Reseña: Sinfonía en Abril
“Después de todo, ¿quién se acuerda hoy del aniquilamiento de los armenios?”. Se dice que, al comenzar la invasión de Polonia, Adolph Hitler contestó con esta pregunta a uno de sus generales, quien se había atrevido a decir que ejecutar masivamente civiles sería violar las leyes de la guerra. Incluso algunos investigadores afirman que la agresión contra el pueblo armenio inspiró a los nazis en sus políticas de exterminio.
El genocidio comenzó el 24 de abril de 1915, con el secuestro y muerte de cientos de intelectuales, profesionales y religiosos armenios, cometidos por las autoridades del Imperio Otomano. Consistió en la expulsión de la población armenia en una marcha forzada por cientos de kilómetros a través de zonas desérticas. La mayor parte de la gente murió de hambre, de sed o por las brutalidades a que fueron sometidos en forma constante. Fue una masacre que se extendió hasta 1923. Turquía sigue negando que se tratara de un plan de exterminio masivo y sistemático dispuesto por el Estado y afirma que fue producto de luchas entre distintos grupos étnicos, de enfermedades y de hambre, a causa de la situación generada por la Guerra Mundial. La negativa del victimario ahonda la herida. El reconocimiento internacional de la agresión es muy lento. Solo lo han hecho una veintena de países, entre ellos, Argentina.
En el marco del 17° Festival de Cine de Derechos Humanos se exhibió Sinfonía en abril, un documental argentino dirigido por Teresa Saporiti y Claudio Remedi.
La directora filmó el corto Tehuelchina (2011) y Nelly Omar Cantora Nacional, documental pendiente de estreno comercial que narra nada menos que la vida de su tía abuela. La carrera de Claudio Remedi es más extensa: ha dirigido, entre otras, Fantasmas en la Patagonia (1996) Agua de fuego (2001), ESMA. Memorias de la resistencia (2010) y La ilusión de Noemí (2015), además de varios cortos.
A 100 años de aquel nefasto día de 1915, la ciudad de Ereván, capital de la República de Armenia y la colectividad armenia de Buenos Aires se disponen a conmemorar el Genocidio. La película va y viene entre ambos lugares. Dos grupos humanos unidos por la historia y por una misma lengua.
La cámara muestra a Ereván como una ciudad moderna y cosmopolita, con gente en las calles charlando, jugando backgammon, trabajando o simplemente en su cotidianidad.
En Buenos Aires, la actividad comunitaria cobra vida en la pantalla. Se prepara el aniversario de los cien años con desfiles, bailes folklóricos, un concierto coral y comidas típicas.
Ereván tiene su acto central del 24 de abril en un gran monumento dedicado a las víctimas, el Dzitsernagapert. La población concurre masivamente y deposita miles de flores. En Buenos Aires, además de un acto en conmemoración del genocidio, se realiza otro en el Parque de la Memoria, en recuerdo de los desaparecidos de origen armenio durante la dictadura cívico-militar en Argentina.
En varias secuencias del film, un hombre de pantalones blancos camina por tierras polvorientas. Teresa Saporiti, al hacer referencia a este personaje, dice: “Dado que el Imperio Otomano desterró al pueblo armenio obligándolo caminar por el desierto, dejándolos morir de hambre y sed, la representación de la persona que camina, es la representación del pueblo, que sigue presente, que recorre, que sobrevive, que llega”
Pese a lo doloroso del tema, la película se corre del lugar de la tragedia y de la angustia. Solo expone algunas fotos viejas o filmaciones. La memoria constante y el reclamo de justicia siguen vivos, pero los armenios argentinos miran hacia adelante. La alegría de estar juntos se muestra a través de todo el film. Han sufrido matanzas, han llegado a la Argentina más como refugiados que como inmigrantes. Se integraron y viven en un ambiente de paz.
Sinfonía de abril cuenta con un buen guión y una imagen muy cuidada. Por momentos el sonido ambiente satura un poco sin alterar la calidad del producto final.
Buen documental. Excelente tratamiento del tema. Tiene fecha de estreno en Buenos Aires para fines de noviembre.
Ficha técnica
Guión y Dirección: Teresa Saporiti y Claudio Remedi
Producción: Oriana Tizziani y Teresa Saporiti
Dirección de fotografía: Mario Varela
Dirección de sonido: Horacio Almada
Montaje: Teresa Saporiti y Claudio Remedi
Corrección de color: Mario Varela