Emma: revisitando un clásico
Antes de comenzar esta reseña debo tomarme la atribución de añadir una nota personal. Quien les escribe es fanática de las novelas de Jane Austen desde los diez años. Recuerdo haber leído Sensatez y sentimientos en una clase de inglés y haber quedado enamorada con esas historias de mujeres distintas, empoderadas, adelantadas para su época, que por alguna razón siempre terminaban bien. No así sucede con otros dramas del período, que se vuelcan más a lo gótico y lo trágico. Emma fue probablemente uno de los últimos libros que leí de la autora, y sin embargo, se posiciona en el top como mi preferido (sí, más que Orgullo y prejuicio, lo siento por ustedes fans, del señor Darcy). Es por eso que cuando se anunció la versión nueva de la película por la directora Autumn de Wilde, de quien no conocía nada más que sus espectaculares fotos, no pude esperar para escribir sobre eso. Y aquí estamos.
Ni por lejos la obra más olvidada de Jane Austen, Emma tuvo varias adaptaciones tanto al cine como a la televisión. Entre las más memorables se pueden mencionar la versión de 1996 con Gwyneth Paltrow a la cabeza (Pepper, la esposa de Tony Stark, para los más despistados) y la miniserie de la BBC de 2009, que es en mi opinión la que mejor se adecúa al libro hasta ahora. Clueless, de 1995, es una adaptación modernizada para adolescentes de los 90 que también merece un recordatorio, más que nada porque supo posicionarse casi como un clásico de culto millennial. Dentro de este escenario viene a ubicarse la nueva Emma en 2020, interpretada por la siempre excelente Anya Taylor-Joy (que por si no sabían es británica-argentina, así que es imposible no quererla).
Para resumir la trama, Emma Woodhouse es una joven rica que vive en la campiña inglesa en el período de regencia. En su mansión habitan ella y su padre, un hipocondríaco sobreprotector que adora a su hija y vive en el temor de que cualquiera de la familia muera repentinamente, como sucedió con su esposa muchos años antes. La hermana mayor de la protagonista ya está casada y fuera del hogar, y la historia comienza con el ama de llaves de la casa siguiendo ese mismo destino, y por lo tanto, privando a Emma y al señor Woodhouse de su compañía y del lugar de figura materna que había desarrollado con los años. A esto se le suma que desde la adolescencia Emma se enorgullece de ser la mejor emparejando personas dentro de la comunidad, relativamente pequeña, de la que ella misma y su papá son pilares. Con esta premisa en puerta cualquiera puede imaginarse los enredos amorosos y de todo tipo que se despliegan durante la historia.
Afortunadamente para nosotros, Autumn de Wilde también pudo imaginarlos y retratarlos a la perfección. La nueva versión del clásico no sólo no decepciona, sino que sorprende con una frescura que sus predecesoras no habían logrado captar del todo. Parte de esto es por las interpretaciones. Bill Nighy se roba cada una de las escenas como el señor Woodhouse, Johnny Flynn enamora hasta a la persona más fría con su señor Knightley y Anya Taylor-Joy trae a la mesa a una protagonista diferente, querible, sensual, expresiva, pero con sus defectos más expuestos que nunca. Esto es lo que hace a Emma una de las heroínas más interesantes de Austen, no teme decirle adiós al cliché de la joven que “no es como otras chicas” y siempre consigue al galán, sino que demuestra que la mujer es compleja, tiene una infinidad de facetas. Emma es frívola, tiene caprichos, es prejuiciosa e impulsiva, pero también se preocupa por sus vecinos, por su padre, es muy inteligente, generosa y no es más que una joven convirtiéndose en adulta y descubriendo tanto el amor como su propia identidad. Es adecuado decir que ninguna actriz de las otras versiones supieron encarnar esta complejidad tanto como Taylor-Joy.
Otra cosa que destaca a esta adaptación con respecto a las anteriores es el uso de la paleta de colores. En películas de estos períodos abundan los marrones y oscuros, o por otro lado, aparecen en exceso los pasteles y colores fríos. Emma hace una combinación justa de ambos. Los distintos estadios de la trama y de los personajes se evidencian con la utilización de pasteles, vibrantes o paletas más oscuras. El color, la fotografía y la iluminación acompañan cada compás del ritmo de la historia de una manera impecable. La ambientación y el vestuario cierran un paquete delicioso y altamente recomendable.
En un momento del cine cuando los remakes y las nuevas versiones de clásicos abundan y nos hacen sentir que estamos viendo más y más de lo mismo, es reconfortante encontrarse con una bocanada de aire fresco como lo es esta nueva adaptación. Queda por decir que esperemos verla en algún momento en los cines argentinos. Esta es una película que vale la pena ver en pantalla grande.