Reseña: Subte – Polska (Dir. Alejandro Magnone)
Tengo la sensación que en nuestra cultura cinematográfica, si es que algo así puede existir, hay un inexplicable culto a la oscuridad. Por lo general mientras más “oscura” y perturbadora resulta una historia creemos que es más humana. Pareciese entonces que lo único que vale la pena retratar son los excesos y que estos son los que revelan de mejor manera nuestra condición.
Se produce de este modo una subestimación muy grande respecto a otro tipo de relatos. Es como si aquellas historias nostálgicas, simpáticas o más alegres necesariamente fuesen alienantes y ajenas a nosotros.
No podría definir ciertamente si esto es así, es más bien una sensación personal. Creo que podría explicarse en esa sobredosis de costumbrismo que nuestro cine nacional más comercial vivió por allá en los 90’. Francamente no lo sé.
Lo que sí me queda claro es que no comparto la idea que el único tipo de relato en el que encontremos humanidad deba ser aquel que revele las peores condiciones de nosotros. Creo que todo este asunto de ser humano, es más complejo y en él concurren cuestiones de lo más ambiguas.
Subte – Polska, ópera prima de Alejandro Magnone, corre el riesgo de ser mal catalogada, de pensarse como una película que atrasa o que habla de cosas que son ajenas a nuestra vida cotidiana. Nada más lejos de eso.
Las generaciones más jóvenes son las que pueden verse tentadas de prejuzgar una película que a mi parecer tiene dos grandes logros: El primero es despojar al cine y despojarse como película de esa falsa solemnidad y seriedad con la que se busca impregnar la pantalla últimamente; el segundo punto está en hallar una sencillez (y no simpleza) en el abordaje de la narración que quita cualquier pretenciosidad al film y lo vuelve accesible para el espectador.
El realizador nos trae la historia de Tadeuz (un excepcional Héctor Bidonde), un anciano de 90 años en el último trecho de vida que ha soportado experiencias de las más diversas durante su juventud. Desde la infancia en su natal Polonia, hasta el nazismo, pasando por la guerra civil española. Luego de estos sucesos Tadeuz terminó instalándose en la Argentina donde trabajó durante el resto de su vida en la construcción y posterior funcionamiento del subte.
En la actualidad Tadeuz se encuentra solo. Si bien tiene muchos amigos y personas que cuidan de él nunca pudo formar una familia y añora aquel amor perdido en España. Una serie de conflictos típicos de la edad, virilidad incluida, harán que quiera dejar de tomar una medicación la que supuestamente le trae problemas de memoria, entre otras cosas.
Así las cosas la película oscila entre la historia de nuestro viejo protagonista y las diferentes personas que componen lo más similar a lo que podríamos denominar su grupo familiar (este quizá es el punto más flojo de la película que tiene algunos problemas, a veces serios, de focalización y ocularización del relato).
Subte – Polska plantea una mirada muy humana de la vejez, basta pensar en nuestros abuelos o padres para darnos cuenta que ese halo naíf que injustamente podríamos querer imponerle se desvanece rápidamente. Los personajes actúan y se comportan como aquellas personas que conocemos y ahí está el punto más fuerte de la narración. Cuando esto es dejado de lado, sucede sólo en algunas escenas puntuales, es cuando la película se desdibuja un poco.
En definitiva se trata ni más ni menos de un film pequeño que sin demasiadas pretensiones nos hace reflexionar sobre nuestra relación con la vejez y aquellas cosas que desde la juventud no comprendemos a través de nuestra mirada Probablemente la opinión de una persona más cercana a la edad de Tadeuz sería diferente. Haré entonces el ejercicio de verla nuevamente con Loli, mi abuela, y después les cuento.