In the Tall Grass: que el pasto no tape el pastizal

1.jpg

Traté de mantener los spoilers al mínimo, pero algo hay

El raid de adaptaciones kinguianas no se detiene y Netflix se sube nuevamente al tren. En su catálogo ya cuentan con las buenardas 1922 y Gerald’s Game, ambas de 2017. Ahora es el turno de In the Tall Grass, basada en la novela del mismo nombre escrita por Stephen King y su hijo, Joe Hill. Cuenta la historia de los hermanos Cal DeMuth (Avery Whitted) y Becky DeMuth (Laysla De Oliveira), esta última embarazada de seis meses. Ambos viajan a San Diego para dar al bebé en adopción, pero se detienen al costado de la ruta y escuchan que desde un campo de hierba llegan gritos de un niño pidiendo auxilio. Entonces se adentran para ayudarlo, sin saber que la cosa no es tan simple.

El director no es otro que Vincenzo Natali, quien en 1997 dio el ¿batacazo? con una película llamada Cube, esa en la que distintas personas despertaban en habitaciones con forma de cubo llenas de trampas asesinas. Tengo un buen recuerdo de ese film, pero temo verlo ahora y darme cuenta de que envejeció mal. Después, el amigo Natali anduvo dirigiendo, entre otras cosas, capítulos de Hannibal, Luke Cage, The Strain, American Gods o Westworld.

multimedia.normal.b1f0099c9f06be77.696e207468652074616c6c2067726173735f6e6f726d616c2e6a7067

Mi experiencia con In the Tall Grass no fue del todo buena. En un momento chequeé la barra de progreso y, en lugar de la hora que esperaba encontrar, me encontré con que habían pasado nada más que treinta minutos. Y es que una vez que se establece a los personajes perdidos en la hierba alta, no parece necesario ahondar en la cuestión. Sin embargo, Natali se preocupa por darle algunas vueltas de más, generando algo de aburrimiento en el que no pasa nada muy relevante o interesante.

La cámara no parece acompañar la construcción de un espacio. Solo nos muestra a los personajes gritando y caminando entre pastos, mirando fuera de campo como buscando una salida, quedando todo un poco chato para lo que se podría narrar. No termina de concretarse un ambiente, un lugar, sino más bien el despliegue de acciones y situaciones en una escenografía.

En ese desarrollo los protagonistas irán desnudando sus miserias y anhelos, en un crescendo que pasará del miedo a perderse, al miedo a morir. El terror verdadero pretende llegar con un Patrick Wilson poseído por la roca negra que parece albergar la magia de ese campo. Ahí el foco cambia, porque al no poder escapar se suma el hecho de ser perseguidos por un asesino.

ITTG_D11_0001.tif

La tercera pata de lo sobrenatural se da con un tratamiento del tiempo cíclico, enrarecido, en el que los protagonistas llegan una y otra vez a ese campo, encontrándose con ellos mismos o con versiones diferentes de otros personajes. Un tópico más que hace de la historia un cóctel difícil de digerir.

In the Tall Grass es una película que no logra mantener la tensión durante su hora cuarenta de duración, donde el interés se diluye ante personajes planos y una puesta en escena que se complementa con efectos especiales vergonzosos (el pasto enredándose con el corazón resultó un tanto absurdo).

No parece la clase de película memorable y, para odiables, por suerte hay muchas otras.