El dinero o la gente: A la conquista del Congreso

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Un conjunto de outsiders, personas desconocidas y por fuera de las candidaturas tradicionales, se presenta a las primarias del partido Demócrata en EE. UU. en las elecciones de la Cámara de Diputadxs en 2018.

En tiempos de Trump, diferentes organizaciones sociales (como Progressive Democrats of America o Democratic Socialists of America) buscaron impulsar este tipo de candidaturas no con el ánimo de competir contra los republicanos, sino con el fin de renovar el anquilosado partido que históricamente ha sido el más progresista. Un partido que, tras años de sostener a congresistas a través del financiamiento de grandes corporaciones, había perdido su fuerza de lucha y capacidad de colocarse como oposición ante una derecha que avanzó sin precedentes en 2017.

A la conquista del Congreso acompaña a cuatro candidatas desconocidas que lanzan sus campañas en distritos de diferentes estados pero con estrategias más o menos similares, que van desde el acá conocido como timbreo, presentaciones en radios locales, en centros comunitarios pequeños, reuniones en casas particulares hasta contiendas en debates oficiales con el otro candidato (casi siempre varones).

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La premisa es que quienes han sostenido bancas durante más de 20 años gracias al financiamiento de campañas y lobby (allá legalizado y reglado) por parte de gigantes como la minería y el mundo de los bienes raíces ya no cuentan con libertad para legislar en contra de dichos intereses.

Para contrarrestar esta dinámica, las nuevas candidatas (o al menos lo que muestra el documental) se basan en donaciones privadas e individuales, así como en el trabajo de militancia voluntaria, entre las que se destaca una mujer que porta durante toda la filmación la camiseta de Argentina. Claro que allá usan palabras como voluntariado o fundraisers pero si eso no es militancia, ¿qué es?

El documental no esconde demasiado quién es la protagonista de la historia, al iniciar y finalizar con la imagen de Alexandria Ocasio-Cortez, una trabajadora del Bronx que se presentó ante uno de los congresistas de mayor peso en la Cámara de Diputados, una vez que su hermano la postuló ante la Democratic Socialists of America (DSA), una de las organizaciones que pusieron en marcha esta movida de renovación de nombres. Ocasio-Cortez se encarga de reforzar esa idea de la campaña artesanal cuando dice “Ellxs tienen el dinero, pero nosotrxs tenemos a la gente”.

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La lente de la directora, Rachel Lears, acompaña el camino de este grupo de personas, desde un lugar íntimo, como forma de resaltar no solo su vida cotidiana, lejos del lujo de Washington (si bien visten trajecitos combinados a la hora de presentarse en ciertos actos), sino también para demostrar el esfuerzo a pulmón que han realizado para lograr los avales para su candidatura y luego para la campaña de las primarias.

Las historias personales de cada candidata, así como las de sus comunidades cercanas, completan el cuadro de las motivaciones para involucrarse en la vida política de esta manera, a pesar de las dificultades y de las altas chances de perder, dadas las condiciones.

Si bien las mujeres se encargan de poner toda la garra e ímpetu durante la contienda, el tono general de la película es moderado, al centrarse sobre su trabajo y no ahondar tanto en las fallas del sistema de financiamiento ni en las dudosas condiciones que se dieron para que, quienes hoy detentan el poder, hayan permanecido tanto tiempo ahí.

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Las localidades que se muestran están más cerca de películas como las de Alexander Payne (Election, Nebraska, Las confesiones del Sr. Schmidt) que las de House of Cards, más allá de la cuidada estética de Lears. Los recorridos por los caminos menos transitados y las ciudades menos vistosas son un agregado a la idea de la campaña de este tipo de candidatas por fuera del sistema. El camino es arduo y las derrotas son varias, pero el apoyo entre ellas es clave para seguir adelante.

Resulta extraño ver a candidatas y militantes recorriendo las calles el día de la elección, recordándoles a las personas que vayan a votar. Es un día de semana, una jornada normal, las personas se levantan para ir a trabajar; pero se define el futuro de un distrito, de una parte del Congreso y de alguna mujer que quiere hacer la diferencia dentro de un partido que debería estar haciendo frente a la derecha hoy representada por Trump.

Sin embargo, la rutina de estas protagonistas se detiene a la hora de recibir las noticias de los resultados desde sus casas, bares o sedes partidarias (en su minoría). Aquella intimidad que empezó al inicio de la campaña se mantiene hasta el final para transmitirnos la ilusión, la decepción o la euforia. Queda por saber cómo se puede continuar en la construcción de una nueva fuerza para un partido que quiere volver a ser una alternativa atractiva para quienes se hayan desmotivado en este último tiempo.