El errante no está perdido – Todo sobre Lost.-
“Es imposible escribir sobre cualquier cosa sin que se convierta en un asunto personal”
Michael Joseph Brown
Tengo un amigo que odia Lost. De hecho, acuñó una máxima que suena a sentencia: “A los que les gusta Lost no les gusta el cine”.
Semejante afirmación, hecha hace años, me puso a pensar. Las reacciones viserales ante apenas una serie de TV, o una película, son manifestaciones críticas no encausadas.
Mi viejo, en cambio, amaba Lost. No esta de más aclarar que era un cinéfilo de pata negra, o pura raza.
Mi amigo diría que es la excepción que confirma la regla, pero millones de cinéfilos lostianos después, tal vez haya que revocar la sentencia.
Dharma para uno
Hice trampa en el párrafo anterior. Mi viejo no era sólo cinéfilo, sino que era un amante de la Ciencia Ficción (no me canso de escribirlo, Ciencia Ficción no es Sci Fi). Y es muy probable que un lector de ciencia ficción se sienta como en casa mirando Lost. Allí nomás hay ecos de Mundo del Río de Philip José Farmer, de Matadero 5 de Kurt Vonnegut, de Philip Dick, de P. D. James y de Stephen King. Las referencias son autoconscientes, puesto que varios personajes se vinculan con libros en la duración de la serie, característica que se ha convertido en una especie de búsqueda del tesoro. Notablemente en el caso Sawyer, un personaje que realmente adquiere volumen con su característica de improbable lector voraz, a quien encontramos, por ejemplo, disfrutando de «Morel`s Invention», más conocida aquí como «La Invención de Morel» de Adolfo Bioy Casares, que no casualmente trata de un grupo de personas en una Isla, donde ocurren cosas misteriosas.
Lost Autodefinido
Un avión cae en una Isla del Pacifico. Hay sobrevivientes. En la isla pasan cosas raras; un monstruoso humo negro ataca gente, un oso polar aparece de la nada. Todo intento de comunicarse con el exterior o de escapar de la isla es fútil. Los sobrevivientes no son los únicos que viven en la Isla. Los otros no son lo que parecen.
Esto es, básicamente y sin hacerme el gracioso, la definición de las primeras 4 temporadas de Lost.
En lo formal, Lost sobresale por su utilización del flashback, que va contando en paralelo la historia de cada uno de los personajes que conforman el contingente de sobrevivientes. La organización de esos flashbacks es un hermoso castillo de naipes, con líneas que se cruzan ad infinitum, para concluir en el fatídico vuelo. Luego, los flashbacks llegan a devenir en flashforwards, recurso que se nos devela al tiempo que comprendemos que en la Isla el relativismo de Einstein no aplica.
Luego de los flashforwards, pasamos al recurso más experimental, narrativamente hablando, llamado en Lost “flash-sideways” o saltos al costado. Técnicamente no son otra cosa que el llamado “Tiempo del deseo”, pero al tiempo que se nos van presentando en realidad no lo sabemos.
No es tan común transferir una característica del relato a la narración, y hacerlo con maestría en un medio masivo, lo es aún menos. Los guionistas de Lost, encabezados por el ahora omnipresente Damon Lindeloff, lo logran.
Dimensionalidad
Dimensionalidad (Tri) es la característica definitiva de los personajes. Eso y el casi permanente conflicto pasado e irresuelto con sus padres. Todos los personajes son ambiguos, todos esconden algo. Todos tienen motivos ulteriores. Jack Shepard, cirujano y líder natural, con tremendo bardo con su padre fallecido y con las mujeres, con el complejo de Dios de los cirujanos a flor de piel y una necesidad patológica de salvar aún a los que no quieren ser salvados; John Locke, “o nuestro Coronel Kurtz residente” un gris empleado administrativo que se convierte en experto en supervivencia, hábil cuchillero, diestro cazador, maestro zen, fanático místico y verdadero creyente en los poderes de la Isla. Obviamente, con conflictos con su padre; El sureño Sawyer, estafador, ladrón devenido en sacrificado miembro del grupo, líder por ausencia de los más aptos y con…obviamente un gran conflicto pasado con su padre; Kate, misteriosa y mentirosa fugitiva, ágil e inagotable, siempre pronta a la aventura, con un pequeño gran conflicto con su madre y un conflicto definitivo con su padre; Hurley, bondadoso y amable, voluminoso, siempre solidario y dispuesto a escuchar, con un pasado como interno psiquiátrico, con conflictos con ¿quién? Sí…ya saben; Michael, para variar, conflictivo padre de Walt, quien posee extraños poderes telequinéticos, y un conflicto con su padre Michael; Claire, dulce y bienhumorada embarazada, quien teme por el destino de su hijo en la Isla, y que se crió sin conocer a su padre, que misteriosamente es el padre de … bueno, no spoileemos la cosa. A esta lista, sumémosle la pareja coreana, Sun y Jin, ambos con conflictos con sus papis; a Ben Linus, conflictuado y recontraconflictuado con su padre; Alexandra, hija de Ben, en conflicto con él. En fin. Sospecho que uno de los temas principales de Lost es el conflicto con los progenitores. Pero no estoy seguro. Puede también ser la nanotecnología.
A este elenco variopinto sumemos a Sayid, iraquí, ex guardia republicana, torturador, pero buena gente (¿?); a Charlie, estrella de rock heroinómana; a Desmond, escocés, soldado convicto, velerista; a Penny, su multimillonaria novia; al Dr. Faraday; al Eko; a Fulano; a Mengano, y a Zutano. Personajes, en Lost, no faltan.
En busca de la historia perfecta
En mi opinión, durante 4 temporadas, que ocuparon la friolera de 86 capítulos, Lost logró generar suspense variando la fórmula hitchkockiana de sorpresa / suspenso. En Lost la clave no está en los recursos habituales (montaje alterno, falsas pistas, cliffhangers), sino que está en la originalidad del guión. De hecho, no son demasiadas las veces en que se usa el famoso “continuará”. El asunto en Lost es que la sorpresa explota en tu cara, y genera el suspenso por su propia extrañeza. Lo que importa no es el peligro inminente o la resolución del conflicto, o el “quien lo hizo”. De hecho, es bastante notable que esos datos se presentan al espectador desde el principio. El núcleo de todo está en que la sorpresa es realmente shoqueante y en la larga búsqueda de respuestas se encuentra el misterio. Doy ejemplos: el famoso oso polar, los números, la escotilla, la caja mágica, el submarino, la grabación francesa. Todos sucesos que no pienso explicar para no arruinarle el viaje al que no la vio y que el que lo hizo recuerda vívidamente.
Capa sobre capa de misterios se acumulan. En un punto, todos supimos que no iban a ser satisfechos; la conciencia colectiva entendió que era insostenible. Y allí es cuando Lost pasó de ser la mejor serie del mundo a la serie que “me tiene podrido, no termina más”.
Este problema se origina en gran parte por el parate entre las temporadas 4 y 5, debido a la huelga de guionistas. La temporada 4 fue corta, 14 capítulos y hubo que esperar 8 meses entre una temporada y la otra. Esos 8 meses fueron “la crisis nerviosa” del fanático de Lost, que, dicho en criollo, se dio rosca y terminó revirado.
La experiencia contraria, es decir ver la serie un capítulo tras otro, como podemos hacer hoy que está finalizada, es diferente. Pensemos que el fenómeno de descargas se origina con Lost. Arriesgo más: este sistema al que estamos acostumbrados hoy, en el cual tenemos los capítulos y los subtítulos casi instantáneamente con la emisión de la serie en EEUU, se origina y sistematiza con Lost, que provocó un fanatismo sin paralelo en todo el mundo desde su primera temporada, en el año 2004, y coincidió con la masificación de la banda ancha en países como el nuestro. Vaya un agradecimiento aparte a esos personajes excepcionales que son los subtituladores de Internet.
El final
Entre toda la gente que se desilusionó con el final de Lost, no se encontraba mi viejo. Estaba fascinado, porque es un final digno de la más clásica ciencia ficción, comparable en muchas facetas con el de «2001 , Odisea en el Espacio». Muchas veces me preguntó si ya había terminado de ver la serie, puesto que quería discutir el final conmigo. Mi respuesta, invariable, era “No, no tuve tiempo”. Luego ya fue muy tarde, y fue mi viejo el que se quedó sin tiempo para hablarlo. Pero si hay algo que deja el final de Lost, etéreo y espiritual, es que, tal vez, tengamos otra chance de hacerlo.