MOWGLI: LA LEYENDA DE LA SELVA
Busca lo más vital, no más. Lo que es necesidad, no más…
¿Conocés esa canción? ¿Quién no vio una adaptación de El Libro de la Selva alguna vez? La más recordada será la versión animada de 1967 o la recargada entrega de CGI de 2016, dirigida por el copado Jon Favreau (lo digo por el personaje que hizo en Friends). Quizás algunx recuerde la olvidable adaptación en carne y hueso de 1994. Lxs treintañerxs buscarán en su rincón nostálgico y recordarán una serie animada con el oso Baloo piloteando un avión (¿?). En fin, todo el mundo conoce El Libro de la Selva, sí: la versión libre de Disney. La versión edulcorada del Capitán Walt, totalmente alejada del tono un poco oscurito que nos cuenta Rudyard Kipling en su antología de cuentos homónima. Partiendo de esto, Andy “Capo” Serkis intenta mostrarnos en Mowgli: La leyenda de la selva (2018) un relato más fiel a la obra de Kipling (ojalá muchxs se acerquen a leerla) y que apunta más al público adulto.
Mowgli (Rohan Chand) queda huérfano de bebé en medio de la selva cuando el tigre de Bengala Shere Khan (Benedict Cumberbatch) asesina a sus padres. Rescatado por la pantera negra Bagheera (Christian Bale) es llevado al cuidado de los lobos, liderados por Akela (Peter Mullan), quien acepta al “cachorro humano” bajo la tutela de la loba Nisha (Naomi Harris) y el lobo Vihaan (Eddie Marsan) y el cuidado de Bagheera y Baloo (Andy Serkis), el oso que imparte las leyes de la selva a los cachorros de la manada. Hasta ahí, es historia conocida: Mowgli intenta pasar las pruebas para ser uno más de la manada y que lo vean como un igual y Shere Khan busca que la manada no lo proteja más así puede comérselo. Paro acá para no spoilear.
¿Logra ser más fiel a la obra original de Kipling? Fue la intención de Serkis, y hay varios momentos en los que lo logra con creces. Quien es amante de los animales en algunos instantes verá la película con angustia, pero sin dudas el capo de Serkis narrativamente supo utilizar esos momentos. Obviamente, esta versión cinematográfica no es fiel al 100%, excluye personajes como al Rey Louie, inventa algún que otro nuevo y se toma algunas licencias, pero no está mal y se hace siempre: salga mal o bien, considero que hay que separar la obra de la adaptación siempre. Pero eso quedará para otro debate.
Sí, me fui un toque por las ramas (como los monos “sin ley” de la historia).
Retomando. Un punto fuerte es la interpretación actoral y cómo logran transmitir los sentimientos, miedos y emociones de cada personaje. La expresión y gestos salen a la luz en cada toma, con un gran reparto que se banca sobre los hombros todo el peso de los efectos especiales y trascienden a pesar de ello. El trabajo que hicieron en la impostación de la voz Bale, Cumberbatch, Mullan, Serkis y Cate Blanchett (la pitón Kaa) es impresionante. Sé que impostar es un término de canto, pero si uno no ve la ficha en Imdb de la película puede resultar difícil distinguir quién es quién detrás de los animales. Los cambios de ritmo, la respiración, transmiten que así es como hablaría un animal, y no como hablaban en Doctor Doolittle. Además, los cambios en las motivaciones de los personajes están muy claros y bien llevados desde el guion (Callie Kloves).
Entiendo que las comparaciones son odiosas, pero con el estreno de la versión de Favreau en 2016 es inevitable. Acá Serkis nos cuenta la selva desde la responsabilidad y no desde la diversión, no hay ninguna canción, sin embargo, las críticas no fueron agraciadas y acá cabe el debate. Hablar de cine es como hablar de fútbol en una reunión, entra lo subjetivo y cada unx tendrá un gusto distinto al otro. Me pregunto, las malas críticas, ¿no serán porque todxs se acostumbraron a la historia que nos contaba Disney? ¿No será que esperaban diversión y una canción? En esta me entretuve más que en la del copado Jon Favreau (el guardaespaldas de Tony Stark, no el director), quien la vea me dirá si estoy en lo correcto o si erré fiero. Gustos son gustos. Y como decía la canción de la versión del futuro emperador del mundo Disney: “Busca lo más vital”. Andy Serkis lo buscó y, por lo menos a mí, me gustó.