semejante reflexión es explicado por la genial Hannah Gadsby, una comediante australiana que tiene dos shows en el gigante rojo disponibles en este momento.
Ella explica que, el chiste está compuesto por dos partes: la generación de tensión y el remate. Esta última parte, hace que nos relajemos después de habernos tensionado. Lx comediante hace las dos partes: empieza por tensionarnos en relación con un tema que la mayoría podemos compartir (las minorías son ignoradas… eso es parte del chiste, ya lo van a entender) y luego nos libera al hacer el remate. Nos reímos y podemos pasar a otro tema.
La particularidad del stand up es la centralidad de dichx comediante, quien se para en solitario para hacernos reír utilizando su vida privada, de manera tal que empaticemos y se pueda desarrollar el chiste. Ustedes dirán ¿cómo sabemos si lo que cuenta la persona sobre su vida es real o no? Por empezar, este tipo de humor necesariamente apela (al menos) al estereotipo de quien hace la comedia y sus chistes van a versar casi siempre sobre ciertas temáticas; como si cada comediante tuviera su especificidad relacionada con su vida. Hoy en día, esto es ampliado por la presencia de muchxs de ellxs en las redes sociales y en otros espectáculos en los que exponen sus opiniones, lo que nos permite conocer aún más su universo.
En el caso de Hannah Gadsby lo primero que nos cuenta en su show “Nanette” es que es lesbiana y, durante la primera mitad del espectáculo, los chistes girarán en torno a eso. Su salida del clóset con su familia, las devoluciones de quienes asisten a sus espectáculos sean de la comunidad LGBT o no, los encuentros casuales con personas que la confunden con un varón, etc. Hannah no deja de mostrar el lado doloroso de esta situación, bordeando el filo de la navaja pero apegándose a la fórmula. Nos tensiona para luego permitir que relajemos con la carcajada. Y lo hace a la perfección.
Sin embargo, hacia la mitad del show, rompe con todo. No bordea el filo, sino que se tira al precipicio. Rompe la fórmula y no nos permite liberar la tensión, haciendo que esta aumente cada vez más y más. Si ya nos había mostrado la parte dolorosa de su vida para hacernos reír, ahora nos mete en sus zapatos para hacernos reflexionar de verdad. Sin remate. Porque en la vida no existen los remates, esos los hacemos nosotrxs a través del relato que elijamos para contar nuestra historia, según no deja de señalarnos Hannah.
Esta genia de la comedia rompe toda regla y profundiza, problematiza y, en especial, humaniza los temas de su universo, que también son de todxs. Porque su tema específico es la discriminación de las personas homosexuales y nadie queda fuera de ello… quizás no desde dentro del grupo de quienes sufren la discriminación pero podemos estarlo del lado del privilegio, de la complicidad, de la neutralidad, de la ignorancia.
Su planteo es que, al hacer lo que hace en “Nanette”, ella se verá obligada a dejar la comedia porque ya no puede seguir relatando su historia a medias, hasta el remate. Necesita ir más allá y, al parecer, ese más allá no da lugar a la risa. Un desafío que se puede descubrir si se supera o no en su siguiente show recientemente estrenado “Douglas”.
Al presentarse en este segundo show, disponible en la misma plataforma, Gadsby se pregunta si podrá cumplir las expectativas del público luego de haber hecho semejantes declaraciones en “Nanette” y, a fin de poder cumplir con ellas, nuevamente se las ingenia: esta vez, nos cuenta exactamente qué es lo que va a suceder durante cada instancia del show. Así es. Nuevamente rompe el protocolo, elimina la sorpresa y muestra los hilos de la comedia para que, al menos así, la expectativa sea explícita y pueda cumplirse.
No sé si Brecht se refería a esto con distanciar o generar un extrañamiento en el público pero, definitivamente, Gadsby no nos va a dejar descansar en nuestra butaca para simplemente reír (aunque lo hagamos), sino que se desnuda como artista y comediante para que veamos todas sus cartas y jugar la mano con ella.
Lo mejor de todo es que no se queda ahí, sino que también desnuda el arte clásico, las bellas artes o “altas artes” en la traducción literal del inglés. Si en “Nanette” introduce un poco su mirada crítica sobre este tema, en “Douglas” lo profundiza y trae todo su arsenal para destruir todo tipo de aura que se haya creado sobre ese tipo de producciones en las que se cosificaba a las mujeres al mismo nivel que Show Match pero con pinceles y óleos. Al parecer, los artistas varones del Renacimiento solo representaban a las mujeres en tríos que bailaban como tontas agarradas a telas semitransparentes sin saber bien qué hacer con ellas. Y hay mucha prueba de ello.
En esta instancia ya nos entregamos por completo y nos deleitamos con la burla de eso que supuestamente es sagrado, no para la religión, sino para el arte. Aquello que no podía ser manchado es expuesto en todas sus máculas, con irreverencia y maestría.
Ni el hecho de saber que Hannah Gadsby rompe con todo protocolo del stand up, ni el hecho de generarnos tensión sin descarga, ni adelantarnos qué va a suceder durante el espectáculo arruina el disfrute de sus shows. Ella es una profesional de lo que hace y la disección que realiza de este tipo de humor (y del arte en general) no hace sino meternos dentro de nuestros propios rincones oscuros para mirarnos, pensar y por qué no… reírnos.
Ni el hecho de saber que Hannah Gadsby rompe con todo protocolo del stand up, ni el hecho de generarnos tensión sin descarga, ni adelantarnos qué va a suceder durante el espectáculo, arruina el disfrute de sus shows. Ella es una profesional de lo que hace y la disección que realiza de este tipo de humor (y del arte en general) no hace sino meternos dentro de nuestros propios rincones oscuros para mirarnos, pensar y por qué no… reírnos.