Historias Breves 14
Siendo uno de los concursos de fomento para cortometrajes más populares que tiene el país, Historias Breves suele ser un punto de encuentro para que el cine under nacional conviva en sus más variadas formas y (si bien suele mantener cierto estándar, digámoslo) variadas calidades también. Por lo que, ante un abanico tan amplio de posibilidades, siempre resulta algo azaroso sentarse a ver una de sus ediciones, y si uno es realizador, más inevitable aún puede ser juzgar qué tanto se merecía cada corto su subsidio, olvidándonos de que lo que se aprueba es la idea y que del guion presentado (principal elemento que se tiene en cuenta en los concursos) al producto final hay un largo y complejo trecho.
Rincón del Ángel
Un joven se encuentra con un viejo hombre de campo que le pide ayuda para cavar. Un poco desganado, el muchacho accede a darle una mano a pesar de desconocer la finalidad del hoyo. A medida que la actividad avanza, el aparentemente áspero señor va dejando entrever algunos aspectos de su vida y así comienzan a entablar una relación.
La propuesta es sencilla pero efectiva, las interpretaciones son acordes y los actores dan bien con el physique du rôle. Hay algunos desperfectos técnicos, como la imagen de una escena virada demasiado al violeta y la falta de claridad en la voz del viejo (a tal punto que varias líneas son difíciles de comprender), pero salvando estas cuestiones perdonables, el cortometraje da una historia amena y disfrutable que está bien llevada.
Tiempo de Sequía
Nos encontramos nuevamente con un cortometraje de tono rural, el cual hace un gran trabajo poniéndonos en la piel de un señor mayor que vive con su esposa en una choza muy humilde del campo y se ganan el pan de cada día cosechando maíz. Pero una época de sequía, que vuelve prácticamente inservibles sus cosechas, hace que comiencen a azotar tiempos difíciles, por lo que el ya cansado hombre debe encontrar la manera de salir adelante.
La escasez de diálogo inevitablemente lleva a recurrir a otros elementos más visuales y ricos. Es una práctica que debería abundar más en el cine y esto es justamente lo que le da a este cortometraje un resultado muy cinematográfico, en el que las expresiones de los actores y la elección de planos juegan un papel fundamental. Esta dirección minimalista, complementada con una buena fotografía y un guion sencillo pero redondo, da un resultado prácticamente imbatible.
Trato
Historias que se dediquen a criticar la diferencia de clases es algo que nos falta, tal vez a causa de que es un tema complejo y delicado, que si no se lo aborda bien, puede acabar siendo un terreno sinuoso. Trato nos cuenta la historia de una empleada doméstica que se encuentra en una situación difícil económicamente. No vemos ni comprendemos realmente el sufrimiento que está pasando, pero nos lo cuenta a través de una charla telefónica. Frente a este panorama, la mujer decide pedirle un aumento a su empleadora, quien se lo niega y se retira rápidamente dejándole sus dos hijos a cargo. En la conclusión del relato, la empleada, ante la negativa, decide tomar a los niños que está cuidando, los arregla, a ellos y a sí misma, para verse desalineados y los lleva a pedir limosna a la calle, haciéndolos pasar como si fueran sus hijos y ella, una indigente.
Aquí es donde entra en juego el peligro discursivo de esta película (motivo por el cual este cortometraje se llevó un texto bastante más largo que los otros del artículo que están leyendo), que apunta a criticar la diferencia entre clases sociales. Vale aclarar que lo siguiente no es un juicio de acciones ni valores que pueda tener ninguna clase de persona, sino las posibles (y diametralmente opuestas) interpretaciones que pueden sacarse de este relato. Por un lado, tenemos la interpretación más clara de la temática, en que la mujer sale a pedir limosna como consecuencia de la negativa de su empleadora, claramente más adinerada que ella, planteando que el problema no está en la protagonista, sino en la injusta distribución de la riqueza y la falta de cooperación con el otro.
Pero, incluso, sin llegar a ser una generalización, tranquilamente se puede interpretar esta historia como una posible realidad, en la que, independientemente de los motivos y la situación particular de cada uno, quienes piden limosna lo hacen fingiendo encontrarse en una situación peor que la que realmente viven. Porque si la empleada no se hubiera preparado físicamente para verse peor o si viéramos que realmente sufre el emplear ese método como manera de mantener a su familia, allí estaríamos hablando de otro tema, no habría lugar a dudas, pero no es el caso. En este relato la mujer se viste, toma a los niños de su empleadora y sale a pedir limosna casi con naturalidad, como si fuera algo rutinario y no tuviera problema con mentir a los peatones con tal de conseguir dinero.
Una cosa es que una historia no logre transmitir exitosamente su idea, pero que dé pie a interpretar lo opuesto ya es algo difícil de perdonar (más si no está compensado al menos con un desarrollo de los elementos audiovisuales realmente bueno) porque no es un error, es un peligro capaz de avalar un discurso nefasto, como de hecho puede hacerse en este caso, independientemente de que esa haya sido la idea del realizador o no.
Colonia Delicia
En este cortometraje nos encontramos con Ela, una joven que vive en un pueblo pequeño con su severo padre. La chica empieza a vincularse más con Iván, un fotógrafo que está de paso por el lugar, en quien parece vislumbrar consuelo y la posibilidad de un primer acercamiento amoroso.
En el apartado técnico destacan los departamentos de fotografía y de arte, combinándose para conseguir una estética lograda. Sin embargo, le falta trabajo a las actuaciones, sobre todo a la interpretación de la protagonista. Se entiende que el suyo es un personaje introvertido, pero necesitó más exploración desde los pequeños gestos, porque allí es donde se encuentra el balance en el fino juego de expresar demasiado o expresar muy poco. Al guion le hubieran venido bien algunos pequeños ajustes, pero en términos generales está bien armado, aunque resuelve el final un poco apresuradamente. Por esto es que, a fin de cuentas, la película alcanza un resultado disfrutable, pero queda a la sombra de qué tanto mejor podría haber sido.
Un Plan
La historia versa sobre una pareja de ladrones/estafadores (nunca queda muy claro) que ingresan a un hotel y se topan con un contratiempo inesperado que los puede hacer ganar más dinero pero también traerles más problemas. Con una propuesta sin muchas pretensiones y que recuerda el tono de las comedias nacionales de alto presupuesto y poco contenido que suelen transmitir por Canal 13 o Telefe, el cortometraje sufre de un plot twist sin fuerza, personajes planos y bromas que no terminan de funcionar del todo como consecuencia de un guion flojo. En resumen, la película no tiene un planteo interesante de por sí y, como lo que es, lamentablemente tampoco termina de cuajar del todo.
El Capital
Esta comedia protagonizada por Diego Velázquez cuenta las peripecias de un profesor que se obsesiona por conseguir una valiosa y particular edición de El Capital, de Marx. La película logra mucho con muy poco. A partir de esta premisa sencilla consigue desarrollar una historia ingeniosa y con secuencias claramente marcadas, en que la ridiculización (respetuosa) del fanatismo político es el principal recurso utilizado por esta comedia, que logra sacar más de una risa.
El cortometraje, incluso, vislumbra un pequeño subtexto relacionando la ironía entre la abolición de la propiedad privada planteada por Marx y el deseo irrefrenable del protagonista por obtener un bien material específico, que planea a base de esto una resolución más que acorde para la historia.