8: una historia de terror sudafricana
I am the wanderer
Always searching
You are in me and I am in you
And we will meet again.
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8 (2019) es el primer largometraje de Harold Hölscher. Se estrenó en el Fantasia Fest 2019 en Canadá. Es una combinación de cine de terror clásico y de leyendas folclóricas sudafricanas. La historia se sitúa en 1977. Cuenta las vicisitudes de una familia blanca que se muda a una granja en el interior de Sudáfrica. William (Garth Breytenbach), el padre, mantiene una perspectiva optimista. Su esposa Sarah (Inge Beckmann) no está muy convencida: una indecible frustración la lleva a chocar de manera constante con su hija adoptiva, Mary (Keita Luna). Esta situación obliga a la niña a cultivar cierta distancia respecto de los adultos hasta que aparece el antiguo servidor de la granja, Lazarus (Tshamano Sebe se luce en este rol). Lazarus se incorpora a esta dinámica de relaciones en cortocircuito ayudando, por un lado, a William con las refacciones de la casa y entablando, por otro lado, una relación paternal con Mary. Lazarus no obstante carga sobre su espalda un secreto siniestro con el que los recién llegados deberán lidiar forzosamente.
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Vista desde esta perspectiva, 8 asume los rasgos típicos de terror sobrenatural en ambientes rurales o apartados de lo urbano. En este sentido, 8 aspira no a provocar sobresaltos sino a construir climas inquietantes, a recrear lo que Mark Fisher definió como Eerie, eso que habita en la quietud del campo, en las casas arruinadas, en los paisajes despojados de presencia humana y que provoca una inquietud inexplicable. Abreva para ello en el estilo de filmes de culto como The Changeling (Peter Medak, 1980) o Quella villa accanto al cimitero (Lucio Fulci, 1981). Pero el detalle más llamativo de 8 es la destreza con la que logra combinar esta forma narrativa con personajes y rituales de ciertos mitos sudafricanos. El resultado es una obra cuya idea central es la de un conflicto que no se manifiesta de manera ostensible, sino que se enmascara en contraposiciones que nunca alcanzan una superación: los colonos vs. los nativos (apartheid), la naturaleza vs. la urbe, la vida vs. la muerte, lo demoníaco vs. lo humano. En esa tensión constante gana significado el nombre del filme que, antes que una palabra, representa un signo: 8. Y en ese punto también el nombre Lazarus trasciende lo metafórico y encarna las múltiples facetas del conflicto en un rostro vivo y sufriente.
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8 habrá de gustar a quienes buscan una película de terror elaborada a la vieja usanza, donde el suspenso no se sostiene mediante el artificio de los jump scares. También habrá de interesar a quienes aprecian The Conjuring (sobre todo la primera parte estrenada en 2013): el estilo de Harold Hölscher —la fotografía, el ritmo, la planificación de escenas, la construcción de personajes— no está muy alejado del de James Wan. Aunque 8 no captó en gran medida la atención de la crítica mainstream, sí despertó comentarios positivos entre blogueros que por lo general se hallan a la caza de los filmes de género que circulan por fuera del circuito comercial. Por supuesto que en la 24 Cuadros no somos ajenos a este ejercicio y por medio de este tipo de rastreo (o de cacería) fue como me topé con la cinta. De hecho, en el momento en que vi 8, IMDB no tenía aún datos sobre su producción. En consecuencia, mi visionado tuvo en gran medida el sabor de un safari. Esto representa para mí prueba suficiente de que, como escribió Kafka, no es necesario que uno salga de su casa para que el mundo se manifieste: se puede emprender una gran aventura incluso estando en cuarentena.
I cannot be tricked
I cannot be fooled
I am the wanderer
And you are mine forever.