Analisis: The Shawshank Redemption

La obra maestra simple

La redención

Es difícil hablar de «The Shawshank Redemption» sin mencionar que ocupa el #1 en el Top 250 de IMDB (el Google del cine). No es una superproducción de una franquicia de superhéroes, no es un clásico de las épocas doradas de Hollywood, no rompió con ningún paradigma, no es El Padrino, no es de Tarantino. Más allá de lo relativo de ese ranking, hay que tener en cuenta que se genera por voto del espectador. Los tipos de película mencionados, todos tienen una especie de nicho, de inclinación si se quiere, pero esto es un drama de amplio espectro y de todas maneras es casi imposible encontrar a alguien que no la califique de ser una joya, un clásico indiscutible, digna de cualquier Top Algo. ¿Qué tiene Shawshank para ser tan atractiva para tanta cantidad de gente? ¿Qué cuerdas toca, por qué gusta/moviliza/llega a todo tipo de espectador?

Frank Darabont – el húngaro-americano que aparece como creador de la serie más vista de estos momentos: «The Walking Dead» – es el responsable de adaptar y dirigir esta historia de Stephen King. Es su debut como director de un largometraje, antes había filmado en forma de corto ‘The Woman in the Room’, también de S. King, en uno de los famosos Dollar Deals (término inventado por SK cuando vendía los derechos de sus obras a nuevos talentos del cine a cambio de un dólar).
Rob Reiner (director de «Stand By Me», otra adaptación de SK) quiso dirigir Shawshank. Ofreció 2 millones y medio de dólares y una propuesta que incluía a Tom Cruise y Harrison Ford en los papeles principales. Pero Darabont se la juega, rechaza el dinero y a las dos superestrellas y castea en sus lugares a dos factores claves en convertir a Shawshank en lo que es: Tim Robbins y Morgan Freeman.

El «Red» de Morgan hace años que está en la cárcel de Shawshank, sentenciado a cadena perpetua por asesinato. Él y el resto de su banda hicieron las paces con el lugar, están cómodos, pasan los días. Las paredes que antes los encerraban, con el paso del tiempo se convierten en escudos que los protegen del mundo exterior. Sin embargo, Red se diferencia de los demás en algo que usan como un chiste: es el único preso que admite que es culpable de su crimen. En aceptar ese hecho consigue aplacar sus deseos de salir, mientras contradictoriamente se postula cada tantos años para libertad condicional. Siempre le rechazan la solicitud.
Es nuestro avatar en la cárcel de Shawshank, dirigiendo la orquesta emocional con el recurso de la voz en off (clásico de Morgan al día de hoy, gran acierto en el ’94).

El «Andy Dufresne» de Robbins es un regalo de Navidad muy bien envuelto, que tanto los demás personajes como nosotros vamos descubriendo desde el minuto cero hasta el final del film. Su actuación de perfil bajo y la forma en la que acepta con naturalidad tanto lo bueno como lo malo suena aburrido de leer pero es de lo más interesante al verlo en acción. No está claro de entrada si realmente mató a su mujer y al amante o si fue encarcelado injustamente, no importa. No vivimos en un mundo justo, vivimos en este. Y como Andy mismo reconoce, la mala suerte está dando vueltas y a veces te toca recibir dos cadenas perpetuas.

La rendición

Shawshank es recordada como un canto a la libertad, al triunfo del espíritu humano, la amistad y la esperanza. Pero también tiene en su inventario asesinatos, violaciones y abusos. Como leí en la Internet, y por eso está OK que cite impunemente, “hay mucho Shawshank antes de la Redemption”. Los momentos oscuros del film funcionan bien y por oposición dan fuerza a los emotivos, sobre todo porque están manejados con clase y elegancia, apoyándose en la narración de Freeman para evitar caer en la repetición.

De la mano de esto, podemos mencionar que no hay ninguna historia de amor en Shawshank. Esto hace aún más resonante su mensaje de auto-valoración. No necesitamos encontrar nuestra media naranja, medio limón o media sandía. Uno ya está completo, y eso deja un sabor más gratificante cuando ruedan los créditos.

Algo importante que Shawshank maneja con maestría es el paso del tiempo. Realmente podemos sentir como se escurren los años en las vidas monótonas de nuestros presos. Hasta me atrevo a suponer que el film se estanca en la parte del medio a propósito, para darnos una especie de vivencia 4D para la época. La historia va decantando, como un relojito de arena, sin apuros ni golpes de efecto (hasta el del final, por lo menos). De hecho nunca tenemos en vista el final, el objetivo, estamos inmersos en ese mundo y vemos situaciones que acontecen. No hay un banco que robar, un escape planeado del que somos parte, un asesinato que llevar a cabo. Somos uno más con Andy y Red.

Con la misma facilidad nos sacude por ejemplo introduciendo un personaje nuevo, un chico buena onda, que en dos o tres escenas ya adoptamos para nuestro equipo solamente para que en la siguiente nos lo maten y suframos como si nos hubiera acompañado por tres temporadas. Shawshank nunca cruza la línea del aburrimiento sin la necesidad de explosiones y tiros. Es una película redonda, cierra por todos lados, simple.

El renacer

La esperanza es un tema muy presente en la película, pero no quiero escribir mucho sobre esto porque el film se encarga de tratarlo y exponerlo impecable y explícitamente. De hecho, uno de los giros más poderosos se produce cuando Red vuelve a permitirse tener esperanzas de un futuro, alguno el que sea.

El escape de Andy y el posterior reencuentro con Red en las playas de Zihuatanejo (algo que si no te saca una lágrima, el Diego diría que ‘usted está muerto, maestro’) son luces al final del camino, premios, zanahorias por las que seguir corriendo, etc. que están muy bien. Pero lo más poderoso de Shawshank Redemption creo que pasa por otro lado.

En su última charla en la cárcel, Andy le dice a Red que todo se reduce a una cosa: ‘Get busy living, or get busy dying’. Algo como “ocuparse viviendo u ocuparse muriendo”, “ocuparse de vivir u ocuparse de morir”. En un lugar tan cercano a la muerte como la cárcel de Shawshank, Andy se dedicó a aprovechar pequeñas oportunidades: consiguió cervezas para sus amigos, enseñó a leer a un chico, pasó música por el altoparlante. La esperanza por la esperanza misma, como dice Red, puede volver loco a un hombre. Son las cosas que hacemos para mantenerla viva las que hacen que valga la pena.

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