Cuando el pasado atrasa: Reseña de “Everybody Wants Some!!”

todos quieren algo

Siempre me resulta un poco feo tener que hablar mal de  una película, es una situación un poco incómoda. Lleva a tener que decir con criterios incomprobables que algo no vale la pena o no es recomendable. Sin embargo, algunas veces, una relectura crítica es saludable, sobre todo en aquellos casos donde los errores no son totales y cuando se puede comprender qué es lo que hace ruido, o lo que no termina de convencer de la propuesta presentada.

La última película de Richard Linklater (Boyhood, Slacker, Escuela de Rock, la saga Antes…, Etc.) falla en varios niveles, principalmente en lo que a priori uno pensaría que es lo más sencillo de resolver, más para un realizador de las características del bueno de Ricardo: La factura técnica y la propuesta estética-realizativa.

La premisa de la película, planteada como una secuela conceptual de “Dazed And Confused”, es muy sencilla: Un chico (Blake Jenner) llega a una residencia universitaria en los 80’, días antes de comenzar a cursar. Allí conocerá a sus compañeros de equipo, él está becado para jugar al Baseball, y además irá teniendo algunas experiencias acerca de ese estereotipo que tanto nos cuentan los amigos del norte que es la Universidad.

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“Everybody Wants some!!” es una película que lamentablemente atrasa. Está filmada como si fuese un piloto de televisión de ABC Family y detrás de todo eso no hay un concepto. La propuesta estética de la película es muy escueta: Planos generales, contraplanos, pocos desplazamientos de cámara y acciones que narrativamente no se cuentan con mucha resolución. La fotografía y el sonido amplían y potencian esta solemnidad: Todo es muy prolijo y claro, no hay contrastes lumínicos o zonas oscuras; tampoco un planteo estético sonoro. La decisión es entonces que todo sea comprendido, muy acomodado y digerible (resulta paradójico que esto provenga del mismo realizador que hizo Fast Food Nation).

La propuesta actoral también es extraña. Trabajar en este caso con todos interpretes que provienen del ambiente televisivo más clásico de USA no ayuda a darle a la película un poco de tridimensionalidad o a generar empatía alguna.

La película no parece dirigida por Linklater, sino más bien por un pobre imitador de su cine que solo ha copiado lo más burdo y chabacano de este. Los diálogos, elemento central en todo el cine del director, fallan, no son profundos y no conllevan nada detrás. Todo parece muy superficial e incluso, por varios momentos, bastante misógino (algo también muy raro en una película de Linklater).

Toda esa visión de las fraternidades y la vida universitaria medio tontuela aparece de la forma más estereotipada posible y hasta la caracterización de los personajes se da de una forma super impostada. Todo muy cliché y sin una reflexión mínima siquiera sobre esos lugares comunes.

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Durante la última media hora de la película parece que el bueno Ricardo recordó su cine y la mejoría es notable, en todos los aspectos. El planteo adquiere mayor profundidad, las interpretaciones se vuelven menos acartonadas y las escenas se vuelven verosímiles y nostálgicas. Todo lo que no convencía mágicamente se vuelve creíble y realmente se percibe esa continuación de “Dazed And Confused” que tanto se sugería.

Una pena que todo aparezca tan tarde, más para los que amamos el cine de Linklater y su capacidad para construir personajes y situaciones con las que el espectador puede conectarse y problematizar. Pero bueno, nadie es perfecto y en parte por eso lo queremos mucho a Richard.