La educación del Rey: La ley de la calle.
Santiago Esteves es una de las caras familiares del cine independiente nacional. Montajista de varias películas interesantes de los últimos años (Los días; Caíto; Miss; Los Globos) y realizador de un puñado de cortometrajes más que destacables (Un sueño recurrente; Los crímenes; Cinco tardes sin Clara), era cuestión de tiempo que llegara a dirigir su ópera prima.
Estrenada inicialmente como una serie ganadora de los concursos de Televisión Digital Abierta (TDA) y ajustada a un formato de largometraje, La educación del Rey es un policial clásico ambientado en Mendoza que mezcla con mucha solidez el género y lo autóctono de la región.
La trama sigue a Reynaldo (Matías Encinas), un joven que se ve envuelto en un robo que sale mal y debe escapar de la Policía. En su huida “Rey” terminará cayendo en el jardín de Vargas (Germán de Silva), un guardia de seguridad de una empresa de caudales próximo a jubilarse con el que comenzará una particular relación de pupilo y mentor.
La película presenta una gran cantidad de puntos fuertes, centrándose en un relato muy sólido apegado a la fórmula del género que funciona muy bien. Por otro lado, la construcción de personajes y las interpretaciones son excelentes, Germán de Silva está perfecto en su rol paternal y sigue alzándose como uno de los mejores actores de la Argentina; a su vez, el debutante Matías Encinas hace muy bien lo suyo y le otorga mucha naturalidad a su parco personaje. Finalmente, hay un mérito más que destacable en el trabajo que hace Esteves para impregnarle con mucha sobriedad lo autóctono de lo nacional y lo cuyano a la historia, sin caer en exageraciones inverosímiles o demagógicas.
A diferencia de otros relatos, La educación del Rey es un policial que utiliza los estereotipos en pos de la narración del género. Busca contar una historia posible pero no necesariamente realista, permitiéndose tomar licencias narrativas y dramáticas que favorecen al relato, sin atarse a los límites del costumbrismo contemplativo típico de un estilo muy marcado del cine independiente nacional.
Los pocos puntos flojos se aprecian en determinados detalles técnicos y de puesta en escena que evidencian que la película fue realizada inicialmente para otro formato. También, por momentos, se hace notoria cierta austeridad en el diseño de producción. Sin embargo, la cabeza de montajista de Esteves, estimo, logra invisibilizar y minimizar bastante esto y redondear una auspiciosa y sólida ópera prima.
Como defensor del género, celebro que existan películas que demuestran que es posible apelar a cierto clasicismo cinematográfico sin perder lo propio de nuestra idiosincrasia. Necesitamos más películas así.