Reseña: When They See Us

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Si el espectador espera ver en When They See Us –la nueva miniserie de Netflix– una ficción reconstructiva del caso real de Los Cinco de Central Park, entonces no estaría buscando en el lugar correcto. Si, en cambio, se adentrase con la esperanza de encontrar un dramón de calidad, transmisor de la impotencia y la angustia de los falsamente acusados del crimen… entonces, tampoco.

When They See Us, dirigida por Ava DuVernay, se lanza al público con una premisa más similar al primer escenario acá descripto, pero termina pareciéndose más al segundo; y en realidad no termina de serlo siquiera.

Constando de cuatro capítulos, la miniserie cuenta la historia de Antron McCray (14), Kevin Richardson (14), Raymond Santana (15), Yusef Salaam (15) y Korey Wise (16). Dichos muchachos que –dato no menor– provenían todos de familias racializadas, fueron acusados y condenados por una brutal violación a una mujer.

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Paremos con la sinopsis un toque; When They See Us tenía unos buenos pares de cosas para que me resultara interesante de reseñar: el formato de miniserie que tanto está pegando, que la haya bajado la N roja, la estética(porque a mí con luces duras y colores de fantasía me tenés morfándote de la palma de la mano), la maravillosa cantidad de camperas que yo asesinaría por tener y la gran cuota de elemento sociopolítico –o, en millennial, la esencia social justice warrior– que a mí me gusta cubrir. Pero en mi primer párrafo spoileé mi propia nota y no creo sorprender a nadie diciendo: la verdad, la serie me parece un gran error.

Ahora sí, sigo. Desde el primer capítulo (habría bastado una búsqueda en Google) sabemos que los protagonistas son inocentes y la serie procede a narrar cómo estos chicos, que sólo habían salido de joda por el parque, son llevados por la policía en una gran razia a todo el Harlem.

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En la comisaría, una fiscal –seamos generosos y digámosle– feminista, busca incriminarlos de cualquier forma: forzando testimonios, adulterando las grabaciones, omitiendo resultados de análisis y toda una sarta de cosas que, escuchadas en este contexto, todos procedemos a calificar de aberrantes. Precisamente la idea es que las tomemos como aberrantes, y para eso se usan todos los golpes bajos posibles: yuta pegándole a niños, la inquietante presencia de las familias y su angustia, las manipulaciones psicológicas de los detectives, Donald Trump en la tele pidiendo pena de muerte y todo esto viene ensamblado en un montaje rapidito de planos bien cerrados.

Parece un tráiler.

Las acciones nunca terminan, las transiciones entre las escenas y los cortes entre tomas son incómodos de ver y todo está inundado con una música extradiegética insufrible e hiper presente. ¿Mi teoría? Que, aparte de tener algunos gustos estéticos cuestionables, la directora se vio obligada a recortar el guion original para que entrara en las 5 horas que Netflix le otorgaba.

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El primer y el segundo capítulo cuentan a las chapas todo el proceso judicial, abriendo también arcos dramáticos sobre la vida de los personajes, sus familias, y hasta los fiscales que los acusan. Todos plantados que quedan en la nada.

Y, aun diciendo esto, si ponemos ambas cosas en la balanza lo que más llena las horas del visionado son dramas intensos y personales antes que cualquier otra cosa.

No es que todo esto me parezca mal per se, porque no estamos frente a una serie de culto; When They See Us es obviamente una serie pochoclera, de esas que se hacen para mirar cuando necesitás chantar la cabeza un rato y no pensar mucho. Hay muchas series dignas que entran en esta descripción y las defiendo a muerte, porque no todo es ver cine de género; porque los productos pochoclo pueden estar más que bien logrados.

Lo que me molesta es que teniendo los materiales necesarios para construir algo potable (plata, una historia compradora, plata, grandes posibilidades de articular temas interesantes, plata, un elenco no muy conocido pero sí bastante digno, PLATA) se quedaron tremendamente en el gris.

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Se descuidó el audiovisual por priorizar el mensaje (desde ya para mí un pecado capital: el cine siempre es soporte de discurso, pero el discurso no puede valerse por sí mismo dejando al lenguaje estético detrás. Para eso no filmes una película, para eso andá a predicar). Y, por si eso no era suficiente para decepcionar, dicho mensaje no queda claro en ningún momento. Se tira un par de veces la idea de que a los protagonistas se los acusa por una cuestión racial, pero nunca se sigue ese hilo y otra cosa más queda en la nada.

Incluso si el objetivo era ser una patada de emociones, eso se queda corto por su mala ejecución. No se busca hacer que el espectador reflexione y se sienta oprimido por el motivo más obvio (la desesperación de estar encerrado por un crimen que no cometiste). Se busca que el espectador llore con boludeces mal planteadas, recursos bien grasas e historias sin profundidad. Y lo digo yo, que lloro con cualquier cosa, When They See Us no me pudo hacer ni lagrimear.

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Pero alto ahí, que hay un silver lining dentro de toda esta bardeada y es que dentro de las 5 horitas que nos come la serie, hay 20 minutos que valen la pena y valen la pena en serio. Están en el último capítulo y, a través de las alucinaciones de un hombre encerrado solo, transmiten una desesperación sin igual que no voy a gastarme en describir, porque ya la describió el maestro Ricardo Piglia en Plata quemada (oh, el encierro físico y su conjunción con el encierro mental; gran tema gran para tratar). Entre el tiempo del deseo y el flashback, algo de lo que podría haber sido la serie se asoma. Y está muy bien.

Lamentablemente, esto se nos va tan fácil como había llegado y nos quedamos de nuevo en lo mismo, hasta chocarnos de frente con un final que realza todo el mal gusto del que se había hecho gala previamente.

Supongo que el mejor remate a todo esto es el que yo misma vivencié: terminar la serie con un gran sentimiento de confusión sólo para ver en los créditos a la querida Oprah Winfrey como productora y empezar a entender todo. Wow.