IT 2: el origen del miedo

1.jpgUno de los grandes aciertos de la nueva versión de IT de 2017, dirigida por el argentino Andy Muschietti, había sido el increíble cast de niños y niña, que contaba con la joven estrella en ascenso Finn Wolfhard (Richie). En la segunda parte esto se repite: el elenco, encabezado por los fabulosos James McAvoy (Bill) y Jessica Chastain (Beverly), es una de las cosas que “justifican” esta nueva versión cinematográfica de la enorme novela de Stephen King. Porque, vamos a decir la verdad, quienes crecimos traumatizados por el Pennywise de Tim Curry de 1990 sentimos cierta resistencia con respecto a la idea de reversionar lo que es un clásico del terror. Pero en 2017 se agradeció, porque, si bien era terrorífica, la miniserie televisiva de los 90 tenía un montón de “problemas” relacionados con el bajo presupuesto con el que se filmó y las actuaciones bastante malas en general. La megaproducción, encabezada por New Line Cinema, no solo no decepcionó, sino que gustó y significó “mejoras” con respecto a la versión original.

Con este antecedente, IT 2 era bastante esperada por los amantes del terror. Recuerdo que cuando fui a ver el primer capítulo al cine me sentí contenta porque las nuevas generaciones iban a poder acceder a esta joyita del horror que es IT. Y me pasó exactamente lo mismo con la segunda. Y la alegría fue también para mí, porque ver en pantalla grande esta segunda y última parte –que recordaba mucho más inquietante que la primera– filmada con mucho dinero, recursos y excelente gusto fue gratificante.

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No quiero hacer ningún tipo de spoiler, solo comentar lo que todos sabemos. Veintisiete años después de los eventos de la primera parte, Pennywise vuelve a hacer de las suyas en Derry, y Mike (Isaiah Mustafa), el único miembro del “club de los perdedores” que se quedó allí, es el encargado de llamar al resto para –nada más ni nada menos que– vencer definitivamente a “eso”. La película de Muschietti está en varias cosas muy pegadita a la versión de los 90, el orden narrativo de los hechos es casi idéntico, y toda la primera parte es la gran antesala que se ocupa de mostrarnos a los personajes, ahora adultos (impecable el cast también en este sentido, es muy verosímil que sean los niños crecidos), con sus “exitosas” vidas, interrumpidas por el llamado de Mike. Richie (Bill Hader) es cómico, Eddie (James Ransone) es evaluador de riesgos, de Stanley (Andy Bean) mucho no sabemos (está armando un rompecabezas cuando recibe la llamada), Ben (Jay Ryan) es un delgado y rico arquitecto, Beverly está casada con un hombre violento y Bill es un escritor/guionista que no puede escribir “buenos finales”. Ese guiñito meta es muy simpático, como si la peli nos dijera “esta vez la vamos a terminar bien”. No sé si lo logra, el final del film no fue lo que más me gustó, pero sí es innegable que la IT 2 de Muschietti es una versión superadora.

Casi calcando la mítica escena del reencuentro en el restaurant oriental, la película va tomando ritmo. Vemos a nuestros protagonistas empezar a recordar cuando están todos juntos. Porque, por algún motivo inexplicable, todos menos Mike, que –ya dijimos– se quedó en Derry, fueron olvidando a lo largo del tiempo los (muy) traumáticos eventos con el payasito siniestro. No basta con empezar a acordarse mejor de aquello que les arruinó la vida cuando esto vuelve de manera monstruosa a atormentarlos, en una horrorosa y divertida escena que muestra la esencia de la historia: IT es aquello que te da miedo. Su forma es la de tus peores temores, IT es “el” miedo. Y nuestros protagonistas, después de algunas idas y vueltas, deciden ir a su origen y acabar con él de una buena vez.

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La película imita su propia primera parte a esta altura, vemos a los personajes –separados por un argumento un poco endeble– en solitario, enfrentándose a visiones terroríficas del presente o del pasado. Los miedos de la infancia no se superan, y no es solo porque hayan sido originados por un alien asesino de niños, sino porque se trata de una época formadora y las amenazas no son solo sobrenaturales. El miedo a enfermar, a que tu padre te pegue, a que la chica que te gusta no te dé bola, a una familia represora, a la discriminación por tu color de piel o tu origen social, a ser un mal hermano mayor son miedos que poco y nada tienen que ver con el terrorífico Bill Skarsgård (quiero decir, Tim Curry, quiero decir, IT). Para los personajes el regreso al barrio donde crecieron no solo implica volver a enfrentarse con el payaso, sino con la propia infancia que, más o menos de mierda, ha estado llena de cosas terroríficas que van del bullying al rechazo o la culpa. Por algo se habían unido en el pasado, los perdedores con los perdedores, ¿y qué da más miedo que perder? Pero, por suerte, la unión hace la fuerza, y veintisiete años después los amigos vuelven a unirse y ¿triunfan?

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No lo sé. Si no recuerdo mal la anterior, esta IT 2 tiene un final un poco más tranquilizador que la original. Las cicatrices parecen desaparecer, aunque nada volverá a ser como antes. La batalla final tampoco es de lo mejor, me generó alguna que otra decepción –que no quiero explicitar para no spoilear pero– que básicamente tiene que ver con su diálogo con la novela de King y la miniserie. En un punto esto es correcto, la película no podía ser lo mismo, tenía que ser otra cosa y lo es. IT 2 está llena de innumerables guiños a la versión de los noventa (¿recuerdan la escena de la heladera?), de monstruos creados con una mejor tecnología, de cameos entrañables (hay uno que justifica los 169 minutos del film, para el delirio de los fans), de escenas del presente y el pasado de los personajes (que nos permiten volver a ver a nuestros queridísimos niños). La película nos hace pegar nuestros buenos sustos, nuestras buenas tapadas de ojos –se pone un poquito gore por momentos, a veces quiere dar asco y lo consigue, los mismos actores adelantaron la escena de “Carrie con esteroides” o “170000 litros de sangre”–, nos saca alguna risa/sonrisa y también emociona. Pero es una película de horror, no olvidemos, que gana en complejidad con respecto a la primera porque este segundo round cuenta con unos personajes no solo traumados por el payaso (que hizo lo mismo con los espectadores, gracias por tanto, Tim Curry) sino por esa niñez fallida y los veintisiete años de vida que seguramente hayan tenido lo suyo. Quién pudiera volver atrás y luchar contra lo que le hizo daño. Tenemos la terapia o el terror sobrenatural: no hace falta decir cuál es la opción más divertida.