Reseña: The Defenders

El viernes pre fin de semana largo se estrenó la largamente esperada “The Defenders”, el más terrenal super grupo de Marvel que campa a sus anchas en la indulgente pantalla de Netflix. El mismo sábado hice un posteo en el grupo de la Revista (del cual estimo son miembros) en el cual manifestaba:
“The Defenders no es mala. No es buena tampoco. Es mmmmmm”
En esta reseña, detallo los por qué.

Un grupo débil

La construcción de este super grupo es algo que estaba revelado desde antes de que se emitiera la primera temporada de Daredevil allá por el 2015. La sucesión de series individuales iba a ser sucedida por el super grupo barrial de “Los Defensores”. Yo me encontraba en el minúsculo grupo que suponía que los sendos villanos de cada “Defensor” iban a tener participación en esta temporada de ocho capítulos. Para mi sorpresa, no fue así. El enemigo elegido para la ocasión especial fue La Mano, la organización criminal milenaria que fue el villano en la más flojo (por escándalo) de las series: “Iron Fist”. Es cierto, también apareció en la segunda parte de la segunda temporada de “Daredevil”. No curiosamente, la sección más débil a pesar de toda la garra que le pusiera Elektra.
Las razones para esta decisión son claras: “La Mano” era el único villano con motivaciones lo suficientemente importantes (poco claras) y el único que ponía en riesgo a la ciudad entera. Ni el Kingpin, ni el Purple Man, ni Cottonmouth o Diamondback son amenazas que promueven o necesitan de un super grupo. Tampoco pretenden volar una ciudad por los aires por razones, de vuelta, poco claras.
Entonces, de todos los malos secundarios que había para elegir, tuvieron que conformarse con el que menos interés generó en sus apariciones.
La conformación del super grupo tiene por ende motivaciones algo escuetas. Daredevil/Matt Murdock (Charlie Cox) se une principalmente porque Jessica Jones (Krysten Ritter), por un mecanismo argumental, termina siendo su clienta. La nombrada Jones se suma porque un potencial sospechoso en el caso se suicida delante de ella en su oficina. Luke Cage (Mike Colter) se suma porque en su amado Harlem, alguien esta corrompiendo a los jóvenes. Y el insufrible Danny “Soy el Inmortal Iron Fist” Rand (Finn Baobab Jones) termina protagonizando porque en definitiva, “La Mano” es su enemigo ancestral.
Ahora bien, si todo recae en el personaje más flojo, soporífero, mal interpretado y peor escrito, indudablemente, la serie en sí va a terminar sufriendo ese destino.

Una construcción débil

Y como la construcción es débil, se nos suma el trope más viejo de todos: el conflicto interno. Nadie quiere estar en ese super grupo salvo por Danny Rand que le pone un entusiasmo a la situación que hacen que rivalice en performance actoral con la tabla de madera que salva a Rose en “Titanic”. La serie se toma tres de los ocho capítulos en juntar a los héroes y deja los cinco restantes para que se peleen entre ellos y anden por la suya el resto del tiempo mientras intentan descubrir qué carajo quiere hacer «La Mano» liderada por la hasta ahora ignota Alexandra (Sigourney Weaver remando en Nutella congelado), y rodeada de los otros cuatro dedos: Madame Gao (Wai Ching Ho), Bokuto (Ramón Rodriguez), Murakami (Yutaka Takeuchi), y un africano llamado Sowande (Babs Olusanmokun) porque en las series yankees los negros son africanos. En África no hay países.
¿Qué quiere hacer La Mano? Bueno, es poco claro. En principio, usar lo que les queda de ‘Sustancia’, una suerte de líquido mágico que los hace inmortales para revivir a Elektra Natchios (Elodie Yung). No se entiende muy bien por qué. Pero asumimos que es porque pelea re bien. Todos los integrantes de «La Mano» también porque son descastados de Kun-Lun, pero dejemos eso de lado. A nadie le importa a este punto. Vinimos a verlos tirar patadas a patadas (voy a registrar esa frase). No hay muchas. Y varias de ellas están filmadas con shaky camera porque en un año y medio nadie quiso entrenar a Finn Baobab Jones y, por ende, es hasta inútil en eso. El tipo que lleva el kung-fu en la sangre es incapaz hasta de lo que hace a su personaje relevante. No dejen que los consuma la bronca como a mí, que ya no existo ni como los restos de un fósforo.
Decíamos: las motivaciones de «La Mano» para su villanía, son innecesariamente inentendibles. Por alguna razón quieren destruir Nueva York. Nunca lo explican, así que no me pidan que se los clarifique. Por alguna razón reviven a Elektra. Por alguna razón todo. Nada es claro. Todo es flojo de papeles.

Una conclusión débil

En definitiva, dos años de producción de “The Defenders” que terminan siendo tirados medianamente a la basura por un guión flojo, unas interpretaciones del montón, y una dirección con decisiones visuales al menos discutibles. En el primer capítulo se entiende que cada personaje por separado tenga su propio estilo visual y musical extrapolado de sus series individuales. Pero después del tercer capítulo ya hay una desconexión que deja de funcionar. Las escenas de pelea, que nos habían sorprendido en “Daredevil”, nos generan lo mismo en “The Defenders” pero por todas las razones equivocadas. No hay una decisión fuerte sobre la manera de filmarlas y termina siendo un revuelto gramajo hecho con ingredientes vencidos.
La producción –seguramente amparada en las reseñas de la critica periodística- tiene claro que pifiaron con la elección de Finn Jones, y hacen todo lo posible desde el argumento para aislarlo. Por momentos suena a que “The Defenders” es el grupo de Luke, Matt y Jessica, más los amigos de cada uno de ellos (Claire, Colleen Wing, Foggy, Misty Knight…) y que el desastroso Iron Fist es el idiota del pueblo al cual tienen que salvar y recluir para evitar que se mande otra cagada.
Y eso es duro de ver, porque si “The Defenders” replica a nivel televisivo a “The Avengers”, entonces hay cosas que tienen que cambiar ya. Se entiende que reemplazar a Finn Jones por un actor de verdad puede ser una movida arriesgada pero, sinceramente, no veo un futuro ni para “The Defenders”, ni para “Iron Fist” si no hacen algo con esto. Quizás deberían modificar el enfoque para hacer del personaje alguien menos insoportable. No es fácil de discernir.
Y ese villano es muchísimo más importante hoy por hoy.