Marianne: terror a la francesa

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Quien quiera que piense que Halloween termina el 31 de octubre, tal vez no haya ido a la universidad. Anticipándose a esto Netflix estrenó el 19 de septiembre una serie de producción francesa de un género al que no nos tenía acostumbrados, el terror. Abundaban los policiales y la ciencia ficción, y por supuesto, Stranger Things, que tiene sus momentos escalofriantes, pero Marianne va más allá y su creador, Samuel Bodin, intenta con éxito homenajear a las historias de horror clásicas, esas que supieron hacernos dormir con las luces prendidas a más de uno. 

En los últimos años, el género terror está pasando por un proceso de transición, una “lavada de cara”. Es así como nos encontramos con proyectos ambiciosos como Hereditary, Midsommar, Get Out o Us, que se escapan de lo predecible y del jumpscare sencillo, y traen otro tipo de conflictos y temas a la mesa. El terror se volvió más complejo, más psicológico y nos ataca en los miedos más profundos. Ya atrás quedaron las porristas que gritaban mientras las atravesaban con una sierra eléctrica o los jugadores de fútbol americano que se aventuraban en el bosque preguntando “¿Quién está ahí?”. Estas situaciones quedaron reducidas a elementos paródicos y podría decirse que el género se está actualizando, encontrando maneras más efectivas de sembrar horror en el corazón de los nuevos espectadores. 

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Marianne es un ejemplo de esto, pero a diferencia de los trabajos mencionados, en formato de serie. Esto le presenta una dificultad extra, ya que no sólo tiene el deber de mantenernos en el borde del sillón (o de la cama), sino que tiene que encontrar una manera efectiva de sostener las situaciones terroríficas para que vayan in crescendo a medida que pasan los capítulos y al mismo tiempo resolver la historia satisfactoriamente. A grandes rasgos se proclama exitosa en esta titánica tarea, pero hay algunos detalles que no pueden dejar de notarse. 

Lo bueno, por suerte, supera ampliamente a lo demás. La premisa es atrapante. Una escritora famosa por su autoría de una saga de terror a la Stephen King comienza a darse cuenta de que la bruja sádica, cruel y horrorosa con la que soñaba en su infancia y que dio origen a sus novelas es más real de lo que ella imaginaba. Vuelve a su pueblo natal lista para darle un cierre a esa etapa de su vida, pero este personaje, Marianne, no va a rendirse hasta que ella vuelva a escribir sus historias. “Escribí, Emma, escribí”, es el mensaje que la bruja le deja a la protagonista (un estímulo que nos vendría bien a más de uno) luego de cometer un sinfín de atrocidades y de situaciones altamente perturbadoras que no voy a adelantar, pero que no son para el ojo sensible. Capítulo a capítulo la serie logra generar un clima de terror impecable, no sólo con sustos momentáneos (aunque los hay, pero con moderación y bien utilizados), sino jugando con nuestros miedos más psicológicos y clásicos. Todas las situaciones están allí, la oscuridad debajo de la cama, la franja abierta del placard, la infinidad del reflejo en el espejo, luces que se prenden y se apagan, pasos sin origen que no deberían oírse, Marianne usa todos los recursos de una manera en que encajan perfectamente como una especie de rompecabezas del terror. 

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Estos condimentos mezclados con personajes sólidos cumplen lo que se prometió. No hay en Marianne un personaje que no esté pensado y desarrollado de cierta manera. Los guionistas dejaron de lado los estereotipos y tomaron un riesgo que dio buenos frutos. Acompañan la fotografía, la música, la estética y la paleta de colores, aunque es muy difícil no maravillarse con las tomas de los pueblos en la campiña francesa. Como nota al pie es imposible dejar de mencionar el recurso de dividir los capítulos de la serie en varios “capítulos literarios” que presentan las diferentes situaciones con efectos de páginas que van pasando y actuando como divisores. Es una decisión consciente del creador de utilizar la estructura literaria como hilo conductor, y funciona de una forma muy efectiva. 

¿Lo malo? Se preguntarán después de todo lo que acabo de enumerar. Cuando uno tiene varias películas de terror en su haber, ciertos giros en la historia se vuelven algo predecibles. Marianne no puede evitar caer ligeramente en esa trampa en su desenlace, que en mi opinión no le hace justicia al resto de la serie. Sin embargo, lo que realmente importa en este caso es el viaje, no el destino. Ya sea para continuar con Halloween en noviembre, para maratonearla un fin de semana o para distraerse un poco de los temidos exámenes universitarios, Marianne es una excelente opción para los amantes del terror y para aquellos que quieren introducirse al género. Tal vez haya que dormir con la luz prendida un par de noches, pero definitivamente nadie se va a llevar una decepción después de verla.