Reseña: Marriage Story
Se venía hablando hace meses antes de su estreno, y paga. Historia de un matrimonio relata más que nada el post matrimonio de dos personas que se aman y se estiman e intentan hacer lo mejor a pesar de las circunstancias.
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Antes de hablar de argumentos, permítanme hacer un prólogo pequeño (tengo claro que ya hice uno pero complázcanme).
Marriage Story se disfruta o siente mucho más si están casados hace unos años. No separados. No divorciados. No de novios. Así. Casados hace unos años y conviviendo. Noah Baumbach, autor y director, logra distinguir y retratar muy bien pequeños gestos de la vida cotidiana que son comunes a todos aquellos que compartimos con otra persona un techo y una relación monógama y comprometida. Esos gestos no son ningún secreto y hasta de hijos podremos haberlos vivido viendo a nuestros padres. Sin embargo, se “sienten» verdaderamente siendo protagonistas.
Charlie y Nicole (Adam Driver y Scarlett Johansson), director de teatro y actriz reconocida, se están separando en buenos términos. La relación se desgastó y aunque son totalmente amigables entre ellos, deciden –con el tiempo veremos que es una cuestión más de Nicole– que se tienen que separar. Charlie está preparando su ingreso a Broadway mientras Nicole decide pasar un tiempo con su hijo en California, en la casa de su madre. La separación genera rispideces en la relación entre ellos que llegan a un conflicto por la tenencia de Henry, lo cual los lleva a contratar abogados. Nicole, más veloz, contrata a una especialista llamada Nora Fanshaw (Laura Dern, excepcional) que pasa al ataque. Charlie, aún medio en el aire y considerando que pueden resolver las cuestiones de otra manera, al principio contrata a un abogado particular que es el que entra dentro de su economía. Bert Spitz (Alan Alda, también excepcional) le aconseja que ceda. Charlie aquejado por el rumbo que tomó todo y sintiendo que Nicole lo ataca, busca su propio tiburón, el abogado Jay Marotta (Ray Liotta). Todo llega a su esperado clímax agridulce pero necesario y, dentro de todo, realista.
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Marriage Story no es ni de cerca una historia original. Es casi un homenaje a Kramer vs. Kramer (Baumbach nombra también en las referencias a Dos en el camino, la comedia romántica de los 60 con Audrey Hepburn). Por momentos le vi cosas incluso de esa película que hicieron Vince Vaughn y Jennifer Aniston hace una década o más. El espesor dramático de la película pasa no tanto por lo romántico, porque en ningún momento hay un indicio de un romance entre ambos que se pueda revivir, y eso la hace más humana por momentos. Esta es una relación que fue hermosa pero que lamentablemente terminó y ya nadie quiere “resucitar». Lo que ambas partes desean es ser buenos padres para su hijo, llevarse decentemente y poder estar en paz. Y eso es lo que todos los que se encuentran en esa situación quieren (mientras estén bien de la cabeza por supuesto).
El nudo de la película, su conflicto eje –y estimo que esta es la experiencia personal de Baumbach– pasa por la inclusión de los abogados. Si bien nos muestran a un trío de abogados bastante honrados por fuera de su profesión (hay algún intercambio que apunta a mostrar eso mismo), el chip se dispara a la hora de litigar donde tanto Nora como Jay hacen llover fuego en orden de ganar para sus clientes, lo cual propicia la ruptura pero a la vez, el aterrizaje y el mejor momento de la película. Una escena puramente teatral de discusión entre Nicole y Charlie abre y cierra los planos conforme avanza la causticidad hasta su explosión. Si Adam Driver gana el Oscar a mejor actor principal, va a ser por esa escena. Y se lo va a merecer.
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Sinceramente, me cuesta encontrarle una crítica negativa a Marriage Story. No tengo nada malo que señalar.
Es un drama que no se achancha por ningún lado. Que se permite algún momento gracioso sin olvidar a qué género pertenece. Que es interpretado con una solidez inaudita. Que Baumbach, cuyo guion es personal y basado en su propia separación de la actriz Jennifer Jason Leigh, dirige con una maestría que le conocemos a directores con muchísima más experiencia.
Hasta la banda de sonido sorprende por su exactitud, con muchas notas de música clásica muy bien seleccionadas.
Marriage Story no va a ganar el Oscar a mejor película porque no tiene un mensaje político que dar y porque ya ganó en su momento Kramer vs. Kramer. Pero no hay duda de que se lo podría merecer, incluso en un año fabuloso para el cine como fue el 2019.