Reseña: El hombre invisible (2020)

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Leigh Whannell (guionista de Saw e Insidious 3) y BlumHouse Productions nos ofrecen algo moderno en cuanto al retrato de las relaciones tóxicas.

Después de que su ex novio se suicida, Cecilia Kass (Elisabeth Moss) trata de reconstruir su vida, sin embargo, su sentido de la realidad la pone a prueba cuando comienza a sospechar que su ex no está realmente muerto como ella había pensado.

El desarrollo de este film podría haberse ejecutado mejor si no hubieran tenido la dificultad con respecto a la profundización de los personajes, la participación del “ente” y de su cierre poco convencional. La falta de información es lo que resalta, no se sabría con exactitud qué profesión laboral ocupa a la protagonista o en qué rama científica se impulsa Adrian Griffin (Oliver Jackson-Cohen), el supuesto “antagonista”.

La participación del “ente” es un poco deficiente, a tal punto que no obtiene mucha duración en el conflicto. Por lo tanto, no es muy recomendable observar el tráiler, ya que los “screamers” que se muestran son los mismos que se ven en el film. Aunque sí lo único positivo que se podría recuperar es el juego del “gato y el ratón” a la hora del tormento emocional y la persecución hacia la protagonista en varios aspectos.

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La actuación de Elisabeth Moss en varios aspectos es impecable, a pesar de lo problemático del guion y la trama. La superación de sus traumas, el cambio drástico en la verdad, la supuesta “locura” y sus inseguridades le ofrecen al espectador tensión y comprensión acerca de la problemática de la protagonista. No es el caso de Oliver Jackson-Cohen como Adrian Griffin cuyo papel podría haber estado mejor.

La participación de los personajes secundarios es bastante razonable y bien utilizada en sus roles. Un ejemplo de ello es James Lanier (Aldis Hodge), el mejor amigo de Cecilia. quien interpreta de forma excelente su rol, con un buen desarrollo de personaje como policía “correcto” y padre de una esperanzada universitaria, Sydney Lanier (Storm Reid).

La banda sonora compuesta por Benjamin Wallfisch (It, de Andy Muschietti y Cuando las luces se apagan) es bastante admirable. La química entre el estrés de los momentos de silencio y la música arrasadora pero a la vez intrigante juega un papel importante a la hora de explorar nuevas sensaciones dándole reacción a la “piel de gallina”.

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Los efectos visuales de los primeros dos actos fueron bastantes convencionales a tal punto que llegan al tercer acto con la presencia del “ente” con una formación física un poco más exagerada, es decir, el efecto de la fuerza sobrehumana y una musculatura que fácilmente se puede confundir si estamos hablando del portador. También cabe destacar que la utilización sonido y la imagen en el tercer acto no favorece al factor sorpresa.

Por otro lado, el suspenso se puede apreciar gracias a la banda sonora que lo acompaña, al igual que sus momentos de puro silencio; la escenografía en distintos planos del hogar o de otros sitios con su iluminación lúgubre y el aprovechamiento de los espacios vacíos es uno de los puntos positivos para el film.

El acto final puede que no sea convincente para algunas personas; no es muy acorde a lo que se podría esperar; hay algunas injusticias en medio y existen huecos de confusión.

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En otras palabras, El hombre invisible puede ser que no sea perfecta en ciertos aspectos pero es entretenida; puede prometer unos cuantos factores de comprensión hacia situaciones actuales de las relaciones y sus consecuencias. Las actuaciones y sus apariciones podrían ser mejores, pero no es para bajar los brazos. Ciertos clichés pueden flotar por ahí, aunque también pueden superar ciertos estereotipos. En estos tiempos, el trauma de este tipo de relaciones amorosas es difícil de superar pero la ejecución de este film podría aportar en la concientización o en la reflexión sobre las consecuencias y la realidad de esta problemática.