El Sacrificio – Sobre Prometheus, una de las mejores películas de la década

Prometheus es una de las tres mejores películas del lustro y la mejor película de ciencia ficción de los últimos 20 años. Es probable que el lector disienta, por la confusión permanente entre ciencia ficción y Sci-Fi.

Ciencia Ficción y Sci – Fi

Para poner un ejemplo claro: Star Wars es Sci-Fi. Solaris es Ciencia Ficción.

Por Sci-Fi se conoce hoy a lo que tradicionalmente se llamó Space Opera, un subgénero menor de la Ciencia Ficción, usualmente de aventuras en el espacio, con naves, caballeros heroicos, princesas en problemas y la liturgia conocida. El apócope lo crearon los editores de revistas americanos, que pedían a los gritos que les proveyeran “uno o dos relatos más de Sci -Fi, que le encantan a los pibes”. Los relatos eran, usualmente, tramas copiadas de westerns, historias medievales y de aventuras transfiguradas. Se reemplaza el caballo por la Nave Ultrasónica Daga Dorada; los Rifles Winchester por Láseres regulados de repetición; las planicies de Montana por el planeta Papusa IV y colorín colorado.

Ésta permanente confusión entre Space Opera, Sci Fi y Ciencia Ficción continúa hoy y se hace presente incluso en cursos, textos de académicos, artículos especializados y etc, etc.

La Ciencia Ficción (o ficción especulativa como le gusta llamarla a Harlan Ellison, autor y estudioso de la materia) es, en palabras de Robert Heinlein, “una especulación realista sobre eventos futuros posibles, basados en un conocimiento adecuado del mundo real, pasado y presente y en un entendimiento de la naturaleza y significado del método científico”. Rod Serling, más poético, decía que “la fantasía es lo imposible hecho probable y la Ciencia Ficción es lo improbable hecho posible”. La realidad es que no hay una definición canónica universalmente aprobada. Los límites, siempre difusos, se van corriendo conforme pasan las décadas.

Dicho esto, la ciencia ficción fue uno de los géneros literarios más importantes del siglo XX, y al mismo tiempo, uno de los peor entendidos y más ninguneados. Cuando un escritor de ciencia ficción se hace muy famoso, aparece en los anaqueles de literatura universal, como pasa con Orwell, Ray Bradbury o Asimov, como si el término Ciencia Ficción no bastara o apestase. Es el tufillo a literatura para adolescentes que a generaciones de “ilustrados” (están dibujados), los pone a la defensiva. La estrategia de mercado de los editores, desde la promoción al diseño de las tapas funciona mejor como repelente para algunos, que como seducción para otros. Tamaña confusión se extiende hoy al mundo de la literatura fantástica, que mezcla las obras pensadas por sus autores para adolescentes (Divergente, Maze Runner), con Canción de Hielo y Fuego que debería ser prohibida para menores de 40.

En las bateas de Ciencia Ficción, cuando se editan, grandes tesoros permanecen sin descubrir: Ursula K. Le Guin, Arthur Clarke, Robert Heinlein, Theodore Sturgeon, Stanilaw Lem, Brain Aldiss, los hermanos Strugatsky, Samuel Delany, Roger Zelazny, Philip Dick , J.G. Ballard y muchos más deberían formar parte de un universo de lectores mucho más amplio.

La trama celestial

Prometheus, con guion de Damon Lindeloff (Lost, la nueva Star Trek), es un gigante en la categoría por derecho propio. Pensada originalmente como una precuela de Alien, el proyecto, a partir del trabajo de los guionistas y su director, Ridley Scott, derivó en otra cosa.

Sin andar con demasiados misterios y bien temprano en la trama ubicada en el año 2093, sabemos que los tripulantes de la nave Prometheus, financiados por el multibillonario Weyland (Guy Pearce), y a instancias de la Dra. Elizabeth Shaw (Noomi Rapace) y el Dr. Charlie Holloway (Logan Marshall Green), están en búsqueda de los orígenes de la vida. La tripulación la completan el capitán de la nave (el gran Idris Elba), sus asistentes y los oficiales científicos (no los voy a nombrar a todos), Meredith Vickers (hija de Weyland interpretada por Charlize Theron) y el androide David (Michael Fassbender). Además, hay un pasajero oculto (No es el octavo, ni es un alíen.)

Decodificando mensajes dejados en cavernas, paredes y pirámides por civilizaciones milenarias (egipcios, sumerios, etc, etc) se obtienen las coordenadas de un planeta en el cual encontraríamos a nuestro creador. Es, ni más ni menos, que la popular teoría mixta del diseño inteligente, aceptada incluso por el ala menos reaccionaria de la Iglesia Católica, que suelen ser los científicos Franciscanos. Es decir, aceptar la evolución de las especies desde un inicio en la nada misma en el que un Dios o ser superior puso la semilla primigenia.

Estos Dioses, en Prometheus, son llamados Ingenieros. Lo que va a descubrir la tripulación de la nave es que los Ingenieros en el planeta LV 233 fueron eliminados hace aproximadamente 2000 años.

Y este número resignifica toda el relato. Según se nos cuenta, fueron los Ingenieros quienes crearon la vida en la Tierra. Recordemos la escena inicial donde un Ingeniero, con una túnica, toma una copa (¿un cáliz?), lo bebe y se desintegra en hélices de ADN.

El planeta LV 233 es donde los Ingenieros guardan un arma, la sustancia negra; al parecer hace masomenos 2000 años, estuvieron a punto de usarla para eliminar a la humanidad que habían creado. No es explícito, pero queda bastante claro que hace 2000 años la humanidad sacrificó a un tal Jesús de Nazareth, para muchos, el mismísimo hijo de Dios. ¿Fue Jesús enviado por los Ingenieros a guiar nuestro camino?. En la mitología de la película, todo indica que si. La humanidad asesinó al enviado de Dios (los ingenieros). Jesús, en su suplicio, dice «perdónalos Padre, no saben lo que hacen». Al parecer, los ingenieros no pensaban perdonar nada y se disponían a borrarnos de la faz de la Tierra. Algo salió mal y no solo no fuimos eliminados, sino que evolucionamos hasta atender a una invitación, hecha bastante antes de que fuéramos los indeseables de la fiesta.

El padre, el hijo y el Espíritu Santo

El tema de la película es el sacrificio: la aceptación de la propia muerte para posibilitar otra vida.

El relato está repleto de sacrificios, desde el nombre:

  • Prometheus, un Titán condenado por Zeus a la tortura eterna de estar encadenado a una piedra y ser mutilado por un águila diariamente (le come el hígado, que se regenera), por el hecho de haber dado fuego, patrimonio exclusivo de los Dioses, a los hombres.
  • El Ingeniero al inicio de la película, en la escena ya nombrada, se sacrifica para crear vida en un planeta.

  • Jesucristo, el misterioso suceso hace 2000 años del que habla la película, muere por nuestros pecados: “perdónalos Señor, no saben lo que hacen”. Ya vimos que, en Prometheus, los Ingenieros no son muy proclives a perdonar.

  • El Dr. Holloway, quien, consiente de su condición, obliga a Meredith Vickers a quemarlo (fuego – Prometeo – ¿Recuerdan?)

  • La cesárea de la Dra Elizabeth (Isabel) Shaw. Veamos aquí, Shaw no muere, pero no aborta a su hijo sino que lo da a luz. Hizo el sacrificio y creo vida. Y una vez más se nos presenta la imagen del sacrificado con el abdomen desgarrado (Prometeo, el Ingeniero, Jesús, con la lanza del Destino, y Elizabeth).

  • El Capitán de la Nave y sus copilotos, apuntando la nave hacia la muerte, para permitir que la Tierra sobreviva. Sugestivamente, cuando lo hacen, levantan los brazos, para soltar los controles, pero la imagen, a contraluz, nos muestra a tres hombres en posición de crucificados. Ya no es sugestivo, son meta-mensajes dichos a los gritos.

Por otro lado, quienes no están dispuestos al sacrificio, no tienen mejor destino, pero el significado de su muerte es vacuo: no genera vida.

  • Weyland, quien por sobre todas las cosas ambiciona la vida eterna, es asesinado por el Ingeniero, con la propia creación del magnate: el robot David.
  • Meredith Vickers, la heredera del Imperio, quien por sobre todas las cosas ambiciona la posición de su padre, muere aplastada.

  • Los científicos, Fifield y Millburn, que quieren salvarse abandonando a la tripulación, son eliminados por la sustancia negra, el arma, que en uno de los casos toma la forma de una serpiente (¿Lucifer?) Y en el otro posee al cuerpo (¿LUCIFER?)

  • La sustancia negra, así como es productora de vida en manos de los Ingenieros, seres que aceptan el sacrificio de su propia existencia para generar vida, son instrumento de muerte y destrucción en presencia de los seres humanos. Cuando los Doctores Shaw, Halloway y Ford ingresan en la cámara que contiene las vasijas con la sustancia, ésta se inquieta; los científicos lo atribuyen a un cambio en la atmósfera, pero luego veremos que en presencia de David, un robot y por tanto sin alma, ésta no se inmuta. Misteriosa, como el Espíritu Santo y por qué no, como el humo de Lost, a fin de cuentas escritos por la misma persona.

    David, el robot, mantiene en animación suspendida a la tripulación de la nave, se entretiene en su soledad mirando Lawrence de Arabia; ensaya el acento de Peter O´Toole, de quien toma su corte de pelo, e imita sus movimientos. Además, aprende diferentes lenguas. Recordemos que el catolicismo le da un especial significado al Don de Lenguas: «Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán».

    David entra en contacto con la sustancia negra, que toma forma, entre otras cosas, de serpiente, y esta no le hace daño. Los humanos no tendrán ese destino. La sustancia negra será letal.

    El propio Peter Weyland considera a David como un hijo, y este empieza a desarrollar aristas poco frecuentes en un ser artificial. Conviven en David el deseo de emular a la humanidad y a la vez la ambición de superarla. La consabida humanización del robot es un tema cuasi obligatorio de la ciencia ficción, pero la profundidad de este personaje es poco frecuente. David, como fiel servidor de Weyland, quien se cree un Dios, es a la vez su Arcángel. Cuando Weyland hace su aparición, David le lava los pies. Otro gesto católico, y van como dos millones. David cree, como Weyland, en los Ingenieros, pero no tiene su ambición. Cumple una misión obedeciendo a su Dios, y cuando este muere sus pecados quedan expurgados, por eso al ayudar a Elizabeth, sobrevive.

    Es David quien insemina al Dr. Halloway, quien a su vez embaraza a la Dra. Shaw, que da a luz a la bestia con tentáculos que finalmente destruye al Ingeniero. Es decir: es la creación de vida artificial del ser humano, quien facilita que un humano dé a luz a un ser no humano que termina eliminando al creador del ser humano, que en el proceso, a su vez genera una tercera forma de vida, que es el Alien. No les dije que fuera fácil.

    Elizabeth ( Isabel ), en el culto católico, es la prima de María, y también es inseminada por el Arcángel Gabriel, a pesar de ser estéril. Da a luz a Juan el Bautista, conocido como San Juan, profeta aceptado por varias religiones.

    Juan el Bautista es quien bautiza a Jesús en el Jordán. El bautismo, rito de iniciación por antonomasia, constituye el nacimiento a los ojos de Dios. A los ojos de este Juan el Bautista Tentacular nace el Alien, desde el vientre del Ingeniero, sobre el final del film.

    No voy a explayarme demasiado sobre Ridley Scott. Siempre ha dividido aguas. Algunos críticos lo consideran meramente un director de arte con ínfulas. En vistas a que tiene 70 años y ha dirigido Alien, Blade Runner, Los Duelistas, Lluvia Negra, Thelma & Louise, Gladiator, Black Hawk Down, Kingdom of Heaven y ahora Prometheus, yo lo considero uno de los mejores de la historia. Su hermano Tony fue también genial, pero Ridley tiene los pesos pesados. Discutirlo es para la tribuna: Cuando empezó a dirigir más seguido, se equivocó más, pero cada tanto entrega una obra maestra, como Prometheus, y eso es más de lo que se puede decir del 99% de los directores de cine. Es uno de los 10 de la historia, si es que es preciso reducir una lista.

    Prometheus, como anunciaron sus realizadores, no es una precuela de Alien. Quienes fueron a buscar eso, se quedaron completamente afuera. Hubiera sido fácil meter uno o dos bichos aquí y allá, y sus responsables lo evitaron, convirtiéndola en una pieza, para algunos, árida. El espectador que espera otra cosa, casi siempre la pasa mal. Para empezar, un desinformado de los que va al cine y eligen por nombre y poster (lo envidio mucho), va a encontrar que ninguna de estas cosas hace alusión a Alien. A los hiper-informados, les dijeron hasta el cansancio que NO es una precuela de Alien, sino que sucede en el mismo universo. La amplía y la supera.

    Hacía rato que la ciencia ficción no entregaba una obra que exigiera tanto del espectador, al mismo tiempo que no se estancaba en morosidad ni se perdía en tramas ininteligibles. Hacia rato que no se daba tanta recompensa al cinéfilo. .

    De lo otro, más digerible, hay mucho. Permítanse disfrutar Prometheus por lo que es. Una gema rara.