Monos: lxs niñxs siempre serán niñxs
Monos narra la historia de un grupo de 8 jóvenes guerrillerxs colombianxs que tienen la misión de cuidar a una vaca y una rehén norteamericana, cualquier cosa que les pase supone la muerte del grupo. Los lineamientos castrenses son impartidos por El Mensajero, el adulto y superior en La Organización que los visita cada tanto para monitorear su progreso.
Dirigida por Alejandro Landes, quien también la escribió junto a Alexis Dos Santos, Monos nos lleva hacia el centro de un conflicto armado atemporal y apócrifo. La Organización podría ser FARC, ELN, Paramilitares o lo que sea, pero más allá del conflicto político, que es algo común en el continente, se intenta mostrar aspectos generacionales, los egos y miedos, las curiosidades y experiencias, los juegos e inocencias de este grupo de adolescentes. Vemos un Señor de Las Moscas muy latinoamericano y nuestro.
La interpretación de lxs jóvenes es coral y perfectamente distinguible una de otra. Con el rigor militar se acentúa que son una unidad, un solo cuerpo regido por códigos y objetivos compartidos, pero, sin la supervisión de El Mensajero y, por ende, descontracturadxs del lineamiento castrense, las individualidades y deseos particulares de cada unx afloran. Claramente, en este elenco coral hay dos polos opuestos que marcan por dónde se mueven los demás. Estos son Patagrande (Moisés Arias), el líder que se impone, que no quiere seguir más órdenes, y Rambo (Sofía Buenaventura), la brújula moral de este grupo de adolescentes, quien se da cuenta de que todo se les fue de las manos. Cabe destacar la actuación de la “doctora”, la rehén yanqui (Julianne Nicholson) que deben cuidar. La vemos constantemente sufrir, pero también nos sirve de termómetro de que tan lejos llegan estxs niñxs. Un dato para considerar es que quien interpreta al Mensajero fue ex guerrillero y nunca actuó; fue contratado para enseñar a lxs intérpretes el comportamiento de una guerrilla, y Landes, al ver que podía darle un peso a la trama, lo incluyó en el largometraje.
La fotografía con mucha inspiración en Apocalipsis Now, de Coppola, desde el primer momento en las montañas nos impone una belleza descomunal, y más aún, al pasar a la selva, dándonos colores vívidos y a la vez, convirtiendo la selva amazónica en un personaje más, esto con la ayuda fundamental del sonido. Sonido que en partes se convierte en lo más preponderante de la película. Foto y sonido hacen que este espacio sofocante, abrumador, pesado se convierta en un obstáculo más para nuestros personajes y desnuda más sus miserias.
Otra cosa interesante, desde mi punto de vista, es ver a El Mensajero y la vaca Shakira como metáforas del miedo y respeto a los mayores, de la sociedad. Tenemos 8 niñxs adolescentes que tienen supremo temor y respeto a El Mensajero, es el padre que impone las reglas y los castigos, lxs niñxs temerosos no lo contradicen. El padre adulto se va pero los deja a cargo del cuidado de la vaca, que es un préstamo de un campesino a La Organización. Esto último es una analogía con el paso a la vida adulta, cumplir con obligaciones por fuera de la familia, conseguir un trabajo, ser responsable. ¿Qué pasa cuando por accidente matan a la vaca? Lxs niñxs se desinhiben y juegan, exploran su sexualidad, dan rienda suelta a sus curiosidades. Ya no tienen responsabilidades que seguir, no deben cumplir con nada impuesto sino vivir al máximo sus deseos y sentimientos. ¿Qué pasa cuando el padre adulto (El Mensajero) los encuentra para regañarlos? Vuelven a ser niñxs, no asumen responsabilidades sino que culpan a lxs otrxs, señalan las travesuras de lxs demás para evitar la reprimenda a unx mismx. Al fin de cuentas, lxs niñxs siempre serán niñxs.
En fin, Monos es una película diferente a las que nos acostumbró el cine latinoamericano, riesgosa e incómoda por momentos, pero sumamente entretenida. Estuvo a un paso de estar nominada a los Oscar, no pudo ser, pero ya un muchacho llamado Alejandro González Iñárritu la elogió y recomendó, película que llegó a ver gracias a la recomendación de un amigo suyo que algo sabe de cine: Guillermo del Toro. Sin dudas, tener el apoyo de dos tipos que vienen dominando Hollywood y los Oscar hace un lustro (con Alfonso Cuarón) habla mejor de la película de esta reseña.