Rambo: Última Sangre
Rambo es Rambo. No hay explicación, no hay que darle vueltas. Es un ícono de los 80, de las películas de acción, ¿de la masculinidad? Sí, es Rambo. Te guste o no, allá tú: es Rambo. Un personaje cuyas películas fueron mal recibidas por la crítica (a excepción de la primera) pero que sobrevivió y nos da una quinta entrega gracias a su público. Ojo, no hay que compararlo con Rocky, ya que Rambo, es el lado más reaccionario de Sly.
Rambo: Última Sangre, como bien marca el título, es el cierre de la saga. Ya vimos sufrir a John con sus demonios internos en EE. UU., Vietnam, Afganistán y Birmania, como también explotar su furia contra soldados y mercenarios que lo hacían enojar (casi siempre comunistas).
Hoy nos encontramos a John Rambo (Sylvester Stallone) viviendo y trabajando con tranquilidad en un rancho cercano a la frontera con México. Cobijado en la paz familiar para olvidar los sucesos ocurridos en Birmania 10 años atrás (además de los traumas de Vietnam), pasa sus días de retiro entrenando y criando caballos, mientras se medica para paliar su estrés bélico post traumático. Esto último, se deduce, aunque es algo en lo que no se ahonda y pareciera que se olvida más adelante.
En fin, la sobrina Gabriela (Yvette Monreal) cruza la frontera hacia México para conocer a su padre, quien le corta el rostro, como habían predicho John y su abuela. La joven, va a un boliche por insistencia de su amiga, misma amiga que la vende a un cártel. Víctima de la aberrante trata de blanca, Rambo va en su búsqueda y se topa con este peligroso cártel dominado por los hermanos Martínez (Sergio Peris-Mencheta y Óscar Jaenada), quienes frustran su primer intento. Hasta acá parecería la sinopsis de Taken (2008, Pierre Morel), pero no: es Rambo. Frustrado y salvajemente golpeado, es rescatado y curado por Carmen Delgado (Paz Vega), periodista que está tras el cártel después de sufrir la pérdida de su hermana a manos de estos. Con nueva información, Rambo rescata a su sobrina, pero demasiado tarde: ahora sí, conocerán al verdadero boina verde.
Hasta acá, con las licencias ya mencionadas de Taken, uno pensaría que la película intenta acercarse más hacia ese lado de lucha interna que conocimos en la obra que nos abrió la saga: Primera Sangre (1982, Ted Kotcheff). Un veterano de Vietnam que vuelve a casa, con problemas para adaptarse a la vida civil, con los fantasmas de la guerra, último de su unidad y con el amigo muerto por un cáncer debido al agente naranja, y que para colmo, no es bien recibido por los compatriotas para los que luchó. Tratado de vagabundo en su propia tierra. El entorno y contexto sirven de pretexto para despertar su sed de sangre, pero en esta, falló en esa introspección de JJR, por momentos uno se olvida que se trata de Rambo y observa a un hombre mayor cuya sobrina es asesinada por un cártel del cual buscará venganza exterminándolos a todos.
Pasado todo esto, nos encontramos en los 30 minutos finales con el Rambo de los 80, el de pura acción. No con el que escribió David Morrell en el libro Primera Sangre (1972), ya que el final de la película no es el mismo de la novela, sino no tendríamos una saga de 37 años.
Admito haberme reído al ver todos los preparativos de las trampas (muchísimas) porque me hizo acordar a Mi pobre angelito.
Llegados los malos, vemos al Rambo de acción que masacra cuanto sicario mexicano haya en su camino, si es que no los agarró una trampa mortal antes. Hectolitros de sangre, desmembramientos, balas y explosiones. En resumen: salvando la película.
Segunda película dirigida por Adrian Grunberg, maneja una estética similar a su ópera prima Atrapen al Gringo (2012), y también contexto. Pareciera que le es cómodo moverse en la frontera. Me atrevo a decir que para cerrar la saga, esta quinta termina siendo la más floja. Y eso que la tercera era mala, pero qué momentos épicos. Cómo no recordar la carrera en caballos para agarrar el chivo muerto, las frases al niño, la flecha bomba, los primeros auxilios explosivos y la dedicatoria al “heroico pueblo de Afganistán” 15 años antes de invadirlo y bombardearlo.
Apena despedirse de Rambo, pero como el show debe continuar, el gran Sly se despide pero abre las puertas para las nuevas generaciones. Por eso, como está haciendo con Creed, trabaja en una serie que se centrará en la vida del hijo de John Rambo. Así que, con suerte, el legado de Rocky y Rambo ¿seguirá vivo y presente por 3 o 4 décadas más?