Reseña: 13 Reasons Why, tercera temporada.

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Empiezo a escribir esta reseña de la tercera y espero última temporada de 13 Reasons Why, la serie que nos da el mejor ejemplo de que a veces las cosas no tienen por qué continuar, a sabiendas de que va a ser una reseña tan problemática como la temporada en sí. Y me hago cargo y responsable de las puteadas. Es lo que es. Si la vieron, saben por dónde vendrán los tiros. Y es más, si no la vieron, dejen de leer.

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El villano, Bryce Walker, es asesinado. Y ese es el misterio de toda la temporada. Por alguna razón Clay, máximo enemigo de Bryce, quiere descubrir quién lo hizo, tarea que intenta llevar a cabo junto con su ¿amiga? Ani, una chica inglesa recién llegada a Evergreen, que al parecer tiene una capacidad maravillosa de conexión con la gente y por eso se hace amiga de todo el grupo de inadaptados que parecen salidos de la camioneta de Scooby Doo (“fue el mal guion todo este tiempo», diría Clay Fred). Convenientemente, Ani y su madre viven en casa de Bryce, porque cuidan a su abuelo enfermo.

Como en la primera temporada, cada sospechoso salta al siguiente desenmarañando una serie de secretos tras secretos tras secretos que al capítulo 5 ya es imbancable, imagínense al doble. Y tiene 13, porque Netflix no perdona. Y si quiere hacerte perder tiempo exagerando hasta el hartazgo la longitud de una serie, lo va a hacer. Nuestra muerte personal nos encontrará en el capítulo 12 de una producción original de Netflix que tenía guion para una peli de dos horas. Máximo.

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Quiero sacarme de encima la explicación del argumento para ir a lo que de verdad importa, así que perdonen la velocidad.

Clay, siendo Clay, se obsesiona de forma irreflexiva, intentando ayudar a todos sus amigos, y comete una ristra de cagadas que generan más intrigas, más secretos y más capítulos hasta el desenlace que obviamente es decepcionante.

Aún así, los creadores (intuyo) intentan hacer algo sorprendente.

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Que es plantear un debate necesario. Nos guste o no, lo es. ¿Qué hacemos con los violadores? Un violador es alguien que cometió uno de los peores crímenes posibles y, una vez juzgado y encontrado culpable, debería cumplir una condena. Pero luego ¿qué? ¿Deja de ser un violador? ¿Merece un lugar en la sociedad? ¿Tiene derecho a redimirse? ¿Tiene derecho a buscar ser mejor? Todas estas preguntas son las que plantea 13 Reasons Why de una manera algo brusca porque, recordemos, Bryce no fue a la cárcel. Su condena es social, y solo de manera parcial. Nadie lo lincha por la calle. Nadie lo escupe. Hasta se da el lujo de carearse con sus víctimas. Tampoco han pasado años desde los hechos. Apenas meses. Y sin embargo, la serie nos muestra a un Bryce arrepentido, intentando ayudar a quienes lastimó, buscando asistencia terapéutica. Llorando. Se nos induce a una pregunta. ¿Existe una diferencia (semántica), entre violador y “persona que violó»? Es algo que me señalaron personas que fueron víctimas, no es algo que vi yo. No todos los violadores andan en furgoneta buscando víctimas potenciales. Incluso, diría que son los menos. La gran mayoría de los violadores son hombres que se aprovechan de una situación de vulnerabilidad y al otro día eligen pensar que la situación generó la ocasión y esa ocasión fue de tácito acuerdo mutuo. Por eso, en la mayoría de los casos, no se reconocen como violadores. Porque insisten que la parte vulnerada “quiso». Si no ¿por qué estaba ahí?

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Dado esto, Bryce no se considera un violador. Sino “alguien que violó». Alguien que por estar muy absorbido por las formas de su, ahora ausente, padre, no conoce ni entiende cómo no ser un canalla y tomar por asalto lo que desea. La ida de su padre (que lo desprecia) con otra mujer a hacer otra vida lo hace comprender todo lo que ha hecho mal hasta ese momento, y se le resquebraja su mundo de cristal (“felicidades, Bryce!”, le dicen su madre, su padre, Clay, Hannah, Ani, Chloe, Justin, Monty y varios más. Suenan los primeros compases de Fly Me to the Moon), haciéndole ver que hasta ese momento de iluminación fue un redomado hijo de mil yutas.

E intenta cambiar. Porque es su derecho y prerrogativa. Y algunos ven ese cambio. Y le creen. No Clay. Clay se mantiene en su actitud hasta el final porque él se considera el más afectado por todo. No las víctimas. Él. Que perdió a Hannah. Ese es el verdadero Clay. Si Dylan Minnette se pone a hacer fierros y saca espalda, en diez años tenemos un nuevo Batman. No solo porque es un enorme actor, sino porque tiene una de las miradas sombrías más amenazadoras que he visto en el cine reciente.

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El contrapuesto Clay-Bryce nos muestra a dos personas que están en abismos pero una sola de las dos está gritando para que la saquen, la otra está en modo “¿cómo salimos de este pozo? Pues cavando». La respuesta de cual es cual los sorprenderá.

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La tercera temporada de 13 Reasons Why nunca debió suceder porque nunca debió haber segunda temporada. La primera fue implacable y casi perfecta, le moleste a quien le moleste y de acuerdo con el grado de hipocresía que manejen. Debió cerrar ahí. No lo hizo y ahora tenemos casi VEINTISEIS horas más de un thriller que se empantanó lo suficiente como para generar un debate que no va a terminar bien porque la sociedad no está preparada anímicamente para sobrellevarlo. Nadie quiere perdonar violadores. Nadie quiere verlos mejorar. Y en absoluto nadie cree que puedan. El personaje de Bryce, su acrobacia moral, es imposible de explicar y aún más de creer en tan corto tiempo. No estoy al tanto de casos de la realidad en los que se haya visto alguna transformación así pero voy a confiar en que creadores y guionistas no se lo sacaron de la galera. Y en base a esa confianza voy a señalar que lo importante es que los creadores de la serie lo intentaron.

Hay un momento de la serie que entre tanto barullo va a quedar en la nada, pero es la frase de una chica: “No quiero que la historia me recuerde como una ‘víctima de’”.

Elijo pensar que ese camino es el más decente.