31º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata: Días I & II
Competencia Hora Cero: «Blanco o Negro» Dir. Matías Rispau.
Blanco o negro es la nueva película de Matías Rispau; al igual que con su anterior film, «El turno nocturno», se trata de un proyecto completamente autogestionado, es decir, hecho sin financiamiento del Instituto de Cine. Este dato que podría parecer irrelevante, cobra mucho valor cuando hablamos de una película de acción hecha y derecha.
El film nos cuenta la historia de Adrián (el propio Rispau), quien retorna a Buenos Aires a buscar venganza luego de un exilio en el sur, presumiblemente provocado por una persecución mafiosa que le habría costado la vida a su amada. Con esta premisa Blanco o Negro se constituye como una película independiente técnicamente impecable, con secuencias de acción muy logradas y muy buenas interpretaciones, sobre todo de un elenco secundario muy sólido.
Los problemas de la película aparecen en lo que respecta al tono del relato. Hay algunas secuencias que se alejan de esa solemnidad que la película inyecta todo el tiempo a través de los diálogos – y un uso un poco abusivo de la música incidental-; ahí la cosa se confunde un poco y va en detrimento de las las interpretaciones de algunos personajes que desmejoran mucho.
Más allá de eso, el valor de la película aparece en un nivel de proyección hacia el futuro. No quedan dudas que Rispau sabe filmar y muy bien; de este modo, la pata más floja de esta clase de cine en nuestro país aparece resuelta y con creces. Es una película de acción, no una parodia y eso ya es muchísimo. Se trata solo de ajustar cuestiones narrativas y dramáticas con relación a cómo las situaciones se resuelven sin que atenten contra lo que la misma película intenta narrar. En este sentido, merece ser destacado que el film aparece como una propuesta muy arriesgada y con un gran esfuerzo económico-productivo que traspasa la pantalla y se hace visible para el espectador.
En definitiva, los sin sabores que deja Blanco o Negro no son más que expectativas de mejora para su realizador. Sería interesante ver un proyecto de este estilo con financiamiento del INCAA, ojalá que Rispau lo consiga pronto.
Competencia Argentina: «Amateur» Dir. Sebastián Perillo.
A pocos días de aparecer en cartelera, Amateur, la ópera prima de Sebastián Perillo (prolífico productor de una gran cantidad de las películas nacionales más importantes de los últimos años), apuesta a ser el estreno local más fuerte de cara al último tramo del 2016.
La película aparece como difícil de reseñar, toda vez que revelar cualquier aspecto de la trama arruinaría su efecto buscado; pero, en breves líneas que se vuelven autoconscientes en el relato, podríamos decir que es una de Hitchcock que termina como una de Buñuel.
El problema de esta elección no es la decisión arriesgada como narrador que toma Perillo sino su ejecución, muchas veces planteada a medias tintas, y, en ocasiones – especialmente en un flashback al final – traicionando todo el discurso que la película venía sosteniendo.
El resultado de Amateur es un poco amargo, se trata de una película impecable, muy bien filmada y dirigida. El elenco tampoco desentona: Awada, Stuart, Lamothe y Wexler se lucen. Los problemas son narrativos y de guión, allí es donde el tono de la película se ve desdibujado y termina redundando en algunas incoherencias graves.
Es una verdadera lástima porque no quedan dudas que Perillo es un muy buen realizador, con un planteo estético y realizativo novedoso para nuestro cine industrial tradicional.
Competencia Argentina: «No sabés con quién estás hablando» Dir. Demián Rugna.
La nueva película de Demián Rugna («Malditos Sean») es una de las sorpresas más gratas en estos días del festival. No solo por el hecho de que estamos en presencia de una gran película, sino porque deja en evidencia un enorme crecimiento del realizador, tanto desde lo técnico como en lo narrativo.
Irreverente, escatológica y demencial, No sabés con quién estás hablando, probablemente sea la comedia nacional más extrema de los últimos años.
Filmada y construida a partir de los escenarios del conurbano bonaerense, la película se aleja de la centralidad de nuestro cine nacional y pone en foco la vida en la periferia de la provincia. De este modo, Rugna presenta la historia de Juan (Martín Tchira), un volantero del oeste que se ve inmerso en una serie de situaciones delirantes y repugnantes a partir del encuentro que mantiene con un ser tan encantador como despreciable: Romano (un cada vez más genial Germán De Silva).
Los dos personajes terminarán entonces protagonizando una suerte de screwball del conurbano que hará estallar de la risa a los espectadores. Esto no es menor, nuestro cine nacional, desbordante de solemnidad, suele evitar la comedia y mucho más una de este estilo.
Competencia Internacional: «Moonlight» Dir. Barry Jenkins.
Bajo el mote de «película indie del año», llega lo nuevo de Barry Jenkins a la competencia internacional del festival. Como si se tratara de una suerte de Boyhood pero más triste, el realizador nos relata la historia de Chiron, un joven afroamericano, a partir de tres capítulos de su vida: «Little«, para retratar su niñez; «Chiron«, que aborda la adolescencia del protagonista; y «Black«, que nos presenta ya su adultez.
Nuestro protagonista es un niño sin padre, con una madre drogadicta y al que nadie parece querer. Su vida se desfigura, se transforma continuamente. Observamos como todos los hechos que el realizador nos presenta corrompen al personaje y lo llevan a ser alguien que nunca quiso ser. Las tres secuencias son desgarradoras pero increíblemente verosímiles; las actuaciones son brillantes, todas ellas.
Barry Jenkins pone la cámara donde hay que hacerlo siempre; deja construir la tensión entre los personajes, quienes sostienen la mirada y el plano, por momentos casi por la obligación que el propio realizador les impone. El resultado es notable. Mención aparte merece el trabajo de la fotografía, que retrat el claro de luna como pocas veces se ha hecho en el cine de los últimos años.
Por todo lo señalado, Moonlight probablemente sea la sorpresa del Season Awards de USA y, quién dice, por ahí se cuele en algún premio mayor. Lo merece, es una de las películas más logradas del 2016.