The First Purge ft. Un Rambo del barrio.
La Purga sorprendió a todxs en 2013 y demostró que Blumhouse Productions era algo más que Actividad Paranormal e Insidious. La premisa era simple y efectiva: en un Estados Unidos distópico tras una recesión económica (sí, USA, no Argentina), el partido político dominante instaura 12 horas de purga para que lxs ciudadanxs liberen el estrés y hagan catarsis cometiendo delitos, “liberar el enojo, purgar”, incluyendo asesinatos. El crimen es legal. La primera fue un home invasion atractivo por el contexto, que fue explotado en sus secuelas siguientes: Anarchy y Election Year. Todxs querían ver qué pasaba en las calles, y James DeMonaco (creador, guionista y creador) junto con Jason Blum (productor), ni lentos ni perezosos expandieron la marca.
The First Purge, si bien es la cuarta entrega, es una precuela. Hablamos de la primera purga como bien dice el título. Las primeras 12 horas de purga, el primer experimento, que si funciona, se llevará a cabo en todo el país a partir del próximo año. Esta vez, seguimos a Nya (Lex Scott Davis), una activista anti-purga, Isaiah (Joivan Wade) hermano de Nya, con pretensiones de ser dealer para salir de la pobreza, y Dmitri (Y´lan Noel), ex de Nya y el capo narco gansgta del barrio pero con buen corazón que busca lo mejor para su comunidad. Como sabemos, distintas circunstancias los harán salir de sus lugares seguros esquivando asesinos.
Para explicarnos qué está pasando en el país, la película recurre a esos montajes llenos de anarquía social y distintos medios noticiosos que explican la debacle social y económica (difícil dejar de emparentarla con nuestras tierras). Deben de estar de moda estos montajes porque vi similares en al menos cuatro largos en el último año, pero bueh, siguiendo. Tras la ineficiencia de los partidos tradicionales, un nuevo partido político se hace con el poder: Los Nuevos Padres Fundadores (NFFA, por sus siglas en inglés). El nuevo presidente asume el poder y su frase de asunción es “el sueño americano ha terminado. Haremos lo necesario para que vuelvan a soñar”. Puede ser que haya muchos palos hacia la campaña de Trump, pero vamos, también miraron al sur, hay muchas coincidencias con nuestras pampas.
Ya desde el principio la peli nos dice que este experimento está fundado en el racismo. La ciudad elegida para llevar a cabo esta prueba es Staten Island, en su mayoría compuesta por minorías. Lxs entrevistadxs son negrxs y latinxs, pobres y enojadxs, dispuestxs a participar de la purga porque necesitan el dinero. Si bien el proyecto de la doctora Mary Updale (Marisa Tomei) apunta a lo psicológico y social, a la “catarsis social para bajar la violencia”, sin embargo, los cerebros detrás de la NFFA quieren purgar, que la pobreza baje, eliminando a los pobres literalmente. Y harán todo lo que el poder les da para llevarlo a cabo, enviando escuadrones de mercenarios con tintes del KKK para incentivar y hacer matanzas. Una operación de bandera falsa. Si sos morochitx corré, porque la purga va por vos.
El inicio es prometedor, porque es interesante cómo se llega a la primera purga, pero a partir de la chicharra característica que le da inicio, desde mi punto de vista, todo se viene abajo. Hay postales de asesinxs locxs con estilo, unas abuelas con carrito de peluches, distintas máscaras que llaman la atención, y como siempre no falta esa toma ralentizada para que veamos bien algún look de un verdugo particular. Desde ese punto de vista estético, cumple y es algo que se espera.
Se desperdició un gran inicio con metaforizaciones políticas actuales, que si bien algunas parecen forzadas, logran hacer que diga “bueno, sigamos viendo a ver qué pasa”. Las entrevistas llevadas a cabo por personas blancas en oficinas totalmente blancas hablan de la pureza a la que se sienten destinados los del NFFA. De hecho, este partido político ficticio tiene una página web real: newfoundersamerica.org donde venden gorras rojas (como las que usó Trump en su campaña). La analogía de pobres y minorías siendo eliminadxs por el capitalismo, la guerra de clases de la que siempre habló Marx están super claras, a pesar de que cae en algunos estereotipos de negros y blancos. Lo más probable es que estoy especulando con esto; el director Gerard McMurray sólo cuenta con una película antes de esta: Burning Sands (se puede ver en Netflix), cuando siga haciendo más quizás tenga razón.
Lo más flojo se ve en la construcción de los personajes, demasiado chatos o exagerados. Isaiah y Nya son los más verosímiles, pero ya con Skeletor (Rotimi Paul) y Dmitri, para mi gusto, la pifiaron. El primero sirve para mostrar lo demencial de la purga, pero fuera de eso parece una cruza demencial entre el Joker de César Romero, el Tío Lucas y Jack Torrance que termina caricaturizándolo. El segundo, Dmitri, termina siendo una especie de Rambo con dosis de John McClane. Él solo puede acabar con un escuadrón de mercenarios expertos. Ni Frank Grillo en películas anteriores era tan capo. Esta caracterización es lo que (a mi parecer, los avezados en la materia me pueden criticar) saca a este largo del género de terror y lo mete en el de acción.
Que sea la más floja de la saga no deja de lado que el universo de La Purga seguirá creciendo. De hecho, ha salido La Purga-La serie, con la producción de James DeMonaco, Jason Blum y el chantún de Michael Bay. Con una temática muy al estilo de The Walking Dead, es decir, distintas líneas de historias con personajes distribuidos en el mapa que confluyen al final.
En conclusión, una película que me prometió algo al principio y se olvida el mensaje en el camino. Para los fans de la saga cumplirá porque es parte del canon, quien empiece la saga por esta precuela, pronto la olvidará.