El nuevo cine de terror – 1º parte: Found footage y mockumentary

MIEDO, ASCO Y HORROR EN EL SÉPTIMO ARTE

El nuevo cine de terror desde el año 2000 hasta la actualidad.

Primera parte: Found footage y mockumentary

 

 

“El rock ha muerto” y “el cine de terror actual es basura” son dos frases que suelo escuchar seguido, sentencias que en general se construyen en base a prejuicios erróneos y apreciaciones personales. O sea, falta de información y gustos.

Sobre la primera no pienso argumentar porque esto es una revista de cine –aunque advierto al lector que lo quiera discutir en privado: no estoy para nada de acuerdo-, pero tengo planeado detenerme sobre la segunda frase. Y voy a hacerlo de forma explayada y minuciosa en un informe que abarcará varios capítulos, porque el género lo merece y porque esta es una revista que banca el cine independiente y de género, ergo, no existe un mejor lugar que la 24 Cuadros para escribir un análisis que viene a desmentir a aquel que asegura que el buen cine de terror murió en los ‘80, y de paso demostrarle que si está convencido de esa falacia es porque no le está prestando la atención suficiente al cine de terror actual, o en todo caso su atención están enfocada en las películas equivocadas.

 

PRIMAVERA TERROR

Desde hace algunos años el cine de terror vive su propia primavera. Fría, oscura, tenebrosa, pero primavera al fin.

Es posible que para el grueso de los espectadores esta renovación pase desapercibida, pero el nivel –tanto cuantitativo como cualitativo- de las películas que se producen en la actualidad lo transforman en una realidad indiscutible.

Y como no podía ser de otra manera, esta primavera oscura florece en los rincones más profundos y sombríos de la cinefilia: desde el underground más artesanal y demente hasta el cine independiente con un presupuesto acotado pero sin –tantas- presiones y demandas de productores obsesivos y estudios que únicamente piensan en la taquilla.

También es cierto que las películas no nacieron por generación espontánea ni tras la explosión de un misterioso Big Bang cinematográfico; esta floración terrorífica se viene gestando desde comienzos del año 2000 y parece estar llegando a su pináculo en la actualidad, con un puñado de films variopintos que van de lo bueno a lo excelente.

Claro que en estos diecisiete años se filmaron y estrenaron películas de terror muy malas, inmirables, infumables. Pero ¿acaso no es lo que pasó siempre? El 80, la década del terror por antonomasia, también dejo una pila de cadáveres putrefactos en forma de películas olvidables, fiascos comerciales que se filmaban al mismo tiempo que obras maestras como Poltergeist (1982), Hellraiser (1987), Nightmare on Elm Street (1984), Possesion (Una mujer poseída, 1981), Cannibal Holocaust (1980), Pince of Darkness (Carpenter, 1987), The Changeling (1980), Pet Sematary (1989), Evil Dead (Sam Raimi, 1981) o The Thing (John Carpenter, 1982), solo por nombrar algunas. El paso del tiempo suele tirar las malas películas a la papelera de reciclaje del olvido y las que quedan en el imaginario popular son aquellas que realmente valen la pena por su propuesta original y su calidad artística, lo que hace parecer que se trató de una década que solo parió films geniales y de culto. Mi teoría es que con el paso del tiempo recordaremos a esta década de la misma manera que a los ‘80, porque las pocas películas buenas hoy en día superan con creces a las malas, no en cuanto a cantidad pero sí en términos de calidad.

Hay subgéneros de horror para elegir en esta primavera terrorífica: desde falsos documentales, slashers y casas embrujadas hasta posesiones demoníacas, brujas y fantasmas pálidos con el rostro cubierto por una cabellera larga y oscura.

Pero para llegar hasta el punto en que nos encontramos en la actualidad tuvo que correr mucha agua bajo el puente. Entre el 2000 y el 2010, antes de dar paso a esta nueva ola de directores atrevidos y virtuosos, tuvieron su auge y caída diferentes tipos de cine de terror como el nuevo extremismo francés, el J-Horror, o el home invasion.

Este informe comienza analizando un subgénero en particular, sin dudas el más controversial de todos ellos: el found footage.

 

 

FOUND FOOTAGE Y SNUFF MOVIE

El found footage o metraje encontrado es una técnica narrativa cinematográfica, devenida en subgénero del cine de terror que a partir de los primeros años de la década del 2000 ha ganado notoriedad dentro de las producciones independientes, pero también con algunas incursiones felices en el mainstream. Si bien el found footage es un recurso utilizado en películas de ciencia ficción, comedia y mockumentary –falsos documentales– de todo tipo así como en la mayoría de los shockumentary –también conocido como cine “mondo”: pseudo documentales sensacionalistas rellenos con escenas de falso documental, como la iniciática Mondo Cane (1962) del trío italiano Jacopetti, Cavara y Prosperi, la saga Faces of Death (1978-1999) o la infame Mondo Topples (1966) de Russ Meyer–, es en el terror donde supo cobrar relevancia. Probablemente esto sea por contar entre sus herramientas narrativas con técnicas y artificios ideales para relatar este tipo de historias: la idea del material audiovisual descubierto luego de la desaparición o muerte de los protagonistas, la inestabilidad de la cámara en mano que le otorga realismo a las tomas, junto con los cortes abruptos, el montaje errático o la fotografía descuidada que simula condiciones de iluminación no controladas. En general, el punto de vista suele estar anclado en uno o varios protagonistas, siempre atravesado por el lente de una cámara y en tiempo real, prescindiendo de la música extradiegética en pos del realismo y, dependiendo del tipo de película, el metraje encontrado suele exponerse tal cual fue hallado, sin edición y en crudo, o en todo caso, se utilizan fragmentos editados dentro del marco de un falso documental. En fin, lo que en otro tipo de producciones sería inaceptable y considerado como una muestra de amateurismo, inexperiencia e impericia por parte del director y todo el equipo técnico, aquí es aceptado sin problemas porque se trata nada más y nada menos que de las propias reglas y convenciones del subgénero para generar diferentes sensaciones en el espectador e imponer la idea de un cine realista, espontáneo e improvisado.

Por tanto, podemos decir que el found footage es una técnica cinematográfica que se convirtió en subgénero, intrínsecamente ligada al mockumentary, al shockumentary y a un tipo de técnica de registro que tal vez ni siquiera exista y solo se halle en el corazón del mito o el imaginario popular: el snuff.

(Según el teórico cinematográfico David Bordwell, autor de un libro imprescindible junto a Kristin Thompson llamado El arte cinematográfico, el término “metraje encontrado” no es del todo correcto y se presta a confusiones, por lo que la forma ideal de llamarlo sería “metraje descubierto”, pero estamos hablando de entretenimiento y cine de terror así que por ahora y con todo el respeto que el maestro se merece digamos: ¡a la mierda con Bordwell y sus tecnicismos!)

El origen del mito de las snuff movies se remonta hasta mediados de los años 70 y nace como una forma de llevar aún más allá el excesivo porno ultra hardcore. Si bien quien creó el término fue el escritor Ed Sanders en su libro sobre los asesinatos del Clan Manson, The Family: The story of Charles Manson´s Dune Buggy attack battalion (1969), el encargado de convertirlo en un subgénero controversialmente célebre fue el productor Allan Shackleton gracias a Snuff, una película apócrifa llamada originalmente Slaughter (1971), que había sido filmada en Argentina por Michael y Roberta Findlay, conocidos por ser los creadores de una variedad de cintas porno y sexploitation1. Shackleton se apropió de dicha cinta poniéndole un nuevo nombre, haciendo un remontaje y agregándole un final donde, después de finalizada la ficción, se ve al director y a todo el equipo técnico en pleno rodaje sometiendo a tortura, descuartizamiento y posterior asesinato a una actriz. La película se lanzó acompañada de una campaña que advertía que las imágenes que se verían al final de la cinta eran reales, que tanto el director como los técnicos estaban desaparecidos sin rastro y que la intención al estrenar el film era denunciar una práctica que se había vuelto común en países sudamericanos tercermundistas, como por ejemplo Argentina.2 Y aunque al final a Shackleton no le quedó otra que confesar su bulo, ¿adivinen qué? Aún hoy en día hay gente que está convencida de que las últimas escenas de Snuff son reales.

Las snuff movies son, entonces, supuestas filmaciones reales de asesinatos, en general, precedidas de violaciones, torturas, mutilaciones, y parafilias varias –incluso pedofilia e infanticidio–, realizados con fines comerciales y de entretenimiento. Hablando en criollo, se basa en la oferta y la demanda: así como se supone que hay enfermitos psicópatas que pagan por estos videos, existen enfermitos psicópatas que los llevan a cabo. Lo cierto es que aún no se ha podido comprobar la existencia de cintas reales snuff.3 Para ser claros: existen miles de videos de asesinatos, violaciones, mutilaciones, torturas o suicidios, y hoy con los nuevos medios de comunicación y las redes sociales es más fácil que nunca acceder a ellos –incluso puede llegar hasta nosotros sin que nos interese–, pero como ninguno de esos videos fue realizado con fines comerciales, no pueden considerarse snuff movie. Los narcos no decapitan a sus rivales para vender los videos en tiendas underground, quienes linchan a un ladrón hasta darle muerte no lo hacen pensando en comercializar una película, por lo tanto, nadie ha visto aún una verdadera snuff, un asesinato en cámara hecho solo para vender la película.

Lo que sí existen son muchas leyendas en Internet, creepypastas, mitos radicados en una supuesta deep/dark web y el infaltable “primo del amigo del hermano de un amigo del sobrino de una amiga” que dice haber visto uno de esos videos. Por lo tanto, la snuff movie no puede ser considerada más que una leyenda urbana, un mito que solo cobra vida en las mentes más extremas y retorcidas o en ficciones que tratan este tema o directamente tratan de emular este tipo de cintas.4

 

 

ARCHIVO ENCONTRADO Y FALSO DOCUMENTAL: EL MIEDO A LO REAL

El cine de terror que utiliza como recurso narrativo el found footage tuvo sus inicios con los falsos documentales The Legend of Boggy Creek (1972, EE. UU.), de Charles B. Pierce –mockumentary presentado como real que trata sobre un monstruo al estilo “Bigfoot” que aterroriza a los ciudadanos de Arkansas– y el clásico de culto sospechado aún al día de hoy de ser una snuff movie, Cannibal Holocaust (1980, Italia-Colombia), del controversial Ruggero Deodato, pero su verdadero auge y popularización comenzó con la película de bajo presupuesto The Blair Witch Project (1999, Daniel Myrick y Eduardo Sánchez). Cierto es que un año antes del estreno de la ópera prima de los directores Myrick y Sánchez existieron al menos dos películas que no lograron ni por asomo el éxito de la bruja Blair pero sentaron las bases de un nuevo subgénero que de cierta forma venía a renovar el cine de terror: una de ellas es The Last Broadcast (Stefan Avalos y Lance Weiler), con un argumento muy similar al de The Blair Witch Project –tan parecido es el argumento que los productores le iniciaron un juicio por plagio a los responsables de la película de la bruja–, pero con una ejecución pésima y un ritmo de lo más cansino, y la otra es una película que dejó una fuerte marca en mi adolescencia porque básicamente la vi creyendo que se trataba de una cinta real: Alien Abduction: Incident in Lake County (Dean Alioto, 1998), las filmaciones encontradas de uno de los integrantes de una familia acosada y más adelante abducida por extraterrestres que me hicieron fascinarme por el cine de terror found footage.

Pero en última instancia fue The Blair Witch Project la película que rompió todo, crítica y taquilla por igual. Detrás de ella vieron la luz dos films que preanunciarían el éxito que años después tendría otra película de metraje encontrado pero esta vez con fantasmas, espíritus y casas embrujadas: Paranormal Activity (Oren Peli, 2009). 909 Experiment (Wayne Smith, 1999) nos revela las filmaciones de una pareja de estudiantes universitarios que, luego de pagarles unos pocos dólares a los dueños de una casa de campo donde se perciben fenómenos paranormales, se instalan allí durante tres días para poder registrar todo lo extraño que pueda suceder durante su estadía.

Por otro lado, The St. Francisville Experiment (Ted Nicolau, 2000) cuenta la historia de cuatro aficionados a lo paranormal y el ocultismo que armados de cámaras y grabadoras deberán pasar una noche en la antigua mansión de la tristemente célebre Delphine Lalaurie, donde cientos de años atrás un grupo de esclavos afroamericanos fueron torturados y asesinados por sus crueles dueños.5

En el año 1985 y con apenas tres meses de diferencia, aparecen en Japón dos brutales y perturbadoras películas de culto gore que intentan emular el estilo snuff y de alguna manera lo logran, porque aún hoy día existen personas que las consideran reales. Se titulan Guinea Pig: The Devil´s Experiment (Satoru Ogura) y Guinea Pig 2: Flower of Flesh and Blood (Hideshi Hino), y no son más que falsas filmaciones de tortura y asesinato.6 Pero sería 2001 el año que vería la llegada desde lo más profundo del cine under norteamericano de la película que mejor entendió la forma de utilizar las técnicas found footage para recrear una snuff movie falsa pero perturbadoramente realista.

August Underground (Fred Vogel) es una película controversial, densa, repulsiva, anárquica y excesiva. Sus creadores parecían tener un solo objetivo en mente: provocar y llevar al espectador de paseo por las profundidades del pozo más oscuro de la imaginación del ser humano, con el más violento, desagradable y realista gore y torture porn que se pueda encontrar en el cine independiente. Así que estás avisado: si querés ver algo perturbador y extremo, agarrá la bolsita para el vómito y preparate para pasar un mal rato. August Underground tiene un argumento simple y minimalista y nos invita a ver la recopilación de supuestas filmaciones reales encontradas y más o menos editadas, en las que quedaron plasmadas en video las atrocidades cometidas por un par de jóvenes psicópatas nihilistas, white-trashers extremistas y aburridos de la rutina diaria, dos sádicos que deberían estar en un calabozo pero sin embargo andan sueltos y se divierten jugando a aterrorizar, torturar, violar, desmembrar y asesinar a jóvenes, ancianos, familias y todo lo que se cruce en su camino, mientras filman todos los hechos entre risotadas idiotas a lo Beavis and Butt-Head. August Underground puede llegar a producir en el espectador un pavor mucho más profundo que cualquier película de fantasmas, espíritus, posesiones o casas embrujadas, por una simple razón: la idea de que todo eso que estamos viendo trascurre en el terreno de la realidad más real no deja de dar vueltas en nuestra cabeza. Se puede creer o no en poltergeists y fenómenos paranormales, pero nadie puede negar que existieron, existen y existirán seres humanos que disfrutan violando, matando y torturando sin remordimiento. Y esos psicópatas pueden ser tus vecinos, tus compañeros de trabajo e, incluso, tu pareja.7

No conforme con toda esta demencia, Fred Vogel filmó dos secuelas que, según dicen, son tanto o más perturbadoras que la primera: August Underground’s Mordum (2002) y August Underground’s Penance (2007).8

The Houses October Built, la ópera prima de Bobby Roe de 2014, es una interesante y climática road movie mockumentary bastante más suave que la trilogía de Vogel, y muestra las filmaciones de un grupo de chicos y chicas que recorren el país en búsqueda de la “casa del horror” más tétrica que puedan encontrar. La película fue producida por Zack Andrews y Steven Schneider, productores de algunos éxitos de taquilla como Paranormal Activity, Insidious (James Wan, 2011), The Devil Inside (William Brent Bell, 2012) y The Visit (2015) y Split (2016), del reconocido director de origen hindú M. Night Shyamalan.

 

NOROI, O CÓMO EXPLOTAR LOS RECURSOS DEL MOCKUMENTARY Y EL FOUND FOOTAGE DE MANERA IMPECABLE

En el año 2005 se estrena el que para este redactor es el mejor film de terror found footage/falso documental de horror filmado hasta la fecha, una película japonesa rodada en pleno auge del cine de horror japonés pero con la suficiente inteligencia y pericia narrativa como para escapar de sus más burdos clichés. La película en cuestión se titula Noroi: The Curse y fue dirigida por Kōji Shiraishi, quien incluyó una inusual cantidad de personajes –más de veinte– que complejizan y enriquecen la trama. Noroi es una pequeña obra maestra del género, una película inusitadamente larga y compleja en comparación con las típicas obras de la época enmarcadas dentro de lo que se llamó J-Horror, y está narrada enteramente desde el punto de vista del lente del camarógrafo que acompaña a todos lados al protagonista, un periodista e investigador de lo paranormal que se topa con una serie de casos sin relación aparente –una niña con supuestos poderes psíquicos que desaparece de su casa sin dejar rastros, suicidios en masa, simbología extraña y un médium ultra conspiranoico y con evidentes problemas mentales– que lo llevan al Japón rural profundo donde se topa con historias de rituales demoníacos, tradiciones oscuras, brujos, posesiones y sectas adoradoras de entidades del folclore japonés. Noroi es una película ultra climática, narrada con el ritmo ideal para desarrollar una trama densa y hacer evolucionar a los varios personajes que pueblan la historia, y filmada íntegramente con una cámara Mini-DV, lo que logra una estética que refuerza la idea del metraje encontrado, algo que sin dudas juega un papel importante en la psiquis del espectador.

Cuando parecía que el furor por las cintas de terror found footage pasaba de moda de forma definitiva, reemplazado por la nueva ola del extremismo francés,9 en el año 2007 hubo un chispazo que no llegó a ser explosión pero dejó algunas películas más o menos interesantes como Death of a Ghost Hunter (Sean Tretta), Head Case (Anthony Spadaccini), Exhibit A (Dom Rotheroe), y las más que recomendadas The Poughkeepsie Tapes (John Erick Dowdle), Paranormal Activity y REC (Jaume Balagueró y Paco Plaza).

Como todo subgénero que se pone de moda, el cine de metraje encontrado tuvo su auge y caída de popularidad en un periodo de siete u ocho años, y lo que subsiste en el recuerdo de los espectadores son aquellas pocas películas que de verdad valen la pena por su búsqueda particular, con una estética original y una narrativa sincera. Valga como ejemplo de estas virtudes cinematográficas Noroi: The curse, para este redactor la mejor película del estilo terror found footage.

 

1-Subgénero del cine de explotación que hace hincapié principalmente en el erotismo, los desnudos e incluso el sexo explícito, con argumentos simples y banales que ofician de excusa para mostrar mujeres desnudas y porno softcore.

2-Para más información sobre Slaughter, Snuff, Allan Shackleton, Michael Findlay y el mito de la snuff movie filmada en Argentina, leer la brutal novela Petite mort (2014), del argentino Matías Bragagnolo.

3-Antes de que me salten al cuello: existe alguna que otra noticia sobre un pedófilo arrestado que se supone grababa snuff movies con niños y era el autor de un mito muy difundido en Internet conocido con Daisy’s destrucción, pero la realidad es que nadie vio el supuesto video.

4-Algunas películas que tratan la temática snuff son Hardcore (1979) de Paul Schrader, Tesis (1996) de Alejandro Amenábar, 8MM (1999) de Joel Schumacher, la polaca –e infumable– Gunblast Vodka (2000) de Jean-Louis Daniel o A Serbian Film (2010) de Srdjan Spasojevic.

5-Se trata de una historia real: https://es.wikipedia.org/wiki/Delphine_LaLaurie

6- Existen al menos dos anécdotas interesantes alrededor de estas películas: Flower of Flesh and Blood se hizo conocida fuera de Japón cuando en una noche de fiesta y descontrol el actor Charlie Sheen –célebre por sus excesos y adicciones– entró a una habitación donde se estaba proyectando la película y, preocupado porque creía estar viendo una snuff movie verdadera, dio aviso al FBI para que se ocuparan del caso. La otra anécdota, un poco menos divertida, tiene que ver con un asesino serial conocido como El asesino Otaku (Tsutomu Miyazaki), a quien luego de un allanamiento le encontraron la colección completa de la serie Guinea Pig y más tarde confesó haberse inspirado en algunas de sus escenas para cometer aquellos brutales asesinatos.

7-Los productores de August Underground tenían planeado promocionarla dejando cintas “olvidadas” en diferentes lugares, como paradas de colectivo, metros, trenes, etc., haciendo que circulara de boca en boca para generar el mito de una snuff movie real, pero la exacerbada sensibilidad por los atentados del 11 de septiembre a las Torres Gemelas los hicieron desistir de su idea y la película se distribuyó de la manera clásica en que suele hacerse con las producciones independientes y de bajo presupuesto.

8-Para ser sincero, no me interesó ver ninguna de las dos. Me alcanzó y me sobró con haber visto la primera parte de esta trilogía infecta y repulsiva.

9-Las películas más relevantes del nuevo extremismo francés serán analizadas en la próxima entrega de este informe.