Sense8 capítulo final: El fan service más caro de la historia
Es imposible empezar a hablar o a pensar Sense8 sin referirnos a la estrecha relación que esta serie tuvo con sus fans y lo importante que estos fueron para que este bebé de las hermanas Wachowski haya llegado a un final cerrado.
Tras el anuncio de cancelación por parte de Netflix, luego del final de la segunda temporada, los fanáticos, haciéndole honor a la serie, se unieron y llevaron a cabo un reclamo tan global y masivo que los ejecutivos de Netflix no pudieron dejarlo pasar.
Es por eso que, a pesar de las quejas por los enormes presupuestos invertidos (aproximadamente ocho millones de dólares por capítulo) y las inmensas complicaciones de logística que la serie demanda por su enorme cantidad de locaciones, decidieron darles luz verde a las Wachowski para la realización de un capítulo final que logre saciar el paladar del fandom de Sense8.
Y esta conquista de los fans está presente en todo el episodio: fue hecho pura y exclusivamente para ellos. Sense8 fue una serie con postulados claros que, más allá de las contingencias de su trama, llevó como estandarte el amor libre de prejuicios individuales y la concepción del ser, más allá del cuerpo en el que uno nace. Esa conexión mágica que tenían los senses, los completaban, no solo en los momentos en que debían resolver problemas específicos, sino también a la hora de pensarse y deconstruirse como personas. La serie fue muy efectiva a la hora de posicionarse discursivamente con estos estandartes y esto despertó un cariño complejo y poco usual por parte de un grupo bastante grande de gente.
Hablando del capítulo en particular que le da cierre a la serie, no tiene mayores sorpresas. Todas las tramas que habían quedado abiertas, tanto la de la lucha de los senses contra la organización que buscaba destruirlos, así como sus propios conflictos personales quedan cerradas. Y acá viene un poco el problema: una serie que se mostró provocadora y rupturista en varias cuestiones termina teniendo un cierre absolutamente predecible y complaciente.
Por un lado, es entendible ya que, en parte gracias a la presión de los fans, Sense8 pudo tener un cierre. Pero en esa búsqueda de complacer los caprichos de ese fandom más duro, la serie traicionó algunos de sus principios más profundos. Por supuesto que a nivel diegético, esa lucha ideológica que Sense8 lleva adelante se ve de forma explícita pero, al caer en tantos lugares comunes, hace que la sensación termine siendo agridulce.
Se entiende también que el formato de cierre no es ideal. Si bien, el capítulo final dura dos horas y media, un capítulo promedio de esta serie casi llega a la hora por lo que el ritmo que maneja este último episodio tiende a comprimir algunas situaciones. En lo personal, creo que esto le juega a favor a Sense8, ya que la segunda temporada venía teniendo ese olorcito a relleno que empieza a dar miedo cuando uno ve que las series siguen avanzando en el tiempo.
En definitiva, las Wachowski le dan la bienvenida a todo aquel que quiera, a la fiesta de despedida de su serie. Todos podemos entrar y, a pesar de los lugares comunes, todos tenemos asegurados un buen momento audiovisual. Pero ellas y sus fans se sonríen por lo bajo. Esa fiesta de despedida les pertenece (y la paga Netflix).