Narcos: México 2, esto recién comienza

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La gran N roja hace años que encontró en Narcos un caballito de batalla, es sabido. Y cuando algo funciona hay que explotarlo al máximo, sacarle jugo a esas historias paralelas o secundarias. Instalados en Colombia, vimos durante dos temporadas a Pablo Escobar llegar a la cima y caer en desgracia. Una tercera temporada nos mostró la era post Escobar, con el Cártel de Cali en su apogeo y caída. Quizás faltó una temporada más con el Cártel del Norte del Valle, pero los creadores vieron que, casi agotados los recursos de las tierras cafeteras, lo más productivo estaría en explotar México, sí, así como suena, bien capitalista. Las venas de América alimentan ahora el entretenimiento.

Narcos: México supuso una vuelta a los 80 (teniendo en cuenta que la última temporada de Narcos andaba por el 95 más o menos) cuando nos encontramos con Miguel Ángel Félix Gallardo (Diego Luna) y sus inicios contrabandeando marihuana hasta su incursión en la cocaína y la formación del poderoso Cártel de Guadalajara a costa de alianzas, traiciones, corrupciones y por sobre todas las cosas: muerte. SPOILER ALERT… Aunque no tan spoiler, ya que la historia está escrita. En esta segunda temporada, con la lógica de que todo lo que sube tiende a bajar, presenciaremos la caída de don Félix.

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Al final de la primera temporada, luego del desenlace conocido del agente Kiki Camarena (Michael Peña), se nos revela que quien llevaba la voz en off narrando el contexto histórico y el material de archivo era ni más ni menos que Scoot McNairy interpretando al agente Walter “Walt” Breslin, prometiendo, ni más ni menos, llevar la guerra a los narcos. Con un desafío prometedor, y dentro de lo que se llamó en la vida real “Operación Leyenda”, este equipo buscará cumplir sus objetivos bordeando la ley, sin importar la difuminada línea de la legalidad mientras los responsables del asesinato de Kiki caigan. Y en el proceso, desmantelar de una vez por todas al Cártel, buscando aliados dentro de la organización, dentro de la policía y la política corrupta.

Por su parte, Félix Gallardo tiene como meta liderar el narcotráfico sacando del medio a los colombianos. Recordemos que estamos a finales de los 80, específicamente en 1988 transcurre la mayor parte de esta temporada. Es una época donde Escobar y Cali controlan el negocio de la cocaína en su totalidad, son los dueños de la producción y de la distribución. Pero no todo será ascenso para Félix, porque en el medio debe intentar mantener unidas sus plazas: la de Juárez lideradas por Pablo “El Tigre” Acosta (Gerardo Taracena) y Amado Carrilo Fuentes (José María Yazpik); la plaza de Sinaloa comandada por el Héctor “Güero” Palma (Gorka Lasaosa) y la conflictiva Tijuana al mando de los hermanos Arellano. La meta de Félix Gallardo se verá obstaculizada por varios frentes, incluso, los internos.

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Los cimientos internos pierden cohesión, en parte, por el máximo interés que presta Félix Gallardo a las alianzas de poder político, en busca de un arreglo con la nueva administración en vísperas a las elecciones de 1988. Elecciones controvertidas debido a una dudosa caída del sistema y amaño para la victoria del PRI, que supone hubo mano del Jefe de Jefes, de El Padrino: don Félix. Si fue real o no, es algo que aún se discute, y que sabrán mejor lxs mexicanxs que yo, pero en la serie fue usado dramáticamente y funciona, es verosímil. Y más, sabiendo que esas elecciones llevaron a la presidencia al no menos controvertido Carlos Salinas de Gortari, señalado de tener vínculos con el narcotráfico (como varios presidentes del PRI posteriores a él) y quien de niño fusiló a su mucama jugando a la guerra. Un buen tipo. Digo el nombre porque en la serie es censurado con un pitido, y en la 24 somos chingones, no nos achicamos contra pendejos mamones.

Las actuaciones de esta temporada están muy arriba, muy bien. El aire solitario y frío que da Diego Luna a su personaje es soberbio. Otro punto alto, fueron las tramas secundarias del Güero Palma, El Chapo Guzmán (Alejandro Edda), los hermanos Arellano Félix y su hermana, la búsqueda de reconocimiento y poder de Isabella Bautista (Teresa Ruiz), la introducción de Juan Nepomuceno Guerra (Jesús Ochoa), y principalmente, la de Amado Carrillo y Pablo Acosta. El Tigre tiene un crecimiento y una profundidad que crean un romanticismo peligroso sobre estos personajes. Se lo pinta como un tipo con los códigos de antes (sigue siendo un asesino), cercano a su poblado, con valores y la idea de tomar otro camino.

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Lo más flojo puede estar en la contraparte, en los “buenos”. El personaje de Walt Breslin es chato, por más que Scoot McNairy le pone toda la onda. La motivación es endeble, floja y metida de prepo en la serie con unos flashbacks que desentonan con el resto. Es un punto bajo, teniendo en cuenta a sus sucesores, como Kiki Camarena o los personajes de la Narcos de Colombia, Javier Peña (Pedro Pascal) y Steve Murphy (Boyd Holbrook).

SPOILER ALERT

Si bien la serie marca el final de Félix Gallardo, estamos ante el nacimiento y, narrativamente hablando, la parte más interesante de la historia del narcotráfico de México. A lo largo de la temporada vimos el crecimiento de Amado Carrillo Fuentes, el Señor de los Cielos, fundador del Cártel de Juárez. En Sinaloa estamos ante el crecimiento del Chapo Guzmán junto al Güero Palma, mientras que vimos el conflictivo Cártel de Tijuana de los hermanos Arellano Félix. Por otro lado, seguramente se explotará el futuro desarrollo del personaje de Isabella hasta convertirse en el Reina del Pacífico. Netflix tiene su gallina de los huevos de oro, y le queda mucho para explotar. Esta temporada reza que esto recién comienza, se nos viene la guerra total, Tijuana versus Sinaloa (ya vimos las rispideces entre ellos), Tijuana versus Juárez, ¿Juárez versus Sinaloa?, y en el final la entrada de Nepomuceno Guerra en la mesa chica de estos líderes nos habla del futuro Cártel del Golfo. ¿Para quién jugará en la futura guerra?

Se viene el quilombo en la temporada 3.