As Boas Maneiras: el terror brasileño

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Mi experiencia en el Bafici fue limitada. La Flor, de Mariano Llinás, ocupó gran parte de mi tiempo en los cines debido a que, por si todavía no se enteraron, dura 14 horas. La épica de Llinas más algunos imprevistos me dejaron con la posibilidad de ver solo una película más, y la verdad que no pude haber elegido mejor. As Boas Maneiras (Los buenos modales) apareció en mi radar mientras buscaba algo de género para ver en el festival. El hecho de que fuese una película brasileña de terror podría haber sido suficiente, pero sus victorias en los festivales de Sitges y Locarno hicieron que la balanza se inclinara todavía más a su favor. El film dirigido por Marco Dutra y Juliana Rojas me terminó sorprendiendo en varios aspectos, algunos totalmente inesperados.

El relato comienza con Clara, una mujer desempleada que vive en las afueras de San Pablo, en busca de trabajo como niñera. Ana, una mujer en un estado avanzado de embarazo, está buscando niñeras para que la ayuden con su embarazo y, posteriormente, con la crianza del bebé. Clara logra conseguir el trabajo y pasa a convivir con Ana diariamente. No pasa mucho tiempo hasta que sucesos extraños empiezan a ocurrir, sin lugar a dudas, relacionados con el embarazo de Ana. La historia tomará algunos giros inesperados abarcando elementos fantásticos que ya conocemos bastante bien.

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El terror es un género muy volátil y amplio, que permite mezclar muchos elementos sin dejar de lado el aspecto del “terror” (que no quiere decir necesariamente que a uno le produzca “miedo”). As Boas Maneiras no da miedo, pero evoca algunas imágenes y conceptos realmente terroríficos. Los elementos fantásticos se encuentran tanto en la historia como en lo visual. Lo que más resalta es el tratado de los fondos, hechos con la técnica de matte –fondos pintados a mano–, que crean una San Pablo completamente diferente y extraña, con un aura de cuento de hadas oscuro, que cada vez se hace más presente a medida que avanza el film. Tal es la transformación en un cuento de hadas que hacia la mitad de la película los directores nos presentan una secuencia puramente dibujada, ilustrando un suceso clave para entender los acontecimientos fantásticos que desencadenan toda la otra mitad. Las actuaciones cuentan con un registro realista interpretado de manera excelente por las dos protagonistas Isabél Zuaa (Clara) y Marjorie Estiano (Ana), fácilmente uno de los aspectos más destacables del film junto con la fotografía de Rui Poças.

Sin embargo, lo más sorprendente de todo fue el uso de efectos especiales, ambos prácticos y digitales. Sin entrar en spoilers, los usos de efectos prácticos van desde maquillaje extremadamente complejo hasta animatronics. Hace mucho que no veo un uso tan acertado y de semejante calidad de esta técnica –elementos mecánicos, ya sea de criaturas o de partes humanas, que fueron reemplazados hace bastante en su mayoría con efectos puramente digitales–. Además de eso, el film también implementa CGI que resulta absolutamente necesario para contar la historia y que no era posible realizar mediante efectos prácticos. Y el resultado es sorprendente, sin nada que envidiarle a las creaciones digitales de Hollywood.

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As Boas Maneiras fue una grata sorpresa, de un género que suelo cubrir y que me encanta. Además logró remontarme a esos films en los que el efecto práctico y el digital se mezclaban de tal manera que la ilusión era perfecta. La historia en cierto punto ya se ha visto, pero tiene un agregado del folclore brasileño que la distingue y la hace única, digna de estar entre lo mejor del género.