Midsommar: el terror no espera la noche
Ari Aster (Hereditary), uno de los nuevos directores referentes en cuanto horror movies actuales, estrena en nuestros cines su segunda película, Midsommar, con la producción de Lars Knudsen, la productora B-Reel Films y repitiendo distribución en manos de A24.
Midsommar sigue los pasos de su magnífica antecesora, Hereditary, trayéndonos una peli que en cuestión de géneros se hace complejo encasillar; de momento diremos que cumple el rol de folk horror con momentos dramáticos y particulares secuencias gore.
Aster al igual que directores como Jordan Peele (Get Out,Us), Panos Cosmatos (Mandy), Jennifer Kent (The Babadook) se suma a esta nueva oleada en la que el cine de terror propone la utilización de la técnica y las historias complejas para enmarcar el horror, el rango expresivo de este género y un film que no se limita a dar solo sorpresas y sobresaltos.
Este segundo film de Aster tiene como disparador, y cualidad que también se puede observar en Hereditary, que la protagonista femenina pasa por una pérdida enorme, pérdida ligada a lo familiar. En este caso de Midsommar, inicia con Dani, interpretada por la excelente Florence Pugh (Lady Macbeth), quien se encuentra preocupada por su hermana y su problema de bipolaridad; acto seguido Dani se entera de que su hermana asesinó a sus padres mientras estos dormían y luego se suicidó. Dentro de esta secuencia inicial, no solo nos pone en contexto lo sucedido con la familia de Dani, sino también la relación actual que lleva con su novio Christian (Jack Reynor). Este noviazgo no está pasando por el mejor de los momentos, y es que entre el narcisismo de él y la sobre dependencia de ella, esta pareja no demuestra realmente amarse; la relación quiere terminarse pero no encuentra la manera. Desde una perspectiva más amplia podríamos decir que toda la película es una excusa para mostrar que trata sobre esta relación fracturada y rota.
Dentro del grupo de amigos de Christian, se encuentra Pelle (Vilhelm Blomgren), proveniente de Suecia, quien invita a todo el grupo a sumarse a una tradición milenaria que se celebra cada 90 años en Harga, la aldea a la que pertenece. Christian invita a Dani a sumarse al viaje, y así es como todo el grupo se dirige a Suecia a ser parte del Midsommar.
El universo sonoro en las casi dos horas y media de película es la pieza fundamental en la construcción del clima fílmico. Los momentos de incertidumbre, los cantares de las aldeanas y esa mezcla de sonido que complejiza saber si es realmente diegético o no, suman un porcentaje muy importante para lograr el suspenso y la opresión constante en la película.
Los personajes emprenden el viaje a Suecia, y a partir de este momento los cambios en planos, encuadres y movimientos de cámara se ponen a la orden de la historia y del paisaje. De hecho, uno de los cambios simbólicos se da cuando pasan la señalización de entrada en Harga, la cámara se da vuelta y queda al revés, y luego el plano vuelve a ser normal. Podemos atribuirlo simbólicamente a que entraron en otra dimensión, no en el sentido paranormal, sino en un lugar donde tal vez las cosas diferentes y las reglas no jueguen a su favor.
Luego de parar y reunirse con la familia de Pelle, se adentran un poco más y descubren que la aldea es de una belleza impresionante, de colores vibrantes, en contraposición a los aldeanos vestidos de un blanco impoluto, y una interesante amabilidad. Con aldeanos simpáticos y un lugar donde la oscuridad no existe, debido a que no oscurece el cielo, Aster plantea un terror desde otro lugar; no es el mismo que emplea en Hereditary, donde los planos son más opresivos y la oscuridad abunda. En Midsommar, los planos son exageradamente amplios, tanto que producen un vértigo escalofriante y una atmósfera asfixiante, los ambientes siempre iluminados sin esconder nada en absoluto, pero Aster tiene la capacidad de generar terror desde lo anímico de los personajes, especial y excepcionalmente llevado por Pugh.
Dentro de la aldea, uno a uno, empiezan a desaparecer miembros del grupo por desavenencias con los aldeanos, y Dani cada vez se aleja un poco más de Christian, hasta llegar a una instancia en la que la nombran reina de la festividad, un lugar donde se empieza a sentir cómoda. En paralelo Maja (Isabelle Grill), una de las aldeanas, realiza un ritual de amor sobre Christian para llevar a cabo el apareamiento con este. Dani los ve apareándose y aquí es donde el vínculo con los aldeanos se profundiza en su inmenso dolor por la infidelidad de su novio. Las aldeanas gritan, lloran junto a ella como muestra de unidad, y transcurre una de las escenas más gore y cruda de toda la película.
Adentrándonos al final, como antes había adelantado, Midsommar es la historia del quiebre de una pareja. Dani cierra su vínculo con Christian tomando la decisión como Reina de Mayo de sacrificarlo junto al resto de las ofrendas.
En conclusión, Midsommar es una película con un tempo fílmico lento, con una atmósfera espesa, con referentes sólidos y un director impecable, en la que se narra la historia de una ruptura, de la no pertenencia, enmarcadas dentro del culto pagano en una aldea en Suecia.