Analisis: NHK/Haruhi – Dos por Uno

PUNTOS DE CONTACTO

 Bienvenidos a NHK

 Youkoso! Hitori Bocchi resume NHK. Ese tema de la banda de sonido es sin duda el perfecto reflejo de lo que es el anime. Un cúmulo de sensaciones tan simple como complejo. La canción del soundtrack que nombré es triste pero alegre a la vez (sobre todo el instrumental donde la guitarra reemplaza la voz gruesa y demasiado japonesa del cantante), y asi es NHK por completo. Los 24 episodios que componen la serie son agridulces de esa manera que solo pueden lograrlo los japoneses o algunos europeos extravagantes.

NHK Ni Youkoso! es un anime del año 2006 que proviene de unas novelas que tuvieron bastante éxito. La trama, singular, es atractiva y bastante jodida. El protagonista, Tatsuhiro Sato es un hikikomori que vive atrapado no solamente en su habitación sino en un mundo de semi fantasía donde Mulder se sentiría muy a gusto. Es un mundo donde la conspiración es moneda libre y se la encuentra hasta en el vencimiento de la leche. Determinista al extremo, todo lo que le sucede a él mismo, Tatsuhiro entiende que es porque hay un plan anterior que lo justifica. El cree que es hikikomori porque la señal de televisión NHK (El canal 7 japonés) envía mensajes escondidos en su programación plagada de anime y soaps operas para que los televidentes se conviertan progresivamente en hikikomoris irrecuperables. De hecho, intuye que NHK significa Nihon Hikikomori Kyoukai, es decir: Asociación Japonesa de Hikikomoris (En realidad significa Corporación Emisora de Japón).

 

Lo curioso de «Bienvenidos a NHK» es que la trama empieza con el protagonista ya enfermo. No vemos su involución. Lo que interesa es su evolución y sus constantes recaídas. Sus mentiras. Sus depresiones. Sus «fell off the wagon» constituyen la importancia de la serie. El camino a recorrer es la nota dominante de la serie. Los arpegios floridos son puestos por los actores secundarios. Al no ver su involución, la serie solo nos muestra retazos del porque de su condición. Pequeñas muestras que no llegan a ser totalmente claras. Es como si nos dijeran «esto es asi por el mundo en que vivimos, no hay un trauma concreto». Simplemente pasó.

La Melancolia de Haruhi Suzumiya

 Si hay algo que hoy ya no soy es un espectador enfervorizado. El «hoy» sentencia que en algún momento lo fui. Fui un espectador sufrido. Veía series que solo se daban a las 2 de la mañana, conseguía series en VHS que se veían con lluvia o sonido desfasado. Iba a proyecciones en lugares modestos por no decir simplemente feos solo para ver algo que la revista de turno había dicho que era moderadamente bueno. Tenía que saberlo por mi mismo. Y claro, antes me gustaba todo lo que hubiera sido creado por manos japoneses (millones de manos japonesas). Por suerte, esa furia se me pasó. Me hice selectivo, y con esa cualidad empecé a notar que era muy probable que los éxitos que me habían volado la peluca de niño y adolescente (tardío y no tardío) ya no existieran mas. No habría otro Dragon Ball (Naruto), ni otro Saint Seiya (Saint Seiya Tenkai Hen y reversiones). No habría mas Sailor Moon ni Ranma 1/2. En principio porque la tónica general es maximizar los beneficios. La mejor forma era y es reduciendo costos. Las series ya no iban a durar doscientos, trescientos o quinientos capítulos. Por lo pronto iban a producirse de a temporadas de 26 (como las series norteamericanas). Luego -también como las series norteamericanas- esos originales 26 se convertirían en 13.

«La Melancolia de Haruhi Suzumiya», de ahora en mas «Suzumiya», forma parte de esa camada. Originalmente un par de novelas de Nagaru Tanizawa,, con reversiones manga, si hubiera sido producida en los 80´s o principios de los 90´s quizás, sus doce tomos de manga actuales, habrían generado una serie mas longeva. En cambio, Kadokawa Shoten (la misma productora que «Bienvenidos a NHK»), emitió una serie que arrancaba y cerraba en minúsculos 13 capítulos. Por suerte, de lo bien escrita que esta, logra atraparnos y que nos encariñemos con los personajes. Aquí se diferencia muchísimo con una serie con la cual tiene muchos puntos de contacto en el área de la ciencia ficción: Lain. Ya lo hemos dicho antes, y fue parte mayoritaria de la crítica periodística. Lain metía tanto en sus nimios 13 capítulos que sucedían dos cosas vitales: nadie lograba entender nada, y jamás se llegaba a sentir nada por la petisa hacker.

 

Es la evolución (bebe)

El quid de esta reseña es buscar los ejes en común que comparten NHK y Suzumiya. Y son tantísimos. En principio, hay algo que hemos dicho en el especial de la 24 de Cine y Religión: el profundo interés que tienen los ponjas con la evolución humana. Es intenso. Casi toda serie de ciencia ficción de anime de las últimas dos décadas tiene una línea transversal que, aunque escondida, se hace bien nítida por momentos. La evolución como raza, la evolución de la mente, del pensamiento e incluso del comportamiento. En NHK, la evolución es la de Tatsuhiro y Misaki, los protagonistas de la historia. Pero también de Kaoru y Hitomi, vecino y ex compañera de la secundaria de Tatsuhiro. Nuestro infeliz protagonista no trabaja, no sale de su hogar, es incapaz de relacionarse con las personas, menos con las mujeres. Tiene miedos irracionales, que puede que fueran racionales, pero nunca nos dan la explicación. No importa porque los tiene. Hoy es algo común. La agorafobia, los diferentes desórdenes psicológicos. Su salvadora, Misaki, es alguien que también sufre de diferentes traumas.  Kaoru es un otaku enfermizo del cual veladamente se nos dice que tiene problemas con el alcohol. Hitomi es una depresiva que abusa de drogas legales y ha intentado suicidarse. Todos juntos de algún modo se necesitan y con su ayuda interrelacionada, se salvan. Evolucionan.

Los personajes de Suzumiya no evolucionan, ya son lo mejor que pueden ser, aunque podría argumentarse que Kyon si consigue una cierta evolución de su forma de ser. Pero en si, la evolución es algo que buscan algunos seres invisibles, representados por el personaje de Yuki Nagato que le roba absolutamente todo a Rei Ayanami (probablemente una parodia o un homenaje del personaje de Evangelion) y quizas también un poco a Ruri Hoshino. De cualquier manera, casi no hay serie de anime de un tiempo para acá que no tenga en sus filas a un personaje robotezco y con una aparente ausencia de sentimienos.

En mundos paralelos

Tanto Tatsuhiro como Suzumiya viven en mundos paralelos. El protagonista de NHK lo sabe apenas. Es un orbe creado por su imaginación para alejarse de los traumas que lo aquejan a diario. En ese mundo, la heladera le habla, la TV le muestra imágenes de el mismo y la cocina le dice que lo que él hace esta bien. Hay una conspiración para acabar con él. Para reírse de él en cada pasillo, calle, o negocio. No salgas de acá Tatsuhiro. Y él hace caso… hasta que conoce a la chica… Y hasta que conoce a la chica, el protagonista real de Suzumiya que es Kyon, el narrador en off, es un tipo calcado al Tatsuhiro de la secundaria. De hecho, Tatsuhiro pertenecía al club de literatura de la secundaria, el cual lo formaban dos personas. Hitomi y él. Kyon forma parte de la «Brigada SOS», el club con actividades inexactas que forma Suzumiya para no aburrirse. Suzumiya es -como Lain en Serial Experiments Lain- «dios». Y como dios, es capaz de crear mundos cuando se deprime. De cambiarlos, de generar «espacios cerrados» donde la arquitectura es la misma pero los seres cambian o simplemente desaparecen. De alguna manera, mientras Tatsuhiro se va a mundos de fantasia para escapar de sus propios encierros, Suzumiya hace sufrir esa realidad a todos a su alrededor cuando se aburre o esta triste. Y ahí esta la gracia. ¿Qué sucede si dios no sabe que es dios? ¿Como se lo controla? No se puede. El trio que conforman Mikuru, Koizumi y Yuki, una viajera del tiempo, un esper, y una entidad alien con forma humana correspondientemente hacen todo lo posible para limpiar los desastres que va a causar su amiga conforme se vaya embolando, enojando o deprimiendo.

Es también un trio quien ayuda a Tatsuhiro con sus otras dimensiones. Misaki, la chica linda y vulnerable que obliga al protagonista a salir de su departamento todas las noches para hacer la terapia anti hikikomori. No es que tenga credenciales, pero para Tatsuhiro es suficiente que la piba este buenísima. No es nada raro para el género masculino. Su vecino, Kaoru Yamazaki, un otaku del hentai también esta a su alrededor. Su ayuda es menos lógica. Al ser el mismo un enfermo (de alguna manera lo és) puede comprender algunos procesos internos de Tatsuhiro como para eliminar las barreras de la realidad que él se impone. Hitomi, la drogadependiente, es una ex compañera de la secundaria que va a intentar suicidarse por amor. Sin embargo, su comportamiento, en contraposición auxilia de manera ejemplar a Tatsuhiro que proveyéndola a ella de una ayuda que ella necesita y que pide a gritos con sus acciones, hacen despertar en él una idea que Misaki termina de dar forma en los momentos finales de la serie.

 

Contigo pan y sushi

 Los japoneses son genios en disfrazar historias de amor. Veámoslo a lo largo de la historia misma del anime: Detective Conan, Naruto, Rurouni Kenshin, Evangelion, Macross… series de diferentes géneros, colores y sabores. Amor filial, romántico, paternal. Necesidad de amor. Sondeo de amor. Ansiedad de amor. Dolor por amor. Bienvenidos a NHK y Suzumiya son dos historias de amor. Siendo honestos, Bienvenidos a NHK es bastante claro que es una comedia romántica. Pero una que solo podrían hacer los ponjas, con drogadictos, suicidas, pervertidos, y enfermos mentales. Algo que podría filmar Kitano después de una noche rotunda de sake. Suzumiya es una comedia estudiantil teñida de serie de ciencia ficción en que lo importante no es tanto lo que narra Kyon sino lo que no vemos que hace Haruhi. Uno va entendiendo conforme avanza la historia el porque de las acciones de ella. Porque se deprimió. Porque se aburrió. Porque se enojó. Porque el mundo desapareció.

Y así como Tatsuhiro intenta cambiar por amor (o paja que en Japón es mas o menos lo mismo), Haruhi es inmadura por amor. Por sus búsquedas. Ambos están frente al amor de su vida desde el minuto uno. No necesariamente eso es bueno.

Tatsuhiko Takimoto (noten el parecido de nombres), el autor de NHK es el mismo un hikikomori en recuperación, y lógicamente, se basó en su experiencia personal para escribir las novelas que derivaron en el anime. No es nada raro lo que pasa en Japón. Es un país acomplejado. Con un rechazo muy fuerte al sentimentalismo que se escapa a cuentagotas en sus historias de amor. Hagan memoria. ¿Cuantos besos vieron en una película japonesa? En el anime es aun peor. El amor esta tan escondido que a veces, incluso el espectador se siente violentado por la falta de cariño que solo se muestra en situaciones límite. El amor es representado con caras ruborizadas y tristezas de posición fetal. Tomar de la mano es todo un avance para el adolescente japonés. Es una secuencia natural entonces que terminen como terminan.

Suicidados. Solos.

Ruborizados.

Buscando la evolución constante. Capaz que para ellos la evolución no es perder el dedo meñique, es la capacidad de demostrar amor.